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Inmigración, un análisis

Si queremos evitar que la migración se utilice por los delincuentes como patente de corso para invadir y dañar al estado de acogida, debe regularse y aplicar el procedimiento de filtrado…

El fenómeno de la migración es complejo. A lo largo de la historia son una constante los flujos migratorios y sus causas muy variadas: descubrimiento, aventura y conquista, guerra y huida, hambre y supervivencia, persecución religiosa, política o penal y búsqueda de mejores condiciones de vida, son las más frecuentes.

Las migraciones son objeto de regulación en los países de origen, permitiendo, limitando o prohibiendo la salida y en los de tránsito y acogida, generalmente distinguiendo los distintos motivos y circunstancias de la migración, para dotar a cada una de un régimen jurídico adecuado a la misma.

Desde una perspectiva ética, en el conjunto de estos colectivos migratorios encontramos casos de necesidad y humanidad y casos de delincuencia o terrorismo. La desproporción numérica entre ellos es enorme, seguramente más de mil migrantes necesitados por cada migrante delincuente, pero si queremos evitar que la migración se utilice por los delincuentes como patente de corso para invadir y dañar al estado de acogida, debe regularse y aplicar el procedimiento de filtrado, que impida o al menos dificulte y limite la migración delictiva. Es algo similar a lo que ocurre con la seguridad en los vuelos aéreos: la seguridad de todos exige someter a todos a una normativa incómoda de control, aunque la probabilidad estadística de que algún viajero lleve explosivos o armas sea mínima. En este caso, el control es más difícil. No se trata de que no lleve armas, sino de que su perfil le haga peligroso, lo cual exige una investigación más larga y complicada, según veremos.

La prudencia normativa exige calcular en cada uno de los países de acogida, el número de los inmigrantes que anualmente puede recibir

Hay otra variable de la migración, la cuantitativa, que exige también estudio y regulación. La comparación del continente africano y el europeo, como fuente y destino respectivamente de migraciones, nos dará una idea inicial al respecto… No tienen por qué coincidir, y de hecho no suelen coincidir, los flujos de salida de emigrantes con las necesidades de población de los países de acogida, ni tampoco con la simple capacidad material de acogida. La prudencia normativa exige calcular en cada uno de los países de acogida, el número de los inmigrantes que anualmente puede recibir, en función de su situación demográfica y económica y de las circunstancias de los países de origen.
Otra variable muy importante, en el medio y largo plazo, es la relativa a la integración del inmigrante en el país de acogida: lengua, cultura, religión, clima etc. del país de acogida pueden ser diferentes a los del país de origen. Las similitudes de lengua, cultura y religión mayoritaria que se dan, en el caso de España, con la inmigración iberoamericana, harán menos problemática esta integración que la procedente de países en que no se den dichas similitudes. En todo caso, las diferencias, las que se den en cada caso, suponen un reto de integración que afecta a los inmigrantes y al estado de acogida.

Si dicha integración es exitosa normalmente se traduce, generacionalmente hablando, en una progresiva asimilación de los valores característicos del país de acogida, que también se ve influido y enriquecido con las aportaciones de los inmigrantes, incluyendo posibles mestizajes. Si, `por el contrario, es un fracaso, se van produciendo en la geografía del país de acogida núcleos de población enquistados, progresivamente problemáticos. Al tratar de esta cuestión, la filosofía dominante hasta el presente en los países de acogida europeos ha sido la del “multiculturalismo”, que supone el respeto y la convivencia pacífica de los colectivos de diferentes culturas. Pero la realidad social de varios de estos países es muy distinta y menos optimista de lo que podría pensarse, según tendremos ocasión de examinar. La globalización en sus facetas económica, tecnológica y de comunicación ha introducido una variable de aceleración en los procesos migratorios, porque universaliza, incluso idealiza, a través de la televisión, internet etc., las comodidades del primer mundo en el tercero y facilita la materialidad de la migración en cuanto movimiento de personas.

