Si Alejandro Magno, tras cruzar el Helesponto, se hubiera encontrado con uno de los nuevos parquímetros que el Ayuntamiento de Madrid ha instalado en las calles de la ciudad, seguramente nunca hubiera llegado a conquistar el imperio persa. La manipulación de los nuevos aparatos, de complejidad infinitamente superior a la que requería desatar el nudo gordiano, le hubiese impedido solventar la papeleta con un simple mandoble de espada.
Para aparcar en una de las 176.000 plazas del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), el conductor requiere de tal habilidad y destreza, que cualquiera le confundiría con un aspirante a concursar en Masterchef o con un opositor a notarías.
En los nuevos parquímetros hay que seleccionar la zona de estacionamiento: verde para los residentes, por un máximo de dos horas; y azul para los visitantes, con un tope de cuatro horas. Atención porque, una vez superados esos límites, el atribulado conductor no podrá aparcar de nuevo en ese barrio hasta pasada, por lo menos, una hora.
Además, hay que recordar la matrícula del vehículo, dato imprescindible para formalizar la operación, ya que la antigüedad y características del automóvil hacen variar la tarifa aplicada. Curiosamente, las personas de menos recursos económicos, que no han podido renovar su coche en los últimos años, son los que resultan más penalizados con recargos al ser considerados propietarios de vehículos más contaminantes.
Los nuevos instrumentos cuentan también con una desagradable sorpresa para el cabreado conductor que más tiempo lleva buscando un hueco en el que dejar el coche. Resulta que, cuando más difícil es aparcar en una determinada zona, más caro resulta el estacionamiento, ya que hay recargos en función de la ocupación.
El proceso se completa con la forma de pago. Puede abonarse en efectivo, pero la máquina no devuelve