«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Chilena. Casada, madre de nueve hijos, licenciada en Filosofía por la Universidad de los Andes, miembro de la Convención Constitucional por el Distrito 10 y directora ejecutiva de la Fundación Nueva Mente.
Chilena. Casada, madre de nueve hijos, licenciada en Filosofía por la Universidad de los Andes, miembro de la Convención Constitucional por el Distrito 10 y directora ejecutiva de la Fundación Nueva Mente.

Kast ya ganó

18 de diciembre de 2021

Falta poco para la elección presidencial chilena, pero los resultados de esta segunda vuelta (y definitiva), ya los conocemos: ganó Kast. Ganó incluso aunque obtenga una votación inferior a la de Gabriel Boric, el candidato de la ultraizquierda apoyado por el Partido Comunista.

En efecto, el político chileno apostó desde hace años ya por un discurso de contornos bien definidos, y ajeno a los criterios de corrección política que algunos se empeñan en instalar para ganar la batalla cultural ‘por decreto’ (es decir, sin debate previo ni contrapunto). 

A diferencia de la actitud que mostró la elite política, tanto de izquierda como de derecha, Kast no se dejó intimidar por las descalificaciones permanentes de la nueva generación: ésa que —desde el púlpito de una pretendida y autoconferida superioridad moral— apunta con el dedo a sus antecesores… Ésa que se considera infalible a pesar de que no ha tenido tiempo suficiente, aún, para cometer errores… Ésa que denuncia un modelo social que sustenta su propio estilo de vida, incluidos lujos y caprichos. 

Kast no cedió tampoco a los embates de la prensa, a la liviandad con que lo han tildado de extremo, aunque la verdad sea que es un demócrata de probada trayectoria, cuyo único ‘pecado’ consiste, en realidad, en ser también un conservador. 

Kast desarticuló la tesis de que su discurso era inviable, de que estaba condenado a representar a un nicho demasiado reducido

A diferencia de Trump o de Bolsonaro, el candidato chileno no es un provocador. No se le ha visto reaccionar de manera destemplada, y tampoco hay registro de declaraciones suyas escandalosas. De hecho, es reconocido por su serenidad y también por la cortesía y afabilidad de sus modales. Él mismo ha admitido en varias ocasiones, además, que es algo tímido. Nada de lo anterior obsta, sin embargo, para que defienda con firmeza inquebrantable sus propias convicciones.

Kast ganó. Desarticuló la tesis de que su discurso era inviable, de que estaba condenado a representar a un nicho demasiado reducido. Tesis que tenía (es de esperar que eso cambie) a políticos sensatos, de un sector y de otro, sumidos en la irrelevancia, arrinconados y con la cabeza gacha, ante un grupo de jóvenes tan arrogantes como estúpidos.

La prueba viviente de que José Antonio Kast es el ganador indiscutible de las elecciones en Chile ha sido, sin embargo, su propio contendor. Después de los resultados de la primera vuelta, el discurso de Gabriel Boric ha sufrido un cambio radical (a ratos, grotesco). Y no se trata de un movimiento en dirección al centro del espectro político. No. Nos referimos a cambios sustanciales, a posiciones opuestas a las que defendía hace menos de un mes, en materias además bastante nucleares.

Kast ya demostró que era posible, ahora hay que avanzar con determinación para que sea realidad. 

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