Escribo estas líneas en la ciudad polaca de Krynica, una hermosa localidad en las estribaciones de los Cárpatos, en la que anualmente se celebra un Foro Económico que reúne a lo más granado de la política, la empresa y el mundo académico de los países del Este de Europa para debatir sobre los grandes temas de la actualidad geopolítica, económica y social. En esta su XXV edición los organizadores han tenido la deferencia de invitarme para hablar de seguridad energética, tema al que dediqué no poco trabajo a lo largo de mis quince años como miembro de la Comisión de Industria y Energía del Parlamento Europeo. Al examinar el denso programa de los tres día que dura la conferencia, hete aquí que descubro una mesa redonda sobre el tema «¿Decadencia o renacimiento del Estado-Nación?» en la que están anunciados como oradores, entre otros, Uriel Bertrán, Secretario General de Solidaritat Catalana per la Independència y Adam Casals, director de la Oficina de la Generalitat de Cataluña en Viena. Dado que mis compromisos me permitían asistir, me acerqué a escuchar a tan conspicuos representantes del independentismo porque tenía curiosidad por conocer cómo presentaban su proyecto secesionista ante un público formado por gente bien preparada de Estados en cuyo seno se albergan minorías étnicas o lingüísticas de cierta entidad potencialmente conflictivas si son, como sucede por desgracia en España, emocionalmente manipuladas por líderes desaprensivos
Los argumentos planteados por ambos separatistas fueron los habituales, derecho a decidir, ejercicio democrático, insatisfacción ciudadana por pertenecer a un Estado que no reconoce suficientemente la singularidad catalana, expolio fiscal… Al abrirse el coloquio, formulé una sola pregunta a los integrantes del panel: En estos procesos de eventual separación de una parte de un Estado democrático, ¿debe respetarse en todo momento el Estado de Derecho o no? Todos los que estaban sentados a la mesa de debate, salvo mis dos paisanos, contestaron afirmativamente, es decir, que la rule of law no debía ser vulnerada. Ante esta contrariedad, Uriel Beltrán señaló que si un orden legal era «reemplazado» por otro orden legal nuevo no se podía hablar propiamente de vulneración de la ley al realizarse un tránsito de un marco constitucional a otro, con lo que el primero dejaba de estar vigente para dejar su lugar al recién llegado, democráticamente decidido por una mayoría de población de la parte del Estado matriz que se «desconectaba» del mismo. Y para rematar la faena, puso un ejemplo, el de la Revolución Americana, en la que las trece colonias británicas se emanciparon de la Corona para formar los Estados Unidos de América.
Acabada la sesión, me acerqué a saludarle y le hice notar que, de acuerdo con su razonamiento, las autoridades políticas de la entidad rebelde, al romper con el orden constitucional vigente, quedaban legalmente a la intemperie y que el Gobierno del Estado original podía, de acuerdo con su Constitución, imponerles por la fuerza su legalidad. De hecho, esto es lo que sucedió en la guerra que tuvo lugar entre las colonias americanas y el Reino Unido, y que perdió la metrópoli. Por tanto, es obvio que los independentistas catalanes tienen ya asumido que Artur Mas o Raúl Romeva u Oriol Junqueras, ya lo aclararán, es su George Washington, y que están dispuestos al enfrentamiento armado. Tengo mis dudas de que en el caso de Cataluña como parte del Reino de España, la correlación de fuerzas sea análoga a la que se dio entre las colonias americanas y la Corona británica, pero por lo visto las huestes de la ANC y del Omnium Cultural se sienten capaces de derrotar a quién se les ponga por delante en su camino hacia la erección de un Estado propio. Es bueno que en La Moncloa y La Zarzuela estén al corriente de las intenciones de los independentistas catalanes si obtienen una mayoría de escaños el próximo 27 de Septiembre. Lo digo porque hasta ahora han confiado en que un pronunciamiento del Tribunal Constitucional y la subsiguiente inhabilitación del Presidente de la Generalitat bastarán para detener la ofensiva. Pues no, los separatistas se preparan para desplegar artillería, infantería y flota de combate. Supongo que Mariano Rajoy, en su probada clarividencia, tendrá preparado un plan para tal contingencia. O no.