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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

Ni fácil, ni barato

6 de febrero de 2022

No tengo claro que participar en una campaña electoral para regañar en público a los tuyos sea la mejor idea, pero quién soy yo para enmendar la plana a Anssar —Aznar, en español—. Si el expresidente tuvo a bien acudir a Valladolid y lanzarle un pepinazo en toda la línea de flotación en público a Casado sus motivos tendría. Lo mismo no tiene su teléfono o le ha bloqueado. Vaya usted a saber.

La cuestión es que Anssar se desplazó a la castellanísima ciudad para, supuestamente, ayudar a Mañueco en la campaña de Castilla y León. En estos casos -en la política, en general- se entiende aquello de: «líbreme Dios de mis amigos, que de mis enemigos ya me libro yo». Con la simpatía que le caracteriza y, sobre todo, esa empatía que desprende su lenguaje corporal, el expresidente le dedicó estas bonitas palabras a Casado: «Hay muchas personas que se agarran a supuestas soluciones baratas; fáciles; mágicas; a populismos mentirosos o populismos falsos, porque no tienen un referente fuerte en el cual confiar…”  Aznar es un ventilador de amabilidad. Desde la atalaya en la que se ha instalado tiene para todos. 

Jamás hemos escuchado a Aznar un mea culpa por pactar con el nacionalismo después de lo vivido en los últimos años

Resumen: el votante del Partido Popular no tiene un referente sólido en el cual confiar y por eso se va donde no debe a votar. Lo más correcto sería decir que el Partido Popular tiene tantos referentes fuertes como comunidades autónomas hay, pero ni siquiera en todas partes saben lo que quieren ser de mayores. Por ejemplo, en Galicia sí saben lo que quieren ser: el PNV; y en Andalucía se podría decir que Bonilla de mayor quiere ser Feijoo y está trabajando el ellou, déjenlo solo con Blas Infante. 

Es de justicia decir -esto se le pasó comentarlo al expresidente- que la centrifugación regional del PP no tiene toda la culpa de los males del partido. Si el referente ideológico del Partido Popular es la Agenda 2030, el pacto de Estado por la Ley Integral de la Violencia de Género o la masoquista asunción de la Ley de Memoria Histórica, al menos, no arremeta contra el votante que huye. Y, sobre todo, no le diga que busca una solución fácil y barata. Fácil y barato es declarar de forma sistemática que se va a derogar cada ley sanchista que se aprueba abusando de la fe de un votante que vio con estupor cómo Rajoy no suprimía ninguna ley ideológica de Zapatero, después de haberlo tenido toda la legislatura zapaterista en la calle protestando contra tales leyes. El Partido Popular no pide el voto, pide sumisión. 

En algo tiene razón el expresidente del Gobierno de España: no existen soluciones mágicas. Él debe de saberlo bien. El Pacto del Majestic quiso ser mágico. Sólo así se justifica la alianza con el mismísimo diablo con la pretensión infantiloide de que éste no fuera a hacer el mal. Si lo prefiere no lo llamaremos magia, lo denominaremos furor cortoplacista o cómo obtener el poder a cualquier precio. No todo lo fácil es barato. El Pacto del Majestic resultó fácil, pero nos salió carísimo a todos los españoles. Por cierto, jamás hemos escuchado al expresidente entonar un mea culpa por pactar con el nacionalismo después de lo vivido en los últimos años.

No, Sr. Aznar, fácil y barato es desertar de la batalla cultural y dar por buena o por mal menor la base ideológica de la izquierda, que es lo que hace el PP

Por desgracia, a estas alturas ya no existen soluciones fáciles para arreglar este perfecto desorden encaminado a la desaparición de la España conocida. La España descompuesta y desconocida que nuestros hijos heredan requiere para rehacerse y sobrevivir de medidas complicadas que los populares no contemplan en su programa. A esas medidas difíciles de aplicar, pero necesarias, se les llama ahora radicalización y a los que las votan «personas que se agarran a supuestas soluciones baratas; fáciles; mágicas; a populismos mentirosos o populismos falsos…», según el expresidente.

No, Sr. Aznar, fácil y barato es desertar de la batalla cultural y dar por buena o por mal menor la base ideológica de la izquierda, que es lo que hace el PP. Tan fácil y barata no debe de ser la cosa cuando allá por donde van los supuestos radicalizados lo que les caen son piedras y ladrillos. Fácil y barato es poner en marcha la maquinita de hacer votos y no entrar en los problemas reales de una España que se desangra.

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