«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Nuestras lágrimas son sus sonrisas

14 de diciembre de 2014

“En la cárcel, sus lágrimas son nuestras sonrisas y terminaremos a carcajada limpia”. Recuerdo que la primera vez que oí la frase, pronunciada por la alimaña que responde al nombre de Iñaki de Juana Chaos, el de la huelga de hambre que se duchaba con su novia y para quien los más relativistas pedían compasión, pronunciadas después de que los etarras asesinaran a tiros al matrimonio formado por Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García en pleno centro de Sevilla, un escalofrío recorrió mi espalda. Me había topado de bruces con el mal. Con el verdadero mal. Ese mal que destruye por el mero placer de hacerlo, que causa dolor porque disfruta con él, que carece de empatía y conciencia.

Hace unos días tuve la misma sensación cuando conocí la noticia de que unos señores con toga, me niego a llamarlos jueces, en España la división de poderes es una broma, que trabajan en la Seccion Primera de la Audiencia Nacional, habían decidido poner en la calle a Santi Potros, Francisco Mújica Garmendia y Rafael Caride Simón. Santi Potros. El del atentado en el Hipercor de Barcelona. Aquellos nombres que oía pronunciaban en el telediario mientras estaba entretenida jugando con mis muñecas. Los malos de mi infancia.

Pero estos días atrás, abandonada la inocencia infantil, veo el mal en quienes apoyan estas excarcelaciones, que no son pocos y Sergio Martín a alguno, vista la reacción, debió de señalar.  Y en quienes están haciendo que se cumpla al milímetro la infame hoja de ruta, como la llaman los cursis, negociada entre el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y la banda terrorista ETA. Esos que dicen ser representantes de la sociedad, pero que no representan más que al jefe de su partido. Algunos de ellos luego se rasgan las vestiduras y dicen estar con las víctimas. Maldita hipocresía. ¿Y quién ha jugado a destruir la unidad entre ellas, ya tocada desde la legislatura de ZP?

Pensé, llámenme blandita, inmediatamente en las víctimas del terrorismo. En cómo han sido ninguneadas, humilladas, ignoradas por quienes se dicen demócratas, con ese breve paréntesis, esa excepción de los gobiernos de José María Aznar. Mucho tuvo que ver en ello el hoy olvidado Jaime Mayor Oreja, el de los análisis y diagnósticos certeros que siempre hay que escuchar. Sostiene el político vasco, con razón, que la crisis que está azotando a España no es sólo ni principalmente económica. Efectivamente, es una crisis política. Y de valores. Por más que el economicismo típico de la socialdemocracia que todo lo cuantifica esté causando estragos incluso entre sectores liberales.

 

Tenía razón de Juana Chaos. Nuestras lágrimas son sus sonrisas y acabarán, ya está terminando el proceso, riendo a carcajadas. Porque así lo ha querido esta sociedad nihilista, carente de principios y abocada a su propia autodestrucción. 

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