Lanzar al más enconado reñidero social, es decir, a Twitter, la siguiente pregunta: «¿Contra qué derecho se atenta ofreciendo a una mujer escuchar el latido del feto que lleva en su vientre?», es garantía de zaragata, de apertura de una caja de truenos de difícil cierre.
Todo parte del acuerdo de gobierno establecido entre el Partido Popular y Vox en Castilla y León. Por exigencia del partido de Abascal, pues el de Núñez Feijóo harto tiene con publicitar su supuesto talento a la hora de gestionar las ruinas socialdemócratas que acaso no tenga esta vez la oportunidad de manejar, las mujeres encintas en la citada comunidad, podrán acceder a una serie de pruebas que servirán para un mayor conocimiento de la realidad en la que se hallan inmersas. Una realidad tozuda consistente en el hecho de que dentro del cuerpo de la gestante se desarrolla otro cuerpo, otra vida.
Entre las pruebas que se ofrecerán en aquella región, destacan las ecografías en cuatro dimensiones, es decir, aquellas en las que se aprecian las formas absolutamente corpóreas, de bulto, incluso, si empleamos un lenguaje clásico; y la posibilidad de escuchar el latido de un corazón que no es el de la madre, sino el del nasciturus. El ofrecimiento, que tiene todo su sentido en un contexto médico, ético, pues la fortaleza, es decir, la salud, la supervivencia, es uno de los principales pilares éticos, de pruebas tan reveladoras ha desatado una auténtica furia desplegada desde diferentes ámbitos tenidos por progresistas. Entre las más ardorosas combatientes de esta iniciativa ha destacado Yolanda Díaz, que en el curso de uno de sus habituales mítines-masaje, en concreto el dado en Barcelona a Ada Colau y a las facciones supremacistas a las que sirve, la gallega ha llegado a emplear el vocablo «barbarie» para referirse a aquellos que defienden la vida del no nacido. Una vida que, sépalo o no la Díaz, instalada en posiciones arcaicas y precientíficas en lo que a embriología se refiere, no permite establecer cortes, interrupciones, en cualquier caso irreversibles, por más leyes de plazos que se aprueben. La trituración o aniquilación de un embrión o de un feto no es equiparable, como alguna compañera de viaje sugirió en su día, a la eliminación de un conjunto de células, tal y como el latido de un corazón demuestra.
Lejos de un sereno y razonado debate ético, totalmente imposible en un contexto ideológico oscurecido por el maniqueo par conservadurismo/progresismo, alimentado por los principales medios de comunicación y censura, la renovación del Tribunal Constitucional, con la hegemonía del lado de jueces en sintonía con el frente amplio abortista, firmemente asentado en argumentos espiritualistas, desbloqueará por fin una cuestión ante la que el Partido Popular se abisma, como demuestra el hecho de que, cuando pudo, no derogó la ley aprobada por Zapatero. Con sus oídos taponados para el latido final, fieles observantes del credo woke, aquellos que se dicen herederos de movimientos políticos asentados en el proletariado, vocablo que lleva en su seno la prole, actúan como auténticos enemigos de la progenie.