«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

La Europa de las naciones

28 de octubre de 2022

Lo específico de la Europa moderna es la idea de nación. Conviene conservar esa singularidad, ahora, ante el riesgo de subsumirse en el “globalismo”, que es lo que impregna la mal llamada Unión Europea. En efecto, ese es un marbete desproporcionado, al no comprender a naciones con tanta solera como el Reino Unido, Suiza, Rusia y otras del Este. Preciso es redefinir el territorio de Europa como quedaba dibujado en los añosos textos escolares: desde los Urales hasta los varios Tules y Finisterres. A su vez, algunas viejas naciones de Europa mantienen lazos particulares de tipo cultural o nostálgico con las viejas colonias. Así, el Reino Unido con los Estados Unidos de América y la difusa Commonwealth o España con la Iberosfera. Eso, también, forma parte de las tradiciones.

Con un planteamiento como este, llegaremos a entender mejor la actual Guerra de Ucrania como una guerra civil europea. Solo, se podría detener si alguna vez pudiera levantarse una verdadera Organización de las Naciones de Europa (ONE). Con el esquema actual de la ONU y la OTAN, más el irredentismo ruso, el conflicto no lleva trazas de parar.

Debe quedar claro que la realidad de las unidades nacionales es incompatible con la pervivencia de algunas colonias

Al menos, en Europa, las naciones siguen siendo las unidades básicas para salvaguardar las tradiciones culturales y defender la mínima soberanía de sus pueblos. Naturalmente, la pretendida ONE es, hoy por hoy, una especie de utopía o ensoñación. Puede, incluso, que llegue tarde, ante el declinar del bloque occidental en todos los órdenes y el orto de un eventual centro chino y su amplia zona de influencia. La hipotética ONE sería, más que nada, defensiva. Constituiría una especie de reserva espiritual en un mundo atormentado por la violencia, podrido por la degeneración moral y triturado por las desigualdades.

Debe quedar claro que la realidad de las unidades nacionales es incompatible con la pervivencia de algunas colonias. De ahí, lo absurdo de la continuidad de Gibraltar, las columnas de Hércules del viejo continente europeo. Si bien se mira, es el equivalente hodierno de las antiguas islas caribeñas, refugio de filibusteros. Ahora, se trata de negocios más suculentos, como las apuestas onlain, las evasiones fiscales o las drogas de adicción.

Fue un error que Turquía formara parte de la OTAN. Por cierto, se trata esta de una organización inservible ante la posibilidad de una Europa completa

Aunque pueda parecer inverosímil, el Reino Unido necesita poseer la colonia de Gibraltar más que nunca. Es la única forma de seguir manteniendo la ficción del viejo imperio y su añorada talasocracia. Mientras tanto, el Reino Unido ha abandonado el destino de los últimos siglos, cuando exportaba de todo, especialmente, ciencia. Antes bien, ahora, es como un gigantesco portaaviones, que necesita avituallarse en los puertos que toca. Es decir, el Reino Unido tiene que importar de todo. Lo malo es que ese mismo porvenir se cierne sobre el conjunto de las naciones europeas. Solo Rusia puede exportar energía y materias primas en cantidades ilimitadas; razón de más para que forme parte de la esperada ONE. Como es natural, antes de eso, tendría que producirse en Rusia una especie de revolución democrática, superando, antes, la eventual secesión de los territorios siberianos. Muchas condiciones parecen; de modo especial, para una nación que ni siquiera ha pasado por la experiencia de la economía de mercado o el mínimo pluralismo político.

Otra cautela para la formación de la ONE sería que, en ningún caso, Turquía pudiera formar parte del proyecto, al ser, eminentemente, histórico o cultural, más que geográfico. Ya, fue un error que Turquía formara parte de la OTAN. Por cierto, se trata esta de una organización inservible ante la posibilidad de una Europa completa. Soñemos, alma, soñemos.

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