«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

La hegemonía de la ciencia

31 de marzo de 2021

Tradicionalmente, el dominio imperial de un Estado sobre un espacio geográfico más amplio (hegemonía) se basaba en el poder militar. Pesaba mucho el dominio de los mares (talasocracia). Hoy, ese factor sigue siendo cierto; solo, que se convierte en consecuencia de otro anterior y más básico: el conocimiento, la ciencia, la técnica. Puede medirse, igualmente, en términos de producción, productividad, exportaciones; si bien, el fundamento viene a ser el mismo: la capacidad científica.

La ciencia, o conocimiento sistemático de la naturaleza y de los procesos físicos, cuenta con gloriosos antecedentes en la Grecia clásica. Sin embargo, de modo específico, se formaliza, por primera vez, en la edad moderna, para unos pocos países europeos. Se suceden diversos imperios, hasta que, en el siglo XX, los Estados Unidos de América, toman la delantera, después, de dos guerras mundiales, que ellos deciden. 

La realidad nos dice que la Unión Europea ya no representa la hegemonía mundial de otrora, en casi ningún sentido

La hegemonía técnica y científica se apoya en un sistema educativo muy selecto, en el que destacan algunos centros de excelencia. Es un círculo virtuoso, pues que, tal selección implica una inversión económica muy fuerte, que, a su vez, se deriva de una alta y creciente productividad de las distintas ramas económicas. Se comprenderá que, ante tales exigencias, la ciencia, a partir del siglo XIX, haya florecido en muy pocos países y hasta en contadas ciudades.

Un país resulta, científicamente, hegemónico (y en el dominio económico y militar), no solo porque genera vocaciones científicas, sino porque las atrae de los universitarios educados en otros países. Es el caso eminente de los Estados Unidos de América, sobre todo a partir del final de la II Guerra Mundial. Se debe precisar que los Estados Unidos de América no solo han importado científicos, sino otros muchos profesionales, incluyendo directores de cine.

Mi predicción es que en China estallará, pronto, una revolución en favor de la libertad.

En el siglo XXI, se empieza a plantear si China no sucederá a los Estados Unidos de América como hegemonía mundial en el plano de la producción, la técnica y, eventualmente, la ciencia. Mi amigo José M. Tortosa me hace ver que la voz “China”, en mandarín, significa “el país del centro”, lo que implica una misión imperial. Desde la perspectiva occidental, parece una pretensión disparatada, puesto que, consideramos a China como “el extremo oriente”, por tanto, algo marginal. Seguimos pensando los europeos con una visión “eurocéntrica”. No obstante, la realidad nos dice que la Unión Europea (que no incluye a Rusia y, ahora, tampoco al Reino Unido), ya, no representa la hegemonía mundial de otrora, en casi ningún sentido. Solo, le cabe el honor de haber sido la impulsora del conocimiento, la cultura, el arte y la ciencia durante los siglos pasados. Viene a representar el papel atribuido a Grecia en la época del imperio romano.

Históricamente, el impulso de la creación científica se ha acompañado, casi siempre, de la idea de libertad en todos los órdenes. De momento, tal asociación se halla ausente de China, una formidable excepción histórica. Puede que la libertad no sea tan esencial para el desarrollo económico (producción material, exportaciones) y el avance de la técnica. Pero, la hegemonía mundial (desde luego, militar) exige un paso más: la creación científica. Mi predicción es que, en China, estallará, pronto, una revolución en favor de la libertad. Supone un factor exótico para el continente chino, pero también lo era, hace medio siglo, la delantera en el terreno de las exportaciones, de la producción fabril. Cabe otra salida, que China siga manteniendo la extraña combinación de un régimen totalitario con un fantástico desarrollo económico, en casi todos los órdenes. ¿Podrá albergar, también, el liderazgo científico en el mundo? Yo, desde luego, no lo veré, por razones, estrictamente, demográficas, de expectativa de años de vida. Pero, las generaciones, que sigan a la mía, asistirán a ese fantástico experimento.

.
Fondo newsletter