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Nahem Reyes (venezolano, 1979). Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello, Certificate of Strategy and Defense Policy of William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies of National Defense University (Washington, D.C.). Analista y Consultor político, especialista en Relaciones Internacionales y, actualmente es Miembro Asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.
Nahem Reyes (venezolano, 1979). Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello, Certificate of Strategy and Defense Policy of William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies of National Defense University (Washington, D.C.). Analista y Consultor político, especialista en Relaciones Internacionales y, actualmente es Miembro Asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

La autohumillación estadounidense

26 de agosto de 2021

Recientemente, el mundo quedó literalmente paralizado con las escalofriantes imágenes del aeropuerto internacional de Kabul, donde miles de personas se agolparon con absoluta desesperación para intentar escapar de los terribles talibanes, el grupo terrorista fundamentalista islámico que acaba de recapturar el poder después de 20 años tras la renuncia del septuagenario Presidente Ashraf Ghiani.

La gran pregunta es: ¿El temible retorno al poder por parte del Talibán era posible de evitar? De ésta se desprenden decenas de interrogantes: ¿Cómo fue posible que ello ocurriera si Estados Unidos estaba afincado en el territorio desde hace dos décadas? ¿Las prestigiosas agencias estadounidenses como la CIA, NHS y El Pentágono proveyeron oportuna y debidamente de la información de inteligencia al presidente Biden? ¿Pese a tener conocimiento de la situación real del Talibán insistió Biden en la evacuación en los términos en que fue realizada? ¿Tuvo sentido para la sociedad estadounidense y sus contribuyentes haber invertido 85.000 millones de dólares, más de 2.500 hombres muertos en combate y 20 años de guerra para entregar Afganistán nuevamente a los terroristas?

En cuanto al planteamiento mayor, basta con un contundente sí. Ahora, era posible en la medida en que fuese elaborado e implementado un plan político estratégico y de seguridad multidimensional que implicaba, ineludiblemente, la continuidad del contingente militar de USA en territorio afgano. Claro está, ya no con 100.000 efectivos en campo, pero al menos sí con un tercio de este. Infelizmente nada de esto ocurrió, simplemente porque el presidente Biden, tal y como aseguró tajante y erradamente en la Casa Blanca: “Estados Unidos no tiene interés nacional en Afganistán.”

La concepción de Biden sobre Afganistán constituye una enorme desfachatez y ésta ha sido la piedra angular que ha dado rienda suelta a la lamentable cadena de errores que luego tuvieron lugar en territorio afgano y que explican, en gran medida, las razones por las cuales el presidente Ghiani renunció y abandonó el país, así como la inacción de las Fuerzas Armadas afganas frente a los talibanes, cuya capacidad de fuego y número era muy superior a la de los terroristas -El Ejército estaba formado por 300.000 efectivos equipados con helicópteros, aviones y tecnología punta frente a unos 30.000 guerrilleros radicales-. 

La visión del presidente Biden es altamente cuestionable pues, no sólo ha conducido al país que gobierna a una de las mayores y más recientes humillaciones internacionales de la historia diplomática estadounidense. Lo que es peor: ha puesto en riesgo la seguridad nacional de sus propios ciudadanos así como la de sus aliados del mundo libre (básicamente las sociedades nor-atlánticas) al permitir la recaptura del poder a los Talibán. Amén de abandonar a una muerte segura a miles de aliados afganos y a sus familiares, aquellos que se desempeñaron como traductores, guías, informantes o agentes de inteligencia en campo y, por supuesto, el retorno a la barbarie contra las mujeres. En crudo, un desastre monumental que marcará todo el gobierno de Biden.

¿Está el presidente Biden capacitado mental y físicamente para continuar en el cargo de líder de los Estados Unidos?

La naturaleza de la crisis política de Biden respecto a Afganistán llevó al senil presidente a dar a mediados de esta semana una mediocre alocución en la Casa Blanca sobre el covid-19, en un inútil y desesperado esfuerzo por eludir la crisis afgana, al tiempo que el parlamento británico abrió fuego de grueso calibre contra el mandatario estadounidense a quien criticaron por su “falta de inteligencia, liderazgo y deber moral”. Finalmente, a su homólogo Boris Johnson, asediado por el fuego relámpago tanto de los conservadores como de los laboristas, sólo le restó convocar a una Cumbre de Emergencia del G7 para analizar la crisis.

Las últimas acciones del presidente Biden -la pírrica reconquista del Aeropuerto Internacional “Hamid Karzai” de la ciudad de Kabul o el anunció de envío de tropas y de un tardío plan de evacuación de los estadounidenses y colaboradores-, a nuestro juicio, rayan una deplorable y lamentable caricatura. Lo cual muestra, a todas luces, el total grado de incertidumbre y la ausencia de una necesaria visión estratégica del gobierno de Biden sobre Afganistán. 

Para concluir, todo lo antes expuesto nos conduce a una dura interrogante: ¿Está el presidente Biden capacitado mental y físicamente para continuar en el cargo de líder de los Estados Unidos? La evidencia es concluyente, para mí: se trata de una crónica de una muerte anunciada dado el perfil de Biden, pero veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en Washington D.C.

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