La inmigración tiene facetas positivas: humanitaria, beneficiosa económica y demográficamente en determinadas circunstancias y enriquecedora de la diversidad cultural en convivencia pacífica. Pero tiene también facetas negativas: la inmigración parasitaria (que corresponde normalmente a errores de enfoque del programa de integración por parte del estado de acogida) que, sin aportar trabajo ni riqueza, se aprovecha de las prestaciones sociales de todo tipo del país de acogida, la inmigración enquistada en guetos en el sentido de no integrada, con manifiesto rechazo a la cultura del país de acogida y la inmigración violenta, (con diversos grados de gravedad: desde las agresiones físicas, abusos sexuales y violaciones, hasta los atentados terroristas) fruto minoritario pero obligado de la anterior.

La legislación

Desde la perspectiva del estado de acogida, la legislación que regule la inmigración debe responder a un triple fundamento: Solidaridad con los inmigrantes; Seguridad física y jurídica de inmigrantes y nacionales e Integración social de los inmigrantes basada en el respeto a los valores constitucionales del país de acogida.

Si nos centramos en la normativa de extranjería vigente en España vemos:
1.- Que la norma básica; la ley orgánica de extranjería 4/2000 de once de enero sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social y el Real Decreto 557/2011 de 20 de abril por el que se aprueba el Reglamento de dicha ley, recogen un elenco amplísimo de derechos del extranjero (hasta 16), pero no regulan las obligaciones de los mismos relativas a su integración social, aceptación de nuestro Ordenamiento Jurídico y respeto al orden y los principios constitucionales. Es muy extensa la normativa sobre derechos y casi inexistente la de exigencias de integración. Se echan en falta normas que impidan la inmigración parasitaria, que va siendo cada vez más frecuente y extendida en determinados grupos extranjeros, por las referencias de quienes haciendo uso abusivo de las normas sobre prestaciones sociales, (desempleo, paternidad, sanidad etc) animan a otros extranjeros, “efecto llamada inmediato”, a venir a España y hacer lo mismo. La ley orgánica 4/2015 de 30 de marzo, de seguridad ciudadana (llamada por sus críticos, “ley mordaza”) adicionó a la ley de extranjería una disposición adicional décima, sobre el régimen especial de Ceuta y Melilla, por la que los extranjeros detectados mientras intentan superar los elementos de contención fronterizos podrán ser rechazados para evitar su entrada ilegal en España.
Esto ha dado lugar a las llamadas “devoluciones en caliente” que han provocado denuncias contra España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual en 2017 condenó a España por la expulsión en caliente de dos ciudadanos extranjeros a los que no se permitió el ejercicio de su derecho a solicitar asilo. Esta sentencia ha sido recurrida por el España y está pendiente de resolución el recurso.
En este sentido se alega el artículo 4 del protocolo 4 del Convenio para la protección de los derechos humanos (Estrasburgo 16 de septiembre de 1963), por el que quedan prohibidas las expulsiones colectivas de extranjeros.
Ante esta norma surge una pregunta: ¿También debe aplicarse este artículo en los casos de invasión ilegal de frontera por grupos numerosos de extranjeros?

2.- Entre 2007 y 2010 el Plan Estratégico Ciudadanía e Integración ha financiado con 2.000 millones de euros programas de educación, empleo, vivienda, servicios sociales, mujeres y juventud. Dicho programa fue prorrogado, partidas presupuestarias incluidas, de 2011 a 2014. Este riego con dinero de la integración provocó inmigración parasitaria pero no impidió la radicalización que generó el atentado de 2017.

3.- La regulación del derecho de asilo por Ley 12/2009 de 30 de octubre, al ponerse en marcha el procedimiento por la sola manifestación del extranjero y ser muy complejo permite, en las entradas irregulares de colectivos, paralizar la devolución o readmisión pactada con el país de origen inmediato. Las peticiones masivas de asilo hacen imposible el filtrado adecuado de inmigrantes necesitados o no. En el caso de Marruecos, el plazo de 10 días, previsto para la readmisión de los inmigrantes ilegales en el artículo 2 del acuerdo de dicho país con España de 13 de febrero de 1992, es insuficiente para concluir el procedimiento derivado de la solicitud de asilo realizada por el inmigrante, por lo que queda inoperante la readmisión. A los inmigrantes les basta alegar un temor fundado a un daño grave derivado de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas o pertenecía a un determinado grupo social, de género u orientación sexual, si se les devuelve a la frontera. Si estas entradas ilegales se producen en colectivos de centenares de personas, a cada uno de ellos le basta solicitar el asilo en los términos indicados, en cambio al país de acogida le corresponde iniciar y seguir hasta su conclusión cientos de procesos personalizados…

