Con demasiada frecuencia lo urgente o lo que en un determinado momento retiene la atención del público, es lo que se comenta o lo que centra el interés político, ya que solo la actualidad parece tener sentido frente a lo realmente importante y que debería centrar nuestra atención. Al no ser cuestiones de solución inmediata ni que parecen requerir tratamientos de urgencia, al no condicionar el corto plazo electoral, no se les presta la debida atención, tanto por parte del ciudadano como de los gobiernos. Son problemas objetivos e ineludibles, me estoy refiriendo al asunto de las pensiones que afecta a toda una generación presente que está contando con su derecho y una futura a la que hay que dar oportunidad para que provea los medios necesarios para protegerse de un hecho cierto y inevitable.
Es más que evidente que el actual sistema, por razones absolutamente objetivas, no puede sobrevivir en sus formas actuales sin que erosione completamente la estructura del sistema productivo, y acabe por hundir a la sociedad en su conjunto. Es imperativo dejar que cada persona se cubra de ese riesgo según sus necesidades, que en la mayoría de los casos salvo unas líneas generales, puede variar lo suficiente como para que un dirigismo oficial no pueda llegar a una solución aplicable a todo individuo. En una palabra es necesario dejar que la libertad de la persona tome sus propias decisiones y asuma la responsabilidad individual, no colectiva, de lo que pretende hacer llegado el momento del retiro. A la generación en curso a partir de una determinada edad, se le deben respetar sus derechos adquiridos, ya que los ha pagado, pero hay que abrir la posibilidad real, no ficticia, de que cada persona en activo pueda, en unas condiciones fiscales muy favorables, buque la creación de un patrimonio que le complemente sus ingresos y le ofrezca la seguridad necesaria. Digo un programa real sin límites de cantidades a contribuir, con beneficio fiscal, disponibilidad, y sobre todo libertad, libertad para invertir en lo que se quiera, donde se quiera y como se quiera, sin que ello menoscabe los beneficios o acabe por erosionar ese ahorro. Este problema no se tapa diciendo una y otra vez que las pensiones no peligran, todos sabemos que con la inversión de la pirámide de población un sistema de reparto es absolutamente inviable, quien diga lo contrario miente, por un deseo utópico, por falta de valor ante el votante o simplemente por mala fe, es un esquema piramidal. Ahora descubrimos que muchos de aquellos políticos que predicaban las maravillas del sistema de reparto se estaban creando su propio refugio, de forma no limpia, al margen del sistema por el mundo a delante. Ellos saben bien porque lo hacen. ¡Déjenle a los ciudadanos también la opción de proteger sus ahorros, sus inversiones y su futuro!