Una creĆa haber visto (casi) todo en ese escaparate de nuestros defectos disfrazados de virtud que esĀ Twitter. Estaba equivocada. Quedaba toparme con el clĆ”sico perfil moderado haciĆ©ndose eco de un artĆculo escrito por un periodista y crĆtico de cineĀ donde se reclamaba la necesidad de una izquierda liberal frente al Ā«rojipardismoĀ», el tradicionalismo y los Ā«neorranciosĀ». Lo primero que me vino a la cabeza fue aquella canción satĆrica, y su vĆdeo: Ā«Centro centradoĀ». Supongo que lo recordarĆ”n porque el tema se hizo viral hace cosa de aƱo y medio. PuroĀ retrato hiperrealista antes que caricatura. Tanto quiere tenderse el puente sobre la otra orilla que acaba en piedra sobre el rĆo.
No es nuevo que las redes sociales inciten a comprar, irreflexivamente, mucha mercancĆa ideológica sin desparasitar. El maximalismo y la inmediatez del formato dejan poco espacio al anĆ”lisis de las cosas. Sin embargo, cuando a uno se le supone medianamente formado, es extraƱo que no ponga ningĆŗn pero a la cosmovisión liberal-libertaria delĀ tĆpico Ā«posmoĀ» pataĀ negra. Sospecho que este tipo de guiƱos no abonan la tesis de aquellos que pretenden ver en el liberalismo de nuestro tiempo algo perfectamente separado de eso que ha dado en llamarse Ā«marxismo culturalĀ». AdemĆ”s, hay un problema aƱadido: tampoco ayudan a mantener limpio el Ćdolo del centrismo y la moderación que tratan de colocarnos continuamente.
Cuando a uno se le supone medianamente formado, es extraƱo que no ponga ningĆŗn pero a la cosmovisión liberal-libertaria delĀ tĆpico Ā«posmoĀ» pataĀ negra
Si entramos en el terreno de la esquizofrenia ideológica, el artĆculo deĀ marrasĀ critica, entre otros, a los nostĆ”lgicos de la URSS. La misma Rusia soviĆ©tica a la que tambiĆ©n rinde homenaje porque, unida a las democracias liberales, combatió el nazismo y el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. Como es obvio, el autor hace mutis por el foro respecto al pacto germano-soviĆ©tico y a esa resistencia comunista que no se puso las pilas hasta 1941. Tampoco hace referencia al hecho de que las relaciones internacionales, a pesar de las milongas que nos cuenten, jamĆ”s persiguen ideales mĆ”s elevados que el de la propia supervivencia o la supremacĆa estratĆ©gica de los Estados que las promueven.Ā Pero pelillos a la mar. Los detalles son fastidiosos y no ayudan a construir el relato hollywoodiense de los que sólo pretenden heredar la Unión SoviĆ©tica a beneficio de inventario. Todo con el objeto de unir ese Ā«activoĀ» a las luchas de nuestro tiempo. Esta izquierdaĀ cool,Ā laĀ que hermana MalasaƱa con MalibĆŗ; la de Sean Penn prestando estatuillas de los Ćscar a VolodĆmir Zelenski (Ā«hasta que gane la guerraĀ»), es la que hace salivar a los brasas de la anti nostalgia y el eterno progreso.
Mientras, lo que le queda a esa otra izquierda que parece seguir existiendo y no mola tanto, la que ha dado en llamarse Ā«definidaĀ», hermanastra pobre de la anterior y con sujeto revolucionario poco lustroso, es comerse el marrón. Tiene que aguantar sola todo el pasivo de la sucesión rusa entre 1917 y la caĆda del muro. Tremenda trabajera, oiga.
Aunque mĆ”s allĆ” de lo cosmĆ©tico (…) en lo fundamental parece difĆcil distinguir al snowflakeĀ de algunos liberales y moderados
Para hacer sus lĆneas menos indigestas a ojos de ciertos tertulianos y consejos editoriales, el cinĆ©filo asturiano, muy cuco, utiliza el recurso de laĀ reductioĀ adĀ putinumĀ yĀ una pizca de concentrado deĀ OTAN contra el iliberalismo. Ćxito asegurado. Luego sólo basta con equiparar HungrĆa y Polonia conĀ el nuevoĀ ReichĀ de los mil aƱos y ya estarĆa disfrazado elĀ wokismoĀ nuestro de cada dĆa con los ropajes de la Ā«izquierda liberalĀ». La operación consiste enĀ colocarnos al mismoĀ socialĀ justiceĀ warriorĀ de siempre,Ā peroĀ en modoĀ nouvelleĀ vague:Ā con cuello vuelto y gafas de pastaĀ en vez de sudadera negra,Ā piercingsĀ y pelo morado.
Aunque mĆ”s allĆ” de lo cosmĆ©tico, quizÔ por ser hijos de la misma madre y herederos de los mismos valores, en lo fundamental parece difĆcil distinguir al snowflakeĀ de algunos liberales y moderados. Sobre todo cuando estos Ćŗltimos caen en la trampa y tragan alegremente con el paquete propagandĆstico que llevamos dĆ©cadas padeciendo en relación con ciertos acontecimientos históricos.