«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Periodista, documentalista, escritor y creativo publicitario.
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Monseñor Reig Pla y mi hijo discapacitado

22 de mayo de 2025

Después de leer la prensa, se supone que tendría que estar muy enfadado con la homilía que pronunció monseñor Reig Pla el pasado 11 de mayo en Alba de Tormes. Decía el Equipo de Opinión Sincronizada que, la discapacidad de mi hijo, según el obispo emérito, es fruto del pecado de sus padres, incluso del suyo propio.

Como en otras tantas ocasiones, monseñor Reig Pla no dijo en absoluto lo que le atribuyen. Pero la falta de comprensión lectora y oral, el ritmo de vida frenético y la imposibilidad generalizada de profundizar en las cosas propician que la gente se haga una idea muy superficial de casi todo. Y por otro lado, que muy pocos prediquen lo que la Iglesia enseña no significa que la Iglesia no enseñe lo que esos pocos predican.

Mucho antes que monseñor Reig Pla, otros tantos ya dijeron lo mismo.

Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica, dice: «El pecado del primer padre es la causa de la muerte y de todos los males de la naturaleza humana, en cuanto que por el pecado del primer padre nos fue arrebatada la justicia original, por la que se mantenían bajo el control de la razón, sin desorden alguno, no sólo las facultades inferiores del alma, sino también el cuerpo entero se mantenía bajo el control del alma sin ningún fallo”.

San Agustín, en De Genesi ad litteram, dice que la desobediencia del primer hombre introdujo en la naturaleza humana una desorganización que afectó tanto al alma como al cuerpo, debilitando la armonía original establecida por Dios. San Juan Damasceno explica de la Virgen María que «no murió de enfermedad, porque por no tener pecado original no estaba sujeta a la corrupción del cuerpo».

San Juan Pablo II dijo en la Audiencia General del 8 de octubre de 1986: «Por el pecado el hombre ha perdido la gracia santificante, fuente de la vida sobrenatural. Signo y consecuencia del pecado original es la muerte del cuerpo, tal como desde entonces la experimentan todos los hombres. El hombre ha sido creado por Dios para la inmortalidad: la muerte que aparece como un trágico salto en el vacío, constituye la consecuencia del pecado, casi por una lógica suya inmanente, pero sobre todo por castigo de Dios. Esta es la enseñanza de la Revelación y esta es la fe de la Iglesia: sin el pecado, el final de la prueba terrena no habría sido tan dramático».

Esto, y no otra cosa, es lo que dijo monseñor Reig Pla en su homilía. Defendió la dignidad de todas las personas —también de las discapacitadas— a diferencia de aquellos que promueven el asesinato en distintos formatos como el aborto o la eutanasia sin que la Fiscalía los persiga ni la sociedad los rechace.

Algunos seguirán estando igualmente furiosos, pero yo, si tuviera que confiar a alguien el cuidado y educación de mi hijo, sería a él, al obispo emérito, porque es ese padre amoroso que los medios son incapaces de descubrir.

Las enseñanzas de la Iglesia son garantía de acierto, y fiarse del criterio de monseñor Reig Pla es señal de seguir las enseñanzas de la Iglesia. Y también me atrevo a afirmar que mi hijo, aquejado del síndrome de Angelman, a diferencia de sus padres y de todos quienes entienden lo que pueden o les interesa de monseñor Reig Pla, tiene el cielo asegurado y vive mucho más cerca de Dios que quienes estamos completamente sanos.

Así que, aunque nadie desea una enfermedad, nadie busca un hijo enfermo, y aunque el pecado original lo haya desbaratado todo, vivir con un santo es una bendición grandísima para toda la familia. Porque sólo Dios, del mal causado por el hombre, saca un bien mayor.

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