«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

Biografía

Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

La frustración de los europeos

21 de abril de 2022

Pasó la desgraciada aventura de los nazis, al provocar la II Guerra Mundial, y, como secuela, la ocupación de la Europa del Este por los soviéticos. Todo eso es un lamentable pasado, ahora, reverdecido con la invasión, a sangre y fuego, de Ucrania por Rusia.

Lo malo no es, solo, la razzia putinesca por las feraces tierras ucranianas. Lo peor ha sido la falta de decisión de la Unión Europea para oponerse, militarmente, a tal incursión destructiva en un país europeo. Esa inmensa cobardía colectiva ha producido una mala conciencia en los Gobiernos de la Unión Europea. Para acallarla, se han puesto a enviar al frente aparatosas donaciones de armas ligeras, material defensivo y dinero. Todavía más decisiva ha sido la acogida de varios millones de refugiados ucranianos, una corriente sin precedentes en la historia. No han terminado en los tradicionales campos de refugiados, sino en los respectivos hogares de recepción de diferentes países europeos, singularmente, Polonia.

La decisión de no intervenir con tropas de la Unión Europea para detener la invasión rusa se justifica con un razonamiento, que más parece una especie de chantaje. Se argumenta que el envío de soldados al frente produciría, inmediatamente, el estallido de la III Guerra Mundial. Una explicación tan especiosa le sirve a Rusia para, eventualmente, poder seguir con el juego de amenazar con la intervención en los Estados Bálticos, Polonia, Rumanía, etc. Se trataría de reconquistar el viejo sueño de Stalin, artífice de la Conferencia de Yalta, como pago de su contribución a la derrota de Alemania.

Lo anterior revela una compleja historia de frustraciones colectivas, siempre, difíciles de superar. No es la menor la incapacidad de la Unión Europea para disponer de un ejército propio. ¿Cómo va a organizarse ese instrumento cuando ni siquiera ha sabido implantar una sola embajada para representar a la Unión ante otras potencias?

La solución salomónica de partir el territorio ucraniano en dos (al estilo de Corea o Chipre) no podrá significar más que ulteriores conflictos

De sobra es sabido el mecanismo de la psicología: la frustración genera agresión. Rusia se siente decepcionada por haber abandonado el expansionismo de Stalin. La Unión Europea se aflige por ser, solo, la sombra de una confederación. El ambiente de agresión se destapará el día en que Rusia decida continuar invadiendo otros territorios fronterizos. Añádase el fracaso general de lo que significa el coste económico y humano de mantener millones de refugiados en los distintos países de la Unión Europea. Es un empeño que no debería durar más que unos pocos meses. Me temo que el plazo se ampliará. También, se dijo que la invasión de Ucrania sería cosa de unos pocos días, una guerra relámpago. Pero, lleva trazas de enconarse. La solución salomónica de partir el territorio ucraniano en dos (al estilo de Corea o Chipre) no podrá significar más que ulteriores conflictos. Se podría haber hecho con negociaciones diplomáticas. Ahora, el coste de la feroz invasión descarta una salida, que podría haber sido racional.

Total, que el contencioso de Ucrania no parece tener solución. No es que sea un razonamiento pesimista, sino que la situación es pésima. Al final, lo que se demuestra, una vez más, es que Europa (algo más que la Unión Europea) es un continente inviable. Al menos, ha perdido el ascendiente internacional que un día ostentó. 

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