«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Alvise y el liberalismo me-suda-los-cojones

5 de septiembre de 2024

Con ese aire suyo de españolada, Alvise ha comunicado su voto contrario a las subvenciones al toro de lidia.

Alvise sigue para ello dos formas de pensar tan degradadas como populares: el liberalismo, que ha convertido la palabra subvención en un pecado, y el animalismo narcisista (espejo: mi perro soy yo) que triunfa en España por la vía de la sentimentalidad, el aislamiento urbano y la emotividad.

Imaginamos muy contentos a los criptogymbros que votan alegres a Alvise y que aman a su perro. Son ese tipo de gente que manejan el móvil como si fuera su polla.

La revelación animalista de Alvise  llega después de la del maciste de Desokupa. La noche aquella en que se llevaron una columna de manifestantes lejos de Ferraz quizás fue para dirigirse a una perrera a adoptar «peludos».

El simplista liberalismo antiestatal que prendió hace años en las redes sociales, con su inevitable charlatanería, da un paso más con Alvise. Benditos hayekianos… Se une aquí la retórica postlosantiana con el arrasamiento educativo y generacional. Es increíble la dejadez lógica de las intervenciones de Alvise; no se siente obligado a mantener la coherencia dentro de la misma frase. Manda videollamadas a los amigos saliendo del gimnasio.

En un continente donde todo se subvenciona, la fiesta nacional, que tiene medio mundo en contra, deberá nadar sola en el mercado porque los toros son «clavar un cuchillo repetidamente en los músculos de un toro». Es un populismo para el que lo popular es incluso demasiado elaborado, demasiado refinado, demasiado culto.

Es unir la barbaridad de la moderna izquierda con el sentido presupuestario de la derechona. Echa a correr detrás de esos dos galgos… Esta combinatoria la vimos con Ciudadanos: liberalismo PSOE cintura abajo, liberalismo PP cintura arriba. Alvise, claro, es ya otro nivel. Bien mirado es una genialidad: llegar a lo antitaurino por lo liberal.

El liberalismo urbano de Alvise nos debería dar una señal de dónde colocarlo, aunque lo ideológico sea lo de menos. Es un cazatendencias que recoge lo que hay en la calle. En la calle y en los móviles.

Hablar con un votante de Alvise es una experiencia. Tienen la sensación de que lo saben todo; de que están en el ajo, en el secreto de las cosas. Tras seguir durante años un canal de «revelaciones», creen saber cómo funciona España y participan en la operación con el vértigo orgulloso de lo confidencial. Alvise ha democratizado esa sensación de ciertas sobremesas.

Entre el liberalismo institucional del PP y el liberalismo me-suda-los-cojones de Alvise, ya sabemos el bocadillo que le preparan a Vox.

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