Me concentro en los paĂses americanos de la Iberosfera, los que se entienden en castellano o en portuguĂ©s. En un mundo (sobre todo el europeo) desolado por los altos precios de las materias primas, esos paĂses encuentran una ocasional ventana de oportunidad. Por desgracia, la excelente coyuntura econĂłmica para ellos coincide con una miserable posiciĂłn polĂtica. La mayor parte de los gobiernos de la regiĂłn ostentan ideologĂas de lo que podrĂamos llamar «izquierdas populistas»: una mezcolanza de comunismo, indigenismo, corrupciĂłn y autoritarismo. El resultado parece poco apto para obtener todo el beneficio posible de la circunstancia econĂłmica. La razĂłn es que los movimientos de la izquierda operan sin el contrapunto de las fuerzas conservadoras desengañadas o desafectas de la tentaciĂłn polĂtica.
La lacerante situaciĂłn es mĂĄs escandalosa en dos paĂses con una tradiciĂłn de desarrollo urbano y comercial: Argentina y Chile. Por desgracia, sus respectivos gobiernos rebosan de demagogia. Otro gran paĂs, provisto de grandes recursos, es MĂ©xico: pero es hoy uno de los mĂĄs inseguros del mundo. Como señalĂł Porfirio, «se encuentra muy lejos de Dios y muy cerca de los Estados Unidos».
La mayor parte de los gobiernos de la regiĂłn ostentan ideologĂas de lo que podrĂamos llamar «izquierdas populistas»
La mayor parte de la poblaciĂłn del mundo vive bajo regĂmenes que se apartan mucho de los valores y las prĂĄcticas de la democracia. Empero, en la regiĂłn, tal divergencia resulta escandalosa. Siempre destacĂł esa incompatibilidad como rechazo de la persistente injerencia de los ingleses y luego de los estadounidenses. Estos Ășltimos se apropiaron del gentilicio de «americanos». Dieron lugar asĂ a la famosa «dependencia» o colonialismo indirecto sobre los Estados del Sur, a los que les aplicĂł la «doctrina Monroe». El prĂłximo episodio serĂĄ que Puerto Rico se convierta en un estado mĂĄs de los Estados Unidos de AmĂ©rica.
ConsidĂ©rese este florilegio del egregio pensador colombiano, NicolĂĄs GĂłmez DĂĄvila: «La frustraciĂłn es el carĂĄcter psicolĂłgico de la democracia. El pueblo nunca elige; como mucho, ratifica. El asfalto urbano solo produce demĂłcratas, burĂłcratas y putas. La democracia es el rĂ©gimen polĂtico donde el ciudadano confĂa los intereses pĂșblicos a quienes no confiarĂan jamĂĄs sus intereses privados». Como puede verse, el escepticismo democrĂĄtico del pensamiento conservador no puede ser mĂĄs patente. En buena lĂłgica, GĂłmez DĂĄvila enuncia que «el conservatismo no debe de ser de partido (polĂtico), sino actitud normal de todo hombre decente». Esa es la clave, pues en la regiĂłn el sedicente izquierdismo o progresismo se constituye inmediatamente en partido polĂtico asignado al activismo, sin importarle mucho la decencia. El nuevo dirigente puede haber medrado por la corrupciĂłn o, incluso, por su participaciĂłn en la guerrilla o el terrorismo. AsĂ, no extraña que el nuevo presidente de Colombia haga una apologĂa de la producciĂłn de cocaĂna como la expresiĂłn de una idealizada esencia nacional. No cabe mayor cinismo.