Yo, que soy facha, tuve una novia aprendiz de chamana. Nadie es perfecta. Viajé con ella un par de veces a la selva del Perú. Y conocí a su maestro, un indio shipibo que usaba ciertas plantas medicinales a las que llamaba maestras. Algunas servían para alterar la conciencia. Pude charlar un par de veces con él. La primera vez le esperábamos sentados en un enorme tronco caído. Nos distraía un insecto de aspecto peligroso que merodeaba entre nuestros pies. El bicho, peludo y de colores chillones gritaba a los cuatro vientos lo dañino que era. Su aspecto no engañaba, como el de Óscar Puente. Aquel era un campamento muy jipi, espiritual, y el maestro hablaba a menudo de la comunión con todos los seres de la selva, por eso no lo matábamos a pesar de la aprensión y el coñazo que daba; sólo lo apartábamos con los pies. El chamán salía de su choza y caminaba hacia nosotros. La gente de aquella pequeña aldea le trataba con veneración y a menudo comentaban lo apabullante de su presencia; cómo se notaba que él «ya estaba ahí». Ignoro el lugar al que se referían, pero nos saludó con una sonrisa y lo primero que hizo, antes de sentarse a nuestro lado, fue matar al bicho de un pisotón. Sin miramientos. Asunto zanjado. El maestro se acaba de apuntar un tanto, pensé. Mi novia y yo intercambiamos una mirada rápida y yo tuve que aguantar la risa. El hombre —se llamaba Guillermo— comenzó a contarnos algunas cosas sobre la ceremonia que nos esperaba esa noche. Y explicó que las plantas maestras sólo debían usarse para hacer el bien. ¿Hay quien las usa para el mal?, pregunté. Muy poca gente, casi nadie, tiene el valor de reconocer que hace el mal —respondió— la inmensa mayoría se justifica a sí mismo de forma que pueda dormir tranquilo. Acababa de apuntarse otro punto. Hablaba de esos «lo tienen merecido», «si no lo hago yo lo hará otro» o, ya puestos, de los «al menos no gobierna la derecha».
Recordaba todo esto al leer la noticia de que Ábalos, viendo que el partido dejó de protegerle, votará en conciencia a partir de ahora. Primero la sorpresa; ¡ah!, ¿la tiene? ¿No es él lo que su cara anuncia, como aquel insecto u Óscar Puente? ¿Actuó en el pasado en contra de sus principios y a favor del psoe? ¿Cuándo fue, José Luis? ¿En tu encuentro con Delcy? ¿Al rescatar la aerolínea chavista Plus Ultra? ¿Durante los estados de alarma que os saltabais? ¿Mientras te forrabas con las mascarillas? ¿En tus andanzas con Koldo? ¿Fue la alianza con Bildu, alma de cántaro? ¿O con los golpistas catalanes? José Luis ha dicho basta. Nos quiere hacer creer que es por la financiación catalana. Pero es sólo porque la mafia sociata ya no le protege, así que él ya no se debe a la mafia. Ábalos es el cargo típico del psoe. Un cobarde incapaz de asumir su maldad. Experto en racionalizar sus mierdas. Un tipo que defiende su sueldito. Es el votante que protege su ayuda o su conciencia jiliprogre; el niño incapaz de postergar la recompensa. Sabe que está destrozando el país, que esa ayuda, esa jubilación, nos hipoteca. Pero no importa. Los fachas lo merecen. Si no la cobro yo, la cobrará otro. Y sobre todo, eso sí, no gobierna la derecha.