«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La ira del justo

8 de septiembre de 2014

En medio de las situaciones difíciles es cuando aparecen y se ponen de manifiesto las irregularidades de un sistema. Cuando todo va “viento en popa” la mayoría de la gente no se para a pensar sino a disfrutar del viaje. Es precisamente en estos momentos cuando una mayor responsabilidad recae sobre las clases dirigentes, para conservar y proteger al sistema, si es que quieren que el mismo sobreviva. Es evidente que tras mucha oratoria democrática y complaciente, las estructuras de partido no han estado a la altura de las circunstancias, atajando la corrupción del sistema, si es que el propio sistema para financiarse no se apoyaba precisamente en esa corrupción. La presión fiscal a todos los niveles -nacional, autonómica, municipal y especial, directa e indirecta- es claramente excesiva si lo que se quiere es impulsar una economía y genera empleo productivo. Eso añade agravio a la ofensa.

Los ciudadanos españoles están furiosos con su clase política y expresan su malestar votando a la contra, más que a favor de un ideario determinado, lo cual resulta preocupante cuando vemos las características de ese voto, es irracional… Es fruto de un “cabreo” monumental que ciega al votante, como las rabietas infantiles, e irreflexivamente vota romper la baraja. No es el voto en contra lo que preocupa, había alternativas en las elecciones europea que claramente pedían cambios en el sistema: Ciudadanos, UPyD, Vox, y sin embrago un sector significativo optó por un castigo anti sistema, sin darse cuenta que tras ese modelo se esconde una dictadura, vieja y conocida mucho más corrupta, miserable y cínica que lo que denuncian. Es un voto, no en contra, sino irracional, fruto de la ira, suicida. Es grave que aun en estas circunstancias los actuales jerarcas políticos sigan sin reaccionar y no apliquen cirugía de urgencia, que sigan ocupándose con sus pequeñas ambiciones partidistas, llevando la contraria por llevarla, sobre “si son galgos podencos”, protegiendo descaradamente a los suyos y a los ajenos por instinto corporativo, Habría que abrir un proceso rápido, no escudarse en los tiempos, que siempre da la impresión de lo que buscan es la impunidad del largo plazo, y con ello el olvido. Lo que nos estamos jugando, si un PSOE desesperado se apoya en un Podemos para no perder comba y crear de nuevo un frente popular,  el desastre que se nos vendría encima no tiene comparación con la dichosa crisis de la que estamos intentado salir. El pueblo español tiene la oportunidad de demostrar su sensatez o madurez precisamente democrática, esa será la responsabilidad histórica de esta generación.

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