Ha trascendido que en el próximo Congreso del PSOE habrá una enmienda para expulsar del partido a los clientes de la prostitución. Esto puede suponer un hito en el partido, un antes y un después solo comparable al momento en que Felipe González, tras Suresnes, renunció al marxismo.
La renuncia a la prostitución sería el nuevo viraje histórico del PSOE, el segundo aggiornamento. El socialismo español ha venido siendo puteril y ahora ha de ser solo charil. El PSOE, si va en esa dirección, se refundará como forma de reaccionar a esa foto en la que junto a Sánchez posan Ábalos, Koldo y Cerdán como Tom Cruise, Matt Dillon y Rob Lowe en Rebeldes.
La renuncia a la prostitución reforzará el feminismo, que además de ser central se quiere dar un retoquito en el Congreso del partido.
El feminismo socialista no solo quiere purgar a los correligionarios putañeros, también superar los excesos asociados al movimiento trans, culpable de reducir a la izquierda a un absurdo, como quedó demostrado en EEUU. El feminismo que propondrá el PSOE admite el LGTBI pero ni una letra más, y también pedirá moderar el uso del término «género». O sea, reconducir el feminismo a la racionalidad.
Porque lo más fiel que tiene el PSOE es la mujer, la mujer española, su votante, esas señoras malvas que llaman «negativista» a Vito Quiles.
Del Congreso de 2024 saldrá un Partido Social-Feminista Español, o, más bien, un Partido Federal Feminista (el pff) fortalecido por dos abandonos: el de las locuras wokes de no saber definir mujer y el del socialismo de puticlub, que era un poco la nostalgia de la Casa del Pueblo una vez se tocaba presupuesto.
Lo que está pidiendo el sector femenino es coherencia y decencia. Si hay corrupción, al menos que no haya señoritas. Aunque, entonces… ¿qué interés tiene corromperse?
Por eso la renuncia es fundamental e iría a los principios, a la médula del funcionamiento histórico del aparato y sus miembros. ¿Qué electricidad animará ahora sus órganos si no se pueden ir donde las lucecitas ni invitar a una sobrina?
El PSOE ha sido marxismo-luminismo. Primero perdió lo primero, y el alma del partido quedó de supuesto instrumento de análisis y patrimonio sentimental; ahora le toca al ir de putes, pulsión e idiosincrasia que quedará quizás como reminiscencia de un lejano obrerismo macho, vestigio de una psicología profundamente oligárquica; el puti (o la sauna) como técnica, como locus parapolítico, como sanctasanctórum donde en rituales orgiásticos en calzoncillos se forja y solemniza el clan o la banda, formas biológicas que habitan el consenso.