«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.

Indecencia

13 de enero de 2025

Todavía se encontraba tibio el cuerpo sin vida de Jean-Marie Le Pen y ya las hordas izquierdistas e islamistas se habían dado cita en una de las plazas más representativas de París, La Bastilla, para armar su alharaca, brindar con champán, gritar consignas comunistas y antisemitas; sí, lo sé, no es muy coherente acusar de antisemita y de nazi a un muerto, mientras ellos mismos muestran un odio bestial contra los judíos, contra la vida, contra el orden, contra la ley, contra todo lo que les parezca libre y pacífico. Son el odio sedimentado dentro y en lo más hondo de una sociedad sin asideros.

No tuvieron ningún respeto, ni siquiera guardaron los tres días que en Francia se guardan a la hora de referirse a una persona fallecida digna de ser criticada. No acataron miramientos hacia una figura que escribió e hizo parte de la historia en Francia, injuriaron a sus simpatizantes; pero sobre todo agredieron y vituperaron a sus descendientes, a sus hijas, nietos, y demás familiares y amigos. Ofendieron, porque es lo único que conocen, la ofensa. Agraviaron porque son la indecencia contra un país en manos de sus más acérrimos enemigos: el islamo-comunismo.

La intransigencia de la ultraizquierda resulta cada vez más difícil de tolerar; no hay nadie, o bien pocos, ahí enfrente que se atrevan a detener esa capacidad incontrolable y abismal de obstinado desprecio, además del fanatismo que les define. 

De nada valieron las palabras educadas y de apaciguamiento en las redes sociales del primer ministro, François Bayrou, y del ministro del Interior, Bruno Retailleau, ambos de partidos políticos distintos, uno del Movimiento Demócrata, y el otro de Los Republicanos, porque esos salvajes no oyen, no hablan, no leen… No saben más que emborracharse, endrogarse, mentir, repetir insolencias y burradas.

La procacidad es la forma elegida por ellos para afrontar las diferencias, los sentimientos bajos son usados como herramientas, como obstáculos insalvables e incalculables. Lo expresaba así Guillermo Cabrera Infante: «Esa ideología es más que una idea, es un sentimiento. No se puede discutir con ideas frente a un sentimiento».

Tampoco existen vías de infiltrarles en las entendederas que la consideración hacia una figura que marcó pautas —-les agrade o no— en el paso de la historia en Francia desde la Segunda Guerra Mundial, que fue miembro activo en las guerras de Indochina y Argelia, que defendió a este país como un patriota a capa y espada, que previno el peligro del islamismo galopante en su país y en Occidente, véanlo aquí en una de sus intervenciones televisivas, pese a sus errores, los que nadie niega, resultaría una expresión deferente al menos en medio de tanta aprehensión, inquina y recelo.

Debiéramos empezar a cuestionarnos de aquí al futuro en qué manos dejaremos la libertad, si es que quedará alguna, y en qué rumbo conduciremos la democracia. La diputada francesa Mathilde Panot, del partido liderado en la sombra por su creador, Jean-Luc Mélenchon, uno de los comunistas que más ha odiado y despreciado a Marine Le Pen, inclusive cuando ella defendía a su padre de joven, pasó por todos los platós de televisión con el fin de hacer picadillo del cadáver del líder fundador del Frente Nacional. Por supuesto le llamó antisemita en su habitual tono descontrolado, en un ataque de oportunismo y arribismo insuperables. 

Panot es la misma tipa que hace apenas unas semanas denigraba a los judíos y se situaba del lado del grupo terrorista Hamás. De los seres más abnegadamente despreciables de la izquierda francesa. Oírla es un atentado contra los oídos y la armonía del sonido. Su voz no sólo resulta chirriante, el contenido de sus palabras, escupidas más que reveladas, sólo exteriorizan encono, resentimiento contra los hombres, contra el pensamiento plural, contra todo lo que la contradiga en su eminente ignorancia.

A Panot se unieron otros, notablemente otra señora, también comunista, cuya antipatía es el rasgo que mejor la define, Clémentine Autin; lo que soltó en X fue tan absolutamente abominable que alguien le tuvo que parar las patas y recordarle que se contuviera, dado que ella es la nieta de André Laffin, no sólo de extrema derecha, además fue el cofundador junto con Jean-Marie Le Pen del Frente Nacional. Si es que sólo hay que rascar un poco y nos damos cuenta de dónde salen estos indigentes de mente.

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