«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los patriotas y el gigoló

6 de febrero de 2015

A Monedero le han pillado con la doctrina Capone, y la mafia podemista toma nota y prepara complementarias, que aquíse puede esparcir el odio con impunidad y apoyo mediático, pero cuidado con escamotearle un euro al sheriff de Nottingham, que menudo es Montoro en el cuidado de sus doblones.

Cuando se tuvieron las primeras noticias de cómo se forraba el gurúmás cursi del comunismo -el que decía que Chávez nos daba amor, mientras él cobraba como un gigolóPablo Iglesias decía que a su socio no había que investigarle porque era un buen patriota. Quizáel líder encoletado siente envidia al ver como sus amigos del otro lado del océano -o incluso sus aliados separatistas de acá– se envuelven en una bandera cada vez que se destapan sus crímenes o su ruina, y anda todo acelerado buscando un trapo en el que esconderse. En su prédica de Sol sólo le faltórecitar los versos a los héroes del Dos de Mayo, “¡Guerra! gritóante el altar el sacerdote con ira/ ¡Guerra! replicóla lira con indómito cantar/ ¡guerra! rugióal despertar el pueblo que al mundo aterra/ y cuando en hispana tierra pasos extraños se oyeron, hasta las tumbas se abrieron gritando ¡venganza y guerra!.  En fin, ¡patria o muerte, poderemos! O quizáno, porque cuesta explicar el españolismo tardío que acaban de descubrir. Y más mientras mantienen el buen rollo con Bildu o la Esquerra. Quieren incorporar el patriotismo a su discurso, pero mientras Iglesias se vestía de Nuestro Señor don Quijote en la tribuna, sus acólitos le daban una paliza al verdadero Alonso Quijano, que acudióa la plaza envuelto de rojo y gualda, los únicos colores prohibidos en aquel macrobotellón de bajas pasiones.

Podemos no es más -ni menos- que el aggiornamiento del partido comunista. Y el comunismo en España ha sido tan ferozmente antinacional que les serádifícil convencer a su parroquia roja que ahora, de repente, la patria mola. Desde los púlpitos introducen el nuevo elemento con éxito escaso, igual que cuando enseñan en el escaparate a esas monjas despistadas, que sí, que tienen su recorrido mediático, pero que son incapaces de rectificar la convicción profunda que tienen sus huestes de que las únicas iglesias que iluminan son las que arden. Es como si Sauron tratara de convencer a sus orcos para que no pisen el césped, o para que se conmuevan con un amanecer.

Los comunistas españoles renunciaron a la patria para entregarse al mundialismo soviético incluso antes de provocar la guerra civil. Entre otras cosas porque alguien tenía que pagar las facturas de tanta bandera roja. Luego el PCE siguiómamando de Moscúhasta los años noventa -que se callóel Muro pero tardóen desmontarse la burocracia-, por eso ahora Podemos tiene que superar un asco instintivo para retomar el término nacional. Porque España, su nombre, su himno, sus ejércitos, su historia, su bandera, les produce un rechazo natural que resulta incompatible con su educación sentimental, repleta de cantos al gulag y odas a Argala. El patriotismo de Podemos, en fin, es como su nueva afición a la socialdemocracia, un señuelo para incautos.

Claro que -como siempre desde el nacimiento in vitro de este fenómeno- la muchachada de Iglesias cuenta con el apoyo del gobierno para fortalecer su discurso. Porque si el patriotismo de Podemos es poco creíble, la traición permanente del PP a lo nacional es una evidencia contrastable. El gobierno de Rajoy continúa con entusiasmo el vaciado de la soberanía en dos direcciones: hacia las megaestructuras europeas por un lado, y por otro hacia el caciquismo separatista, más insolente que nunca después de tantas cesiones. El caso es que España -y su democracia- se disuelve entre Bruselas y las taifas, y eso es algo tan perjudicial para la clase media que a lo mejor hasta llega a creerse a los salvapatrias del chavismo.

Volviendo a Sol, los héroes del Dos de Mayo contemplaban un panorama parecido. Daoíz fue a visitar a Velarde un par de días antes del levantamiento, y le dio un pronóstico pesimista: España estáperdida, pero túy yo moriremos por ella. Era el suyo un patriotismo algo diferente al de las monedas del gigolócursi.

 

 

 

 

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