Con quince kilos menos y con «dificultades para administrar el éxito”, así está viviendo el ministro de Exteriores su operación de «hernia». Una rehabilitación revolucionaria para la que Margallo lleva faja. ¿Llevará también medias de compresión?
En vista del figurín que se le está quedando al Ministro cuyas medidas se acercan más a las de un gentleman de Savile Row que al castizo obligado a enfundarse un traje de Emidio Tucci, su nueva silueta puede despertar toda clase de envidias.
Dice el responsable de la cartera de exteriores que para bajar de 98 a 83 kilos «sólo hay un secreto: la acupuntura»… Explicatio non petita, accusatio manifesta.
¿En qué quedamos? ¿Hernia? ¿Dieta de 900 calorías o acupuntura? Ya se lo adelanto desde esta columna: la acupuntura es la nueva dieta de la alcachofa.
De aquí a no mucho veremos desbordadas las consultas de la seguridad social abarrotadas de JosésBonos y AriasCañetes dispuestos a quitarse los bífidus de los yogures a golpe de bisturí.
-«La hernia no me deja vivir».
Pero la coquetería del Ministro no es inédita. ¿Cuántas veces no habremos oído explicar a los cortesanos que Doña Letizia se «sometió a una intervención quirúrgica para corregir una desviación del tabique nasal»? Y ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, la princesa se recortó la barbilla, se levantó el pómulo, se rellenó los labios y orientalizó su mirada… O no… Nunca lo sabremos. Aquí hasta las rubias de bote niegan darse mechas.
¿Que antes era morena y ahora luce melena platino? Le ha dado el sol.
¿Era plana y se asemeja a Dolly Parton? Es la píldora o el wonderbra.
¿Gorda? El estrés y la ansiedad.
Hasta Isabel Preysler achaca su juventud a la genética y a «un vaso de agua caliente después de las comidas». Imaginamos que se tratará de agua bendita, de ésa que su hija Tamara lleva en el bolso. Antes del líquido sagrado, la descendiente del marqués de Griñón era más aficionada al bótox. Se fue a estudiar a los Estates como un clon de su hermana Chabeli y volvió mutada en aleación de mami Preysler y TwoYupa. Todo queda en casa.
Y Mientras Letizia y Rania se convierten en hermanas gemelas y Belén Esteban desgrana los dolores del posoperatorio a golpe de talonario, la Veneno seguirá negando delante de un Cristo haber pisado un quirófano.
Y es que ríete tú de Lance Armstrong si el papel cuché se sometiera a un control antidopaje. Ni cocaína en los baños del Congreso ni niño muerto: bótox, colágeno y ácido hialurónico a raudales entre políticos y societés de toda clase y condición.
Aviso a navegantes: ni los liftings son equivalentes a una depilación de ceja al hilo, ni un nuevo corte de pelo garantiza unos labios más carnosos o unos pómulos más pronunciados. Que se lo digan si no a Maria Teresa Fernández de la Vega que quiso responsabilizar a un cambio de estilismo capilar- de papagayo a Laura Valenzuela- su espectacular transformación facial. ¡Ni Jim Carrey en La Máscara sufría tan radical alteración! ¿Qué quieren que les diga? Yo soy más de Concha Velasco, que asume, no sólo la necesidad imperativa de usar Tena Lady a partir de cierta edad, si no todos y cada uno de sus retoques. Éso son divas y no las de ahora. Aún me viene a la memoria una esplendorosa y resplandeciente Carmen Sevilla en zapatillas de andar por casa reconociendo en el Telecupón a Agustín Bravo haberse hecho «unos arreglitoh miarma». Por eso desde aquí proponemos al ministro que sí quiere perder peso y no quiere dar que hablar haga como Carmina Ordóñez en su juventud, cuando ella y su hermana Belén pedían que las sedaran durante tres días para adelgazar de manera express. Es el Santo Grial de las dietas. Sin contemplaciones. A ellas plin: eran Ordóñez Dominguín. Margallo por no ser de estirpe taurina siempre podrá alegar que estuvo en la Buchinger.