«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

La segunda renuncia del PSOE

27 de noviembre de 2024

Ha trascendido que en el próximo Congreso del PSOE habrá una enmienda para expulsar del partido a los clientes de la prostitución. Esto puede suponer un hito en el partido, un antes y un después solo comparable al momento en que Felipe González, tras Suresnes, renunció al marxismo.

La renuncia a la prostitución sería el nuevo viraje histórico del PSOE, el segundo aggiornamento. El socialismo español ha venido siendo puteril y ahora ha de ser solo charil. El PSOE, si va en esa dirección, se refundará como forma de reaccionar a esa foto en la que junto a Sánchez posan Ábalos, Koldo y Cerdán como Tom Cruise, Matt Dillon y Rob Lowe en Rebeldes.

La renuncia a la prostitución reforzará el feminismo, que además de ser central se quiere dar un retoquito en el Congreso del partido.

El feminismo socialista no solo quiere purgar a los correligionarios putañeros, también superar los excesos asociados al movimiento trans, culpable de reducir a la izquierda a un absurdo, como quedó demostrado en EEUU. El feminismo que propondrá el PSOE admite el LGTBI pero ni una letra más, y también pedirá moderar el uso del término «género».  O sea, reconducir el feminismo a la racionalidad.

Porque lo más fiel que tiene el PSOE es la mujer, la mujer española, su votante, esas señoras malvas que llaman «negativista» a Vito Quiles.

Del Congreso de 2024 saldrá un Partido Social-Feminista Español, o, más bien, un Partido Federal Feminista (el pff) fortalecido por dos abandonos: el de las locuras wokes de no saber definir mujer y el del socialismo de puticlub, que era un poco la nostalgia de la Casa del Pueblo una vez se tocaba presupuesto.

Lo que está pidiendo el sector femenino es coherencia y decencia. Si hay corrupción, al menos que no haya señoritas. Aunque, entonces… ¿qué interés tiene corromperse?

Por eso la renuncia es fundamental e iría a los principios, a la médula del funcionamiento histórico del aparato y sus miembros. ¿Qué electricidad animará ahora sus órganos si no se pueden ir donde las lucecitas ni invitar a una sobrina?

El PSOE ha sido marxismo-luminismo. Primero perdió lo primero, y el alma del partido quedó de supuesto instrumento de análisis y patrimonio sentimental; ahora le toca al ir de putes, pulsión e idiosincrasia que quedará quizás como reminiscencia de un lejano obrerismo macho, vestigio de una psicología profundamente oligárquica; el puti (o la sauna) como técnica,  como locus parapolítico,  como sanctasanctórum donde en rituales orgiásticos en calzoncillos se forja y solemniza el clan o la banda, formas biológicas que habitan el consenso.

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