«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Miscelánea de verano

20 de agosto de 2014

Languidece sin grandes sobresaltos el primer verano en la corte de Felipe VI. En estos meses casi todos los horrores han venido de fuera, como las decapitaciones en el califato iraquí, los ecos de guerra ucraniana o el virus ébola, del que sólo nos llegóun sacerdote moribundo, con la oposición de la progresía comunista que pretendía que se hubiera muerto lejos, para que no nos contagiase la religión, mientras que otros -la progresía pepera- se conformaban con cobrar los gastos a los misioneros, con esa irritante soberbia del burócrata. Como la ministra de Sanidad es la que tenía un marido con un Jaguar invisible, lo de exigirle al cura el pago de su billete es algo más que miserable. Por cierto, que yo nunca me enterépor quéseguía cobrando del pepéel exmarido de Ana Mato, un tipo que se ha convertido en algo asícomo el Bárcenas bueno, porque no ha tirado de la manta, o porque tuvo la suerte de casar con una ministra.

En clave autonómica el estío también nos deja moribunda la honorabilidad de los Pujol -que son nuestros Gadafi- algo que se ha interpretado como una respuesta del Estado al desafío secesionista. O sea que al final síque han mandado a la guardia civil, pero no la de las tanquetas sino la de la UDEF, que es mucho más efectiva y necesaria para tratar a caciques aldeanos con ínfulas de reyezuelos. Si en esto estáfuncionando el sistema, por favor, que no venga ahora Mariano y le mande un SMS a Jordi diciéndole que aguante y que estáhaciendo lo que puede. Que cada vez que el gobierno de Rajoy se mete con la Justicia es para maniatarla, para indultar a corruptos o -lo último- para premiar al chivato del Faisán, concediéndole un jubilación anticipada que deja sin efecto la condena judicial. En días de ira y plomo ya demostróAmedo que un policía cabreado y vendido por sus superiores es capaz de ofrecer centenares de portadas, incluso de encarcelar ministros. Parece que en esta ocasión, de momento, lo han neutralizado. Debe ser que agosto es un mes propicio para las infamias, quizáporque en traje de baño todos perdemos un poco de dignidad, aunque más probablemente porque en vacaciones se evita la obligada manifestación de las víctimas, que estarán preguntándose quéotros premios va a otorgar el gobierno a los que colaboran y negocian con sus verdugos.

Por otro lado -que en realidad es el mismo- al PSOE las vacaciones les llegaron como la campana a un boxeador sonado. Dos meses más de curso político y se disuelven. Los del puño y la rosa sobreviven como pueden a esta tormenta perfecta, sin liderazgo, acosados por la izquierda de Pablito Iglesias -no lo digo con condescendencia, sino para diferenciarlo del histórico- y tratando de explicar el latrocinio de su partido en Andalucía. Que si los Pujol son los Gadafi de Cataluña, nos quedamos sin referencia para los apandadores de la Junta, porque desconozco un referente equiparable a lo que ha hecho el socialismo con la Bética, arruinándola hasta el extremo con uan gestión tercermundista, y llevándose a la vez hasta el último céntimo del dinero que llegaba. Quizálo más cercano al escándalo de los Eres sea lo que hacía Mohamed Aidid en Somalia, que mientras mantenía al pueblo en la miseria le robaba la ayuda humanitaria. Por cierto que los delfines coronados del PSOE, tanto Susana Díez como el tal Pedro, se han apresurado estos días a defender la honradez de Chaves y Griñán. Es bueno tomar nota de ello, para que sepamos que todavía los jóvenes no han asumido el poder, y que estos dos, que lo pretenden, se arrodillan a besar el anillo de los padrinos.

Donde síque manda la chavalería es en Podemos, el fenómeno político del año. Pablito Iglesias, Monedero y Errejón se enfrentan al nuevo curso como los mosqueteros a la guardia del cardenal, es decir, con la simpatía del populacho. Antes de que se desinflen estos chés de Lavapiés y Somosaguas, conseguirán hacer una daño notable a la convivencia.

Por lo demás, languidece sin grandes sobresaltos el verano en la corte de Felipe VI. El debate sobre la monarquía se aparca. Al menos hasta las municipales, que a lo mejor también son un referendum.

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