«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Santanderino de 1965. De labores jurídicas y empresariales, a darle a la pluma. De ella han salido, de momento, diez libros de historia, política y lingüística y cerca de un millar de artículos. Columnista semanal en Libertad Digital durante once años, ahora disparo desde La Gaceta. Más y mejor en jesuslainz.es
Santanderino de 1965. De labores jurídicas y empresariales, a darle a la pluma. De ella han salido, de momento, diez libros de historia, política y lingüística y cerca de un millar de artículos. Columnista semanal en Libertad Digital durante once años, ahora disparo desde La Gaceta. Más y mejor en jesuslainz.es

Navidad a la carta

23 de diciembre de 2024

Un amigo que todavía no ha agotado su capacidad de asombro me envía una fotografía de un portal de Belén montado estos días en el que, junto a las figuras de María, San José, la mula y el buey, aparece como niño Jesús un monigote ridículo, algo así como una estrella de mar rosa chicle con calzones de colorines. Antes que hacer el idiota, cuánto más elegante sería no instalar portal alguno, pero abundan los que no pueden dejar pasar la oportunidad de hacerse los originales adaptando a sus modas ideológicas las tradiciones que desprecian.

Pero no echemos toda la culpa a los ateos o a los anticristianos ya que la Iglesia ha sido la principal responsable de una desacralización comenzada en el Vaticano II. Las iglesias de hierro y cemento, las misas guitarreras, la devastación litúrgica y espectáculos como la reapertura de Notre Dame celebrada republicanamente por obispos disfrazados de anuncio de L’Oréal sólo podían desembocar en un cristianismo convertido en payasada.

Un ejemplo de perversión eclesiástica quizá algo pasado de moda pero que representó ejemplarmente el espíritu de aquella época de terrorismo y teología de la liberación fue el sermón que pronunció el oficiante del funeral del etarra Argala el 24 de diciembre de 1978, tres días después de su asesinato a manos del Batallón Vasco Español en venganza por el del almirante Carrero Blanco cinco años antes: «En estos días José Miguel se ha identificado con la muerte de Jesús, que no fue una muerte religiosa, sino un asesinato político a manos del poder militar de ocupación».

También vasco y también navideño es el Olenchero, ese singular hombre del saco de las riberas del Bidasoa que el nacionalismo ha convertido en marcador nacional de todos los vascos. Algún tiempo después le saldría un imitador gallego, el Apalpador, especie de pederasta que palpa las barriguitas de los infantes para ver si están bien alimentados. Y hace poco han llegado a Asturias y Cantabria el Anguleru y el Esteru con idénticos objetivos de competir con los cristianos, tradicionales, monárquicos, y es de suponer que  franquistas, Reyes Magos. En el caso del Anguleru, además, su sintonía con las modas del día se manifiesta en que no puede llevar sus regalos si los ríos por los que se desplaza están sucios. Pero tampoco hay que obsesionarse con oscuros motivos separatistas en estos dos últimos casos. Más que el aldeanismo político pesa la extinción del cristianismo y la pérdida de la fe.

Ahora lo que más pita en todo el mundo es la ideología de género y la adoración a la entrepierna, sobre todo a las disciplinas que se tienen por más hostiles hacia la tradición heteropatriarcal de la Europa excristiana. Hace algunos años, por ejemplo, se utilizó a la Virgen María para promover la homosexualidad femenina, en concreto en una campaña de la asociación socialista y separatista Endavant en la que se representó a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, fundiéndose en lésbico beso con la de Montserrat. Y los belenes LGTBQ proliferan tanto, lo mismo en España que en el resto de Europa, que ya han dejado de ser noticia.

El año pasado creó algo de polémica —tampoco demasiada, sin duda por escasez de interesados en protestar— la exposición fotográfica desplegada en el Parlamento de Bruselas en la que se hacía burla de un Jesucristo rodeado por unos apóstoles con aspecto de perder más aceite que los Village People. ¿Por qué nunca ridiculiza nadie a Mahoma? 

Las manecillas del reloj no se detienen y las modas siguen evolucionando. Jean-François Revel señaló hace ya cuarenta años la hegemonía universal del espinoso asunto del racismo, hegemonía que, desde entonces, no ha hecho sino aumentar, ¡y más que aumentará!: «La reducción al racismo de casi todas las violaciones de los derechos del hombre ha conferido a este problema un poderío emocional e ideológico preponderante en el final del siglo XX. El racismo ha relegado al segundo rango casi todas las otras causas humanas».

Para demostrarlo, el obispo de la diócesis italiana de Mazara del Vallo, en Sicilia, acaba de proponer venerar un trozo de madera de un barco de inmigrantes naufragado hace unos meses. Del lignum crucis al lignum pateris. Nietzsche quedó anticuado. Los que afirman hoy que Dios ha muerto son los curas.

Así que, visto lo visto y para evitar problemas, ofensas y discriminaciones, le deseo, amigo lector, un feliz lo que usted quiera.

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