«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Mohamed el concejal

19 de enero de 2016

Mohamed vive en una barriada al norte de Granada, tiene 14 años y ayuda a su padre con el negocio, lee el Corán y es profundamente religioso, sueña con dirigir los rezos en la Mezquita Aljama, juega al fútbol y es seguidor del F.C. Barcelona. Sus amigos dicen que no juega muy bien al fútbol pero que de mayor va a ser político. En el barrio comentan que en unos años tendrán concejales y diputados como Mohamed, que les ayudarán y que podrán organizar sus vidas como dicta el Corán.

“Muhammad” es el nombre más común de la tierra, datos oficiosos indican que más de 150 millones de personas en todo el mundo se llaman así o como cualquiera de sus variantes (Mohamed, Mohammed o Mohammad). Su significado es “el que debe ser alabado”, como Mahoma, que realmente no se llamaba así, sino Abu l-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī.

Por lo tanto nuestro pequeño Mohamed tiene el nombre del profeta y no querrá defraudar a su comunidad, seguramente seguirá sus estudios y la mezquita le ayudará económica y socialmente a progresar. No lo hará solo, le acompañarán otros niños de la comunidad, niños en los que hay puestas muchas esperanzas y en los que invertirán muchos recursos. El objetivo final de nuestro Mohamed será ocupar un sillón de concejal en Granada, un escaño como diputado regional o incluso, por qué no, llegar al Congreso de los Diputados.

¡Ah claro! que no os lo he dicho, no os he comentado que Mohamed es español, nacido en España y con todos sus derechos, como cualquiera de vuestros hijos, por lo que, al alcanzar su mayoría de edad, podrá votar a quien quiera o incluso presentarse a unas elecciones como cualquiera de nosotros. Somos un País libre y democrático y en consecuencia Mohamed podrá ejercer su derecho a votar o ser votado, con todas las garantías que ofrece nuestro ordenamiento jurídico.

Cerremos los ojos y viajemos al futuro, pongamos que estamos en el año 2030 y nuestro pequeño Mohamed tiene ya 28 años. En este tiempo la Unión de Comunidades Musulmanas de España ha formado un partido político y ha ido presentando candidaturas por diferentes municipios e incluso en alguna Comunidad Autónoma. Mientras tanto, el resto de españoles (no musulmanes) seguimos a garrotazos, actualizando día día el famoso cuadro de Goya y dividiéndonos como células. Una derecha acomplejada entre los propios y demonizada por los adversarios, una izquierda bífida (dividida) que se pelea entre los que más odian a la derecha y los que más quieren el poder, un centro que nunca existió pero sigue aflorando con partidos candorosos y neutrales (como los primeros elfos), y finalmente unos nacionalistas que siguen llenando la saca a costa de la amenaza permanente a nuestro sistema constitucional.

En ese panorama, Mohamed dará el paso y se erigirá como líder político de la comunidad musulmana, todos los centros de rezo oficiales y clandestinos pedirán el voto para Mohamed y su partido, el único válido para ellos. La derecha no sabrá como reaccionar, la izquierda contadora de nubes se partirá el pecho por defender a los musulmanes como ejemplo de tolerancia y alianza de civilizaciones. Mientras tanto ese único partido musulmán tendrá garantizado el voto de tantas personas como musulmanes mayores de edad y con derecho a votar haya en España. No tendrán que hacer ni siquiera la campaña electoral, tendrán los votos más asegurados que una Asamblea de la CUP.

Y si, ya en 2030 nuestro pequeño Mohamed entrará en el Congreso de los Diputados, con su suriyah (toga) y la fuerza de sus votos para empezar a pedir que España aplique los preceptos del Corán. Y mientras ellos presentan sus proyectos de Ley, el resto seguirá acuchillándose por la Guerra Civil, por el nombre de las calles o por el color de la bandera.

 

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