Los problemas concretos…

1.- La inmigración ilegal. La discordancia de los flujos de emigración de algunos países y necesidades de inmigración de los países de destino provoca una presión de inmigración que no es aceptada por los estados de tránsito o destino y esta presión es la base de negocio de las mafias del tráfico de personas. Sin perjuicio de que la solución de fondo, según examinaremos después para el caso africano, esté en resolver las causas que generan esa presión emigratoria, el problema inmediato que se produce en la frontera de los países de destino de las masas de migrantes es el de cómo compatibilizar su derecho a una soberanía migratoria en su propio territorio con el respeto debido a las personas y la solidaridad exigible al mundo desarrollado respecto del que pasa necesidad.

Excluyamos, de entrada, las soluciones extremas: ni vía libre a todo el que venga, lo cual puede extender el caos al país de acogida, ni negativa total a la inmigración en todos los campos, lo cual es, además de insolidario poco inteligente en el medio y largo plazo, porque la realidad social de los flujos migratorios terminaría imponiéndose, incluso con violencia. Adentrándonos en el campo intermedio entre estos extremos, debemos distinguir entre los inmigrantes que ya han llegado al país de acogida en el que residen “sin papeles” y los inmigrantes que presionan por entrar desde el exterior de esas fronteras.

En el primer caso lo que procede es tomar la iniciativa el país de acogida de identificar y controlar materialmente a todos los “sin papeles” y realizar, respecto de cada uno, el correspondiente “filtrado” que evite la inmigración delictiva, enquistada o parasitaria. Para ello son necesarias normas, que no existen en la actualidad, que permitan este filtrado, siempre con respeto a los derechos humanos. El resultado final de este proceso debe ser: expulsión de los delincuentes, enquistados o parásitos y regularización de todos los de posible encaje en el sistema productivo y expulsión o reenvío de los demás. En el segundo caso creo que debe actuarse en varios planos:

a).- Tipificar como delito de especial gravedad el del tráfico humano de personas. En el Código Penal el artículo 367-a sanciona al que intentare introducir o introduzca extranjeros al territorio nacional… con propósito de evadir los controles migratorios. Y tras la reforma de LO 1/2015 se modifica el CP añadiendo dos tipos penales ART. 318 bis 1: el que ayude a persona no europea a entrar o transitar por España vulnerando la legislación sobre entrada o tránsito de extranjeros. ART.318 bis 2: el que no habiendo intervenido en lo anterior, con ánimo de lucro, ayude al no comunitario a eludir la legislación sobre estancia y residencia en el país. El problema radica en que las mafias de tráfico ilegal de migrantes actúan en los países de origen y tránsito. Esta legislación habría que proponerla a los países directamente afectados por el tráfico ilegal de migrantes…

b).- Modificar los obstáculos en las fronteras territoriales de modo que haga implanteable a los migrantes su superación: línea de alta tensión perfectamente publicitada y advertida.

c).- En el caso de la frontera de costa marítima no parece posible un obstáculo insalvable que pueda ser advertido de modo que resulte disuasorio al cien por cien de los migrantes. Vigilancia costera y pacto con el país de origen de devolución de pateras antes de que lleguen a aguas españolas, siempre con detención de los responsables del viaje en los términos y conforme a las normas que luego veremos. Aquí hay que echarle imaginación a la normativa necesaria para controlar la inmigración por vía marítima, en pactos con los países norteafricanos y, sobre todo, resolviendo la causa de estas inmigraciones en el modo que trataremos en el apartado siguiente.

