Cuando en una misma semana, las noticias de portada de la prensa escrita son la comparecencia del Presidente de Gobierno en un juzgado, la dimisión del Fiscal Jefe Anticorrupción por tener una empresa en un paraĆso fiscal, si el Fiscal General del EstadoĀ ha mentido o no cuando le han preguntado sobre su subordinado, el apoyo o no del Ministro de Justicia recientemente reprobado por el Congreso y multitud deĀ revelaciones turbias sobre casos que afectan a un buen nĆŗmero deĀ ex Presidentes Autonómicos: Jordi Pujol, Ignacio GonzĆ”lez, Pedro Antonio SĆ”nchez, Manuel Chaves, JosĆ© Antonio GriƱanā¦; algo huele a podrido en EspaƱa. En EspaƱa hay corrupción generalizada y, hoy por hoy, este cĆ”ncer no estĆ” curado.
Si es verdad que, de un tiempo a esta parte, se conocen muchos casos que estaban ahĆ silentesĀ y por tanto la justicia hace su trabajo, y se puede suponer que el gobierno no se lo impide; pero el que se den a conocer, no implica ni que se investiguen a fondo, ni que se concluyan judicialemente y mucho menos que no se repitan. A la sensación, cada vez mĆ”s contrastada, de que esto ha sido una cueva de ladrones, se aƱade la corrupción del uso de la judicatura como arma polĆtica y, en muchos casos, la de la caza obscena del enemigo polĆtico por parte de la prensa de partido.
No solo hay corrupción polĆtico económica, probablemente la mĆ”s burda, hay una corrupción moral de fondo que se resume enĀ āel todo valeā, el relativismo, y enĀ āel fin justifica los mediosāĀ que es capaz de disculparĀ los actos mĆ”s miserables.
No entiendo nada. Una sociedad en que cada uno va a la suya y lo Ćŗnico importante es que lo que uno hace malĀ no se sepa, Āæno es irrespirable? Āæalguien me lo explica?