«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

La burra y el rufián

4 de septiembre de 2021

En esta España cambalache que sufrimos, la maldad insolente tiene gracia, vende; los inmorales no nos han igualao, nos han sobrepasao y la competencia por decir la barbaridad más gorda es feroz. El verano no le ha sentado bien a la gente de mal. Es más, la chusma viene empoderada -no me tengan en cuenta la expresión- si entendemos el término como subidita, sobrada y consciente de su terrible influencia en las cabecitas vacías que, a juzgar por los resultados, se cuentan por millones. 

El vídeo del más que nunca rufián Rufián pseudoentrevistando a una tal Soyunapringada -ojo al personal- se ha hecho viral por decir que hay que matar a los de Vox. Tal cual. Es importante aclarar a los que no frecuentan las redes asociales, que hoy en día ser viral es lo fantástico, es el triunfo. Aunque lo viralizado sea el mayor despropósito, una perfecta porquería, qué más da, lo importante es acumular visualizaciones y favs. Ya lo cantaba Gardel -que cada día canta mejor-, “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador”, si has conseguido que todo el mundo te conozca.

Así de sencillo. Así de brutal. La burra -la cerda, según Girauta- se cree graciosa; le han hecho creer que es incluso ingeniosa.

Los rufianes entrevistan y ponen cara de pensadores como si tuvieran enfrente a un gran profesor, cuando lo que hay es una burra. “Todo es igual, nada es mejor”. La burra -supongo que no le importará que me refiera a ella con este sustantivo ya que ella se dirige a sus seguidores con el bonito apelativo de “cachos de mierda”- dice que hay que comprar armas y cócteles molotov y hacer así: boom. Su voz no se altera lo más mínimo, habla igual que si diera una receta de cocina. El avezado preguntante y diputado del Congreso de los Diputados, reacciona con habilidad -por eso lo llamo avezado al chaval en esta ocasión- a la provocación y pregunta rápido no vaya a ser que se le escape la burra sin señalar el objetivo: “¿qué hay que hacer con Vox, por ejemplo?” La burra respondecon naturalidad: “Matar”. Y siguen hablando, rebuznando o lo que sea que hagan.

Así de sencillo. Así de brutal. La burra -la cerda, según Girauta- se cree graciosa; le han hecho creer que es incluso ingeniosa. Para estos dos -entrevistada y entrevistador- esto no es odio, es justicia. Por eso, entienden, justifican y promocionan que en Vallecas y en multitud de lugares, se apedree de forma sistemática a los manifestantes de Vox. Ya no hablamos de superioridad moral y esas cosas, la burra y el rufián se permiten decidir quién tiene que morir y quién no. Es mejor arrasar ahora. Hay que hacerlo. Y lo que a nosotros nos parece una barbaridad por la que habrán de dar cuenta antes los tribunales, a millones de “cachos de mierda” les parecerá normal. Este es el drama que vivimos, que los delincuentes destarifados son los nuevos líderes de opinión. Influencers, perdón.

La burra de Baracaldo no sabe quién es Urkullu -el del partido recogenueces-, pero a Otegui lo conoce muy bien: “Perfecto, el mejor hombre del mundo”. Oídas estas palabras no puedo evitar recordar los selfies del expresidiario con cientos de catalanes allá por 2017, el año del procés, como el héroe que es para toda esta purria y me viene otra vez a la cabeza esta triste España cambalache en la que “es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”.

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