No son tiempos para melindres ni medias tintas. Esta es una época de trinchera, y conste que esto escribe siempre ha defendido el pacto. Ahora bien, una cosa es tender al acuerdo y otra exponerte a que te abran la cabeza a pedradas y, encima, tengas que dar las gracias. Por eso suelen pillar con el paso cambiado algunos gestos que mantiene el PP cuando de VOX se trata. Ahí tienen a Borja Sémper, el encargado de poner al partido de Abascal cual chupa de dómine. Tampoco es el único entre los populares que creen que si no existiera VOX, el PP obtendría mayoría absoluta, pero suele aparecer como el ariete para demostrar que su partido es centrado, moderno, progresista, en fin, socialdemócrata, mientras que los de Abascal viven en una gruta que solo abandonan para ir al Congreso.
Craso error. Difícilmente podrá Feijoo gobernar con mayoría absoluta, especialmente con la polarización existente que hace que el voto de la izquierda se concentre en el PSOE. Ahí tienen las encuestas donde podrán comprobar como Sumar y Podemos parecer seguir la senda de Ciudadanos. Y como el separatismo tiene una parroquia fiel y se mantiene más o menos en la intención de voto una de dos, o Feijoo se acerca a VOX o podrá gobernar en solitario —eso si no gana Sánchez con el concurso de sus comparsas, ojo— pero apoyándose en gente tan poco de fiar como es el PNV y ya no digamos Junts o Esquerra.
La estrategia es, por tanto, desastrosa porque en Génova, insisto, creen que les iría mejor si VOX desapareciera y todavía no se han dado cuenta que VOX es lo que debería ser el PP y que la mayoría de los votantes de Santiago vienen del PP al considerar que ese partido ya no representa los valores liberal-conservadores que siempre defendió. Cuando se pone una vela a Dios y otra al diablo es difícil que el equilibrio se pueda mantener, como decía mi hermano Juan Carlos Girauta el otro día en El Debate.
¿Es posible que nadie en la cúpula popular vea que acercándose tanto al PSOE y aceptando, por vía de ejemplo, a cientos de miles de menas lo único que hace es perder votos? ¿Tanto cuesta comprender que, si bien Feijoo parece un líder homologable a sus compañeros europeos y podría haber llegado perfectamente a la presidencia en la década pasada, en España y ya no digamos Europa, el viento sopla fuertemente en favor de formaciones políticas patrióticas, que se plantean la inmigración ilegal con seriedad y justicia —véase el caso de la presidenta Meloni, por vía del ejemplo—, que Milei está obrando un auténtico milagro económico en una Argentina que parecía al borde de la extinción, o que ante el sectarismo de organizaciones como la ONU, que ha cobijado y protegido a elementos de Hamas como hemos podido comprobar estos días, hay que oponer un sólido muro de anti mundialismo?
Pues parece que no pueden. No puedo por menos que recordar los versos de Albrecht Haushoffer en su celda, antes de ser asesinado por la Gestapo: «El silencio bordea la traición«.