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La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

La Vasconia vaciada

13 de junio de 2022

Con la suficiencia que, añadida a su condición bilbaína, da el saberse protegido por el partido hegemónico del actual periodo constitucional, el diputado español Óskar Matute García de Jalón se desahogó recientemente en Twitter gorjeando de este modo: «Habrá quien se pregunte que por qué hay una España vaciada. Probablemente porque se han llevado toda la riqueza a Madrid y han permitido que una capital Estado se convierta en el centro de todo, para poder tomar cañas en libertad». 

El oportunista lamento de don Óskar (…) oculta una dolorosa realidad contra cuyo recuerdo trabajan con denuedo tanto los bildutarras como sus compañeros de viaje hacia la disolución nacional: los socialistas

Miembro activo de una estructura extractiva cuyo mayor exponente es el llamado Cupo Vasco, asentado, en gran medida, sobre un régimen de terror al que se plegaron los diferentes gobiernos centrales, Matute recurrió a la expresión que popularizara Sergio del Molino en una exitosa obra por la que desfilan escritores norteños capaces de ver mares interiores en la seca y cerealística Castilla, fuente de todos los males, al parecer de bastantes compatriotas, incluidos los del antaño Señorío de Vizcaya, hoy convertido en parte de una comunidad autónoma tan privilegiada como estéril en lo demográfico. La Comunidad Autónoma Vasca, en efecto, ofrece hoy una pirámide poblacional en forma de seta, silueta que augura una próxima reducción de habitantes y un imparable envejecimiento que cambiarán radicalmente el panorama de aquellas tierras para las que Arana soñó un futuro a medio camino entre el integrismo, el racismo y el sometimiento a los dictados anglosajones. Nada hay de excepcional en el problema demográfico que aqueja a las Vascongadas. El envejecimiento y la bajada de nacimientos se extiende por casi toda España y no es en las tierras de Zumalacárregui donde más se ceba un fenómeno al que no son ajenos los efectos del Estado del bienestar. Sin embargo, el oportunista lamento de don Óskar, en el cual se hace un involuntario elogio a la libertad madrileña que, a su vez, cuela de matute una velada crítica al liberalismo económico de la capital, oculta una dolorosa realidad contra cuyo recuerdo trabajan con denuedo tanto los bildutarras como sus compañeros de viaje hacia la disolución nacional: los socialistas.

Por mucho que Matute y sus compañeros y socios se esfuercen en esparcir una suerte de amnesia histórica (…), la realidad es que ETA terminó con la vida de cerca de 900 españoles, muchos de ellos vascos, muchos de ellos avecindados en las Vascongadas

Que la Comunidad Autónoma Vasca pierde población es un hecho, pero también lo es que quienes hoy mantienen en el Congreso de los Diputados las inadmisibles y facciosas aspiraciones de la banda del hacha y la serpiente omiten cuidadosamente la contribución del movimiento abertzale a la despoblación vasca. Por mucho que Matute y sus compañeros y socios se esfuercen en esparcir una suerte de amnesia histórica, correlato de la memoria que tantos réditos políticos ofrece, la realidad es que ETA terminó con la vida de cerca de 900 españoles, muchos de ellos vascos, muchos de ellos avecindados en las Vascongadas. La banda terrorista es también la culpable de que decenas de miles de vascos, casi un 10% de su población, abandonaran sus hogares para afincarse en otros lugares de su patria, España, donde poder vivir ajenos a la asfixiante atmósfera creada para mantener una serie de anomalías políticas, entre las que destaca el hecho de que un señor de Baracaldo tome cañas en Madrid en los ratos libres que le deja su constante labor lesiva.

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