«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Un mártir en tiempos modernos

28 de diciembre de 2015

En estos tiempos de demogresca y otros podemíos, ajenos totalmente a lo trascendental y donde la ambición y el egoísmo son nuestro pan de cada día, a uno se le hace aún más difícil comprender la figura del Dr. Jesús Poveda de Agustín. Ardua tarea es la de describir la inmensa labor de  este mártir en tiempos modernos, víctima de la incomprensión de algunos y el silencio de otros, que lleva más de 30 años trabajando incansablemente a favor de la vida. A diferencia de nuestros héroes contemporáneos, ni aparece en portadas de revistas ni tampoco es de esperar una invitación en El Hormiguero. Su labor, incomprendida por sus coetáneos, esperemos que sea más valorada por las generaciones venideras. El tiempo dirá.

 

Recuerdo ya hace algunos años, que me explicaron la historia de un hombre que era el padrino de decenas de niños cuyos nombres eran Jesús. Eran hijos de aquellas madres que fruto de la desesperación, habían querido abortar y que el Dr. Poveda les había ofrecido esperanza y ayuda allá donde nuestra sociedad, la de Internet y los grandes avances,  les había dado la espalda. Lleva décadas con la misma rutina: plantándose delante del centro abortista de turno y con la mejor de sus sonrisas, defender la importancia de la vida y ofrecer apoyo a todas aquellas madres que lo requieran. A pesar de las experiencias vividas, nunca guarda ningún tipo de rencor ni por los trabajadores de los abortorios ni por aquellos medios de comunicación que  han vilipendiado a los provida durante años. Ya saben, a veces es este el precio que hay que pagar por hacer el bien.

 

La expresión que mejor definiría el trabajo de Don Jesús sería sin lugar a dudas “364 días de insistencia y 1 de resistencia”. Y es que, cada 28 de diciembre, coincidiendo con la festividad de Los Santos Inocentes en recuerdo a la matanza de recién nacidos orquestada por el tirano Herodes, permanece inmóvil, apacible y silenciosamente delante de la Clínica Dátor hasta que es arrastrado y encarcelado por nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad. Gran peligro el de aquel hombre, que ante el relativismo y el materialismo imperantes, se opone a la cultura de la muerte y defiende la dignidad humana desde la concepción, más allá de consensos democráticos o prebendas políticas.  

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