«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

La inmigración invisible

28 de agosto de 2024

Una nueva pandemia se extiende por toda Europa, especialmente en nuestro país, más terrible que cualquier otra conocida puesto que afecta a personas que desconocen padecerla, ocasiona graves perjuicios a terceros y degrada nuestras vidas, nuestras ciudades y nuestros barrios. Trátase de un singularísimo tipo de ceguera que provoca en los individuos la incapacidad de ver a la inmigración ilegal y, consecuentemente, lo que ésta supone. A diario los que padecen este síndrome aseguran que no existen menas que delincan, inmigrantes ilegales que se hayan apropiado de sus pueblos y nos dicen que todo eso es un bulo, una mentira, una ilusión óptica. Consultados por este periodista algunos oftalmólogos de reconocida solvencia nos han asegurado que se trata, en el mejor de los supuestos, del caso de miopía política y social más enorme que se haya conocido en la historia de la humanidad. Desgraciadamente no parece haber cura, puesto que, siempre según el comité oftalmológico, no hay peor ciego que el que no quiere ver ni votante más tonto que el que cierra los ojos.

Esa inmigración invisible para muchísimas personas afecta no tan sólo a la vista, sino también a otras partes del organismo humano. Puede conllevar machetazos, cuchilladas, patadas, puñetazos, violaciones y, en un plano más social, fraude en las ayudas públicas o delitos de diversa índole como la ocupación ilegal de viviendas, así como del espacio público. No sabemos si la OMS tiene pensado hablar de este fenómeno, aunque un señor que trabaja —es un decir— ahí nos ha dicho cuando le hemos preguntado por el tema que somos unos fachas y deberíamos estar en la cárcel por no querer ayudar a mujeres y niños que huyen de las guerras y el hambre. Ahí se produce otra consecuencia terrible de tamaña pandemia: donde mucha gente vemos llegar en pateras de forma ilegal o asaltando la playa del Tarajal solo a hombres adultos, fuertes, en edad militar, con teléfonos móviles de los buenos y manifestándose en contra de España, la zurdería —léase, los que solo ven por el ojo izquierdo y a veces ni eso— ven legiones de chiquillos necesitados de auxilio, mujeres embarazadas, ancianos exhaustos. Todo por nuestra culpa, la extrema derecha, el peligrosísimo VOX, Viktor Orbán, ah, y de Israel, evidentemente.

Como que una cosa y la otra no pueden existir conjuntamente en un mismo plano de existencia, un científico español del CESIC que nos pide que le guardemos el anonimato y una foto de Abascal dedicada, aburrido por no poder trabajar debido a que no tiene presupuesto dado que lo que le daban para investigación ahora se lo lleva el ministerio de igualdad, nos ha asegurado que sería un caso en el que conviven dos dimensiones paralelas. Una es la nuestra, la que ve y reconoce lo que hay, y otra la zurda, que sólo ve lo que le interesa poque vive de esto.

Y así andamos, unos viendo como el barco se hunde y otros tocando el violín porque aquí no pasa nada y, si pasa, se le saluda.

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