2.- Causas y solución de la inmigración africana. Si bien las causas inmediatas de esta inmigración son la extrema pobreza, las guerras y la falta de esperanza en un futuro, al preguntarnos por las causas profundas de estas situaciones en un continente tan rico en recursos como África, debemos los europeos hacer un examen de conciencia no solamente histórico-colonial, sino también actual de explotación y omisión culpable.
Asumiendo las responsabilidades históricas derivadas de la colonización brutal del pasado y la explotación de recursos, incluso humanos a través de la esclavitud, centrándonos en la situación actual, es un reto de justicia y solidaridad global de Europa el poner los medios para que África alcance el nivel de desarrollo que le permita salir de la situación actual. Esta es la verdadera solución al problema actual de la inmigración africana. Se trata de un continente inmenso en territorio, en recursos naturales y en potencial demográfico. Las previsiones de población para el año 2050 son de dos mil cuatrocientos millones de personas de las que dos mil millones tendrán menos de 25 años. Es decir, un continente joven, todo un reto de educación y posibilidades de desarrollo.

Saldar la deuda europea con el continente africano exigiría varias medidas:

a).- Económicamente destinar a dicho desarrollo el 0,7 % del PIB, focalizándolo en la educación, la sanidad y las infraestructuras productivas, haciendo llegar los recursos a su objetivo a través de canales fiables, evitando los corruptos, por desgracia tan extendidos en los gobiernos africanos. En Europa hay mucho voluntariado sano éticamente, que puede canalizar esos recursos e incluso aplicarlos. Seleccionar y promover los canales africanos sanos es otro reto pendiente.

b).- Normativamente dictar las disposiciones que impidan en la práctica que los beneficios de los recursos africanos; flores, oro y piedras preciosas, frutos tropicales, minerales como el coltan, turismo de playas y de reservas de animales, etc. sean de sociedades europeas y no redunden en provecho de los países en que se generan.
Este es un reto normativo que exigiría una actuación coordinada de la Unión Europea y cada uno de los países africanos. Estas normas, respetando los principios de la economía de mercado, deberán introducir limitaciones que permitan a los países en los que se producen los recursos naturales, las materias primas o, en general, la base de negocio, lucrarse proporcionalmente y acceder gradualmente a los conocimientos y formación necesarios para que los propios nacionales estén en condiciones de explotar dichas fuentes de riqueza.

c).- Apoyar con tratos comerciales de favor a los gobiernos y administraciones que luchen eficazmente contra la corrupción. Controlar y perseguir los casos de corrupción detectados tanto en la Unión Europea como en los países africanos creando una instancia judicial especial para ello.

3.- Específica dificultad de integración de la inmigración musulmana. Conviene, con carácter previo, dar algunas nociones sobre el Islam: Sunníes y Chiies, sufíes y salafistas.

La primera tiene su origen en la sucesión de Mahoma al frente del Islam. Muere sin descendencia masculina y en la lucha por el poder hay dos candidatos: el consanguíneo y el amigo. Alí, primo y yerno del profeta y Abu Bakr, amigo y suegro del profeta aunque los tres de edades parecidas. Ganaron los partidarios de Abu Bakr, sunnies, partidarios de la tradición de la Sunna, de la relación directa del creyente con Alá, sin imames intermediarios. Perdieron los Chiies, partidarios del imamato, siendo asesinado Alí y luego sus dos hijos. Ello crea un enfrentamiento que va vistiéndose de diferencias ideológicas y alimentándose de ofensas y asesinatos recíprocos. Hoy casi el 90% de los musulmanes son sunies y el país de referencia es Arabia Saudi. El 10-13% son chiíes y el país de referencia es Iran. Como veremos, el terrorismo islámico es básicamente suni-salafita yihadista, pero puede estar surgiendo el terrorismo chií (noticia del 10 noviembre: aviso de bomba en avión con destino Riad, Arabia Saudi, represalia por la decapitación de un imam chií en Arabia Saudí?).

La segunda tiene más calado ideológico. El sufismo hunde sus raíces en los inicios del Islam como movimiento que prima la espiritualidad y la ascesis. Tiene adeptos tanto chiíes como sunies. Se conocen más de cuarenta ramas del sufismo, algunas también violentas. El salafismo es un movimiento islámico suni que surge en el siglo XIX, como reacción ante una generalizada decadencia del Islam por la colonización y occidentalización progresiva de los países con mayoría musulmana. Surge como un volver a los orígenes del Islam con una interpretación literalista del Coran y la Sunna. En 1928 en su seno se constituye el partido “Hermanos musulmanes” en Egipto. Después de años de persecución sobre todo con Naser en los años cincuenta, resurge con la `primavera árabe y tiene tres ramas: quietista, política y yihadista, que a su vez se subdividen en más de cincuenta subramas. El salafismo yihadista da lugar a las organizaciones terroristas de Al Quaeda, Estado Islámico, Boko Haram, etc

Es una realidad constatable en muchos países europeos que la inmigración musulmana genera una problemática de integración, mejor dicho, de falta de integración, superior a la de otros colectivos inmigrantes. El fenómeno creciente de las “no go-zones” evidencia una tendencia de los colectivos de inmigrantes musulmanes al enquistamiento social y cultural. Esta realidad se produce en todos los países europeos de acogida de inmigración musulmana y genera cifras que generan una alarma social creciente en cada uno de ellos. Hagamos un somero repaso de los países más destacados:

1.- En Suecia, que apuesta por el multiculturalismo, el aumento de la violencia provocada por los inmigrantes musulmanes ha generado una reacción de protesta ciudadana que se ha traducido, en las últimas elecciones de septiembre de 2018 una pérdida de votos (de 113 a 100 escaños sobre 349) del partido socialdemócrata, que ha dominado la escena política los últimos decenios y un crecimiento del partido demócrata, de corte nacionalista (de 49 a 62 escaños) lo que lo convierte en tercera fuerza política (tras el partido moderado con 70 escaños) clave para la formación de gobierno, después del triunfo, el 24 de septiembre, de la moción de censura al presidente socialdemócrata. En el país existen hasta 62 “no-go zones”, en las que rige la sharia y no la ley ni el orden de la policía sueca. Está especialmente presente un movimiento salafista: Centro Dawwa Unido Sueco SUDC y según el Servicio de Seguridad Sueco dependiente del Ministerio del Interior, el número de salafistas yihadistas desde 2010 hasta 2017 se ha multiplicado por más de diez, pasando de 200 a varios miles.

2.- En Francia: Política de asimilación de los inmigrantes (el mayor número y porcentaje de musulmanes sobre población de toda Europa: más de cuatro millones equivalentes a un 7,5% de la población) a un estado centralista y laicista, sobre todo argelinos, agrupados en los “banlieues” y, según medios nacionales hay alrededor de 750 “no-go zones” en el país. Más destacables: el barrio de Saint Denis en Paris, zonas de Roubaix, Marsella, Amiens, Toulouse, Lyon etc. Medidas de integración: en 2003 se estableció el Consejo Francés del Culto Musulmán, nombró ministros musulmanes y adoptó una nueva política de mayor protección respecto de los suburbios o banlieues.
En 2015 se cuentan 90 lugares de culto salafista, cinco veces más que en 2010. Según la Dirección General de la Seguridad Interior, el número de simpatizantes salafista se ha triplicado en cinco años: de 5000 en dos mil diez a 15.000 en dos mil quince. Aunque la tendencia mayoritaria es el salafismo quietista, también existe una minoría yihadista que ha provocado los atentados de 1995 (RER B), 2015 (Charlie Ebdo) y 2016 (atropello de peatones). Toda expresión salafista en Francia está controlada y, en su caso, censurada por las autoridades.

3.- En Alemania: Política de desatención inicial. El salafismo es un movimiento creciente. Según la Oficina Federal para la protección de la Constitución el número de salafistas se duplicó entre 2011 y 2015, pasando de 3.800 a 7.500 y son jóvenes de salafismo político o yihadista. En 2015, Sigmar Gabriel, Vicecanciller alemán afirma: “Necesitamos que Arabia Saudí colabore para solucionar los conflictos regionales y tenemos que dejar claro que el tiempo del silencio ha terminado. Arabia Saudí financia a mezquitas wahabíes por todo el mundo. En Alemania los islamistas más peligrosos vienen de estas comunidades”.

4.- En Inglaterra: Política de multiculturalismo: respetar cultura y religión del inmigrante. Los inmigrantes musulmanes (unos 3,5 millones agrupados en los “suburbs”). Amparados en la ley de arbitraje de 1996, que permite a las partes de un conflicto elegir la manera de resolverlo, el Consejo de la Sharia Islámica tiene tribunales en las principales ciudades: Londres (cuyo alcalde es musulmán), Birminghan, Mánchester, de modo que se aplican las normas de la sharia, incluidas las mutilaciones genitales, matrimonios de menores, abusos sexuales etc. Tampoco se ha librado de atentados terroristas. El Consejo de Mezquitas de Londres prometió boicotear el reciente programa de prevención antiterrorista del Gobierno.

5.- En Bélgica y Holanda: han adoptado muchas medidas para la integración: desde 1986 se crea un grupo de comunicación de corte musulmán. En 1998 se aprobó la ley de integración de Recién llegados. En junio de 2009 se adopta la ley de servicios municipales no discriminatorios. Ese año participan siete musulmanes en el Congreso de los Diputados Neerlandés, otro en el Senado y otro en el Consejo de Ministros. El propio alcalde de Rotterdam es también musulmán… Aunque no ha habido atentados a gran escala, sí se han producido varios asesinatos terroristas, en 2002 y 2004, de personas críticas con el Islam. El enquistamiento social es un hecho de grandes dimensiones en la capital, Bruselas, en la que existe una no-go zone de más de cien mil habitantes: Moleenbek.

6.-En España: hay casi dos millones de musulmanes, (4,12%) de los que más de quinientos mil en Cataluña (6,9%). Existen varias no-go zones en Melilla (la Cañada de Hidum), Ceuta (barriada del Príncipe), Madrid (la Cañada Real Galiana), Santa Coloma de Gramanet, donde se ha producido una agresión sexual de varios menores musulmanes a una chica y su novio en los días pasados, y en Sant Adriá del Besos (Barrio de la Mina). La provocación que supone el vestir occidental de la mujer, constituye para un musulmán, educado en una visión integrista del Islam, una ofensa a su propia persona, sobre todo si es hombre, que justifica la corrección y la sanción por la vía de la falta de respeto o incluso de la violencia sexual.

Medidas de integración: España regularizó con generosidad a inmigrantes ilegales marroquíes, que pasaron de 50.000 a 750.000 en pocos años. No obstante sufrió el atentado de 2004 en Atocha. Ni las autoridades ni los medios de comunicación reaccionaron con dureza. En 2006 se creó el Foro para la integración Social de los Inmigrantes y de 2007 a 2010 se creó el Plan Estratégico Ciudadanía e integración, financiado con 2.000 millones de euros para programas de educación, empleo, vivienda, servicios sociales, mujeres y juventud. Efecto llamada de inmigración parasitaria.
De los 98 templos del salafismo que hay en España 50 se encuentran en Cataluña. Y en Barcelona, en agosto de 2017, a pesar de todas las políticas de integración aludidas, tuvo lugar un nuevo y cruel atentado en las Ramblas.

Atentados

Todas las políticas de integración no han impedido que algunos jóvenes musulmanes radicales perpetrasen espantosos atentados en países europeos y que miles de ellos se hayan unido a los combatientes del estado islámico o Alqaeda.

Las causas de este fenómeno, que con diferentes variables se produce en Alemania, Francia, Suecia, Inglaterra, Bélgica, Holanda y España, no solamente son achacables a las características de estos colectivos. La falta de integración puede deberse a la marginación social y económica sufrida por los inmigrantes, su bajo nivel educativo y económico, el rechazo sufrido y trasladado a las siguientes generaciones ya nacidas en el país de acogida etc. Pero el hecho de que este enquistamiento no se produzca, al menos con la misma gravedad, con otros colectivos, sea de inmigrantes europeos, en el caso de España mayoritariamente rumanos (675.000 en 2017) o de inmigrantes iberoamericanos, en el caso de España (500.000 de diversos países), indica que existe una dificultad específica de integración en el caso de los inmigrantes musulmanes.
La radicalización de los musulmanes europeos se viene produciendo por cinco VÍAS principalmente: las mezquitas radicales, especialmente las salafistas yihadistas, la cárcel, la estancias de larga duración en países de mayoría musulmana e internet, sin olvidar la influencia familiar.

En la radicalización violenta de los inmigrantes musulmanes inciden los MOTIVOS siguientes según BICHARA KHADER, Universidad de Lovaina:

1. Razones de identidad: el argelino de tercera generación en Francia sigue siendo socialmente considerado argelino y musulmán, antes que francés.

2. Razones socioeconómicas, acentuadas con las crisis de 1973 y 2008.

3. La búsqueda de una misión, con la que pasar en la vida “de cero a héroe”.

4. Razones geopolíticas:
* La guerra del golfo de 1990 y la alianza de EEUU con Arabia Saudí provocó la escisión en el seno del wahabismo saudí y la aparición del salafismo yihadista de Ben Laden. *La invasión yanqui de Iraq aumentó Al Qaeda y E.I. * Las ofensivas israelíes sobre Gaza (2007,2012 y 2014 y ayer ) provocaron resentimiento y odio musulmán en el mundo.

El salafismo yihadista constituye, sin duda alguna, el componente religioso presente en la inmensa mayoría de los casos de radicalización

Es llamativo que este profesor emérito belga (de origen palestino), no mencione entre los motivos que llevan a la radicalización de los terroristas el religioso, siendo así que es una constante de casi todos los atentados terroristas la vinculación de sus autores con la rama salafista yihadista del Islam, que viene predicando la violencia de la guerra santa contra el infiel, genéricamente Occidente y especialmente las democracias con especial fijación por la norteamenicana. El salafismo yihadista constituye, sin duda alguna, el componente religioso presente en la inmensa mayoría de los casos de radicalización. Es cierto que también algunas derivaciones sufíes adoptan también, por la vía de la venganza a atentados sufridos por sus partidarios, posturas de violencia terrorista. En cualquier caso la violencia forma parte de la ortodoxia en la interpretación del Islam que hacen algunos grupos de musulmanes.

Por esto cada una de las razones alegadas por Bichara Khader está llena de excepciones (los terroristas de las torres gemelas eran profesionales bien situados, la radicalización en Holanda se ha producido a pesar de los esfuerzos del Estado Holandés en políticas proactivas de contratación, clases gratuitas de idioma etc). El hecho cierto es que la islamofobia, no tanto como odio sino como miedo al Islam, sigue creciendo en Europa en este siglo XXI.

Debemos tratar este tema desde el respeto constitucional que exige la libertad de conciencia y de religión de cualquier persona, sea o no inmigrante. España, como país de acogida, no debe juzgar las creencias religiosas y políticas de los inmigrantes que recibe. Pero sí tiene, no solamente el derecho, también la obligación, de exigir el respeto a su orden constitucional, por parte de todos los que la habitan, sean nacionales o extranjeros, sea cual sea su creencia política o religiosa. Tiene, no solamente el derecho, también la obligación, de garantizar a todos los ciudadanos que la habitan la seguridad física y jurídica. Tiene el derecho, y también la obligación, de mantener el monopolio del ejercicio de la violencia en orden a mantener el cumplimiento de la ley, propio de un Estado de Derecho, en el que todos los ciudadanos renuncian al ejercicio personal o grupal de la violencia, delegándolo en la autoridad del Estado, a través de la Administración de Justicia y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

La integración de la población musulmana en un país occidental exige una interpretación del Islam que, siendo respetuosa con las creencias de dicha religión, no contradiga los principios de convivencia y los valores básicos de la sociedad occidental. Ello significa que algunas facetas de la Sharia: poligamia, ablación genital, matrimonio de menores, castigos físicos a mujeres, guerra santa al infiel, incluyendo a todos los no creyentes etc. no son admisibles, ni siquiera para los inmigrantes musulmanes.

La religión islámica admite una interpretación compatible con la convivencia propia de una democracia occidental. Si acudimos a las fuentes tradicionales islámicas en ellas comprobamos que son estos los cinco pilares básicos del Islam:

1.- Testimonio de fe en un solo Dios Alhá, y en Mahoma, su profeta.
2.- Oración: personal y diaria cinco veces al día orientándose a la Meca y comunitaria de adoración los viernes.
3.- Limosna: el “zakat” o ayuda a los necesitados.
4.- Ayuno: desde el alba hasta el anochecer durante el mes del Ramadán
5.- Peregrinación a la Meca, si es posible para el creyente.

Además una cultura de comida halal, absteniéndose de alcohol y carne de cerdo, vivir la hospitalidad y la sumisión a un Dios misericordioso. Constituye todo ello un entramado de normas y conductas perfectamente asumibles en una sociedad occidental.

La inmensa mayoría de los musulmanes que viven en occidente afirman y defienden un Islam pacífico, sin la violencia que lo hace incompatible con una convivencia en paz con otras religiones y culturas. Quizás es el momento de superar la islamofobia que han generado los atentados islámicos en países occidentales de acogida en los últimos años y, eso sí, asegurar para las nuevas generaciones una educación en un Islam que apuesta por la paz, compatible con sociedades democráticas. En las mezquitas y madrasas debe educarse a las nuevas generaciones de tal modo que desaparezcan los continuos delitos de abuso sexual o violación, la radicalización progresiva de los jóvenes etc.
Ha fracasado estrepitosamente el multiculturalismo que ha imperado en los últimos decenios en varios países de Europa y es el momento de reconducirlo a un Islam, respetuoso con los pilares enunciados pero que haga una interpretación correctora de los contenidos violentos introducidos en el mismo por el salafismo yihadista, el cual debe quedar prohibido en todos los órdenes en los países occidentales y perseguido y expulsado cualquier imam o musulmán que mantenga esa deriva.

De este modo se cumplirá también el fundamento de seguridad física y jurídica sobre el que se asientan los países de acogida y se evitarán planteamientos de enfrentamiento y expulsiones masivas de inmigrantes musulmanes. Solamente aquellos de los musulmanes residentes en países de acogida occidentales que se adhieran a interpretaciones del Islam en la línea salafista yihadista, esto es, que propugnen la violencia como modo de someter a los no creyentes, deberán ser objeto de expulsión del país de acogida respectivo.

Y… la caravana de Honduras

El triángulo norte de Centro América, compuesto por Guatemala, El Salvador y Honduras tiene la desgracia geográfica de estar en el camino de la droga que se produce en Sudamérica y se consume en Norteamérica.

Pobreza, violencia extrema de maras y pandillas, gobiernos ineptos, inestables y corruptos y mafias de narcotraficantes constituyen el ambiente que obliga a la población de estos países a emigrar. Solamente así se explica que una simple convocatoria por redes sociales fuera capaz de reunir a miles de personas en pocos días (ahora superan ya los 14.000) de modo que se inició como éxodo hondureño el 12 de octubre pasado desde San Pedro Sula con destino a EEUU, atravesando Guatemala y México.

¿Qué actitud se debe adoptar ante este hecho por el país de origen y el elegido por la caravana como país de acogida?

La del país de origen es evidente: evitarla en lo posible. El Presidente de Honduras Juan Orlando Hernández anunció recientemente un plan de asistencia para ofrecer empleo y vivienda a los migrantes de la caravana. Ha conseguido que seis mil migrantes retornen a Honduras, pero la caravana sigue teniendo 14.000 personas, porque muchos otros se van sumando a ella.

La del país de destino: EEUU. Es mucho menos evidente y más compleja. Aunque la actitud inicial, ante una iniciativa invasiva y unilateral de grandes proporciones cuantitativas, no es exigible a ningún país que sea de acogida, sino más bien de rechazo, el modo en que éste se produzca y, sobre todo, la apertura de un diálogo sobre las posibilidades del estado de destino de contribuir a la solución del enorme problema humano que subyace en una migración como la de la caravana que nos ocupa, parece que si no exigibles en términos jurídicos, sí serían éticamente deseables y materialmente posibles y ejecutables para EEUU. De todos modos hay que tener en cuenta, ante iniciativas como la que nos ocupa, la importancia de crear un antecedente y un posible efecto llamada para ulteriores caravanas…

Como en todos los casos de migración por estado de necesidad de los migrantes, las soluciones reales pasan por resolver en origen las causas profundas que las originan. Comprendo que ello nos lleva a una dimensión y complejidad del problema que excede del ámbito de estas reflexiones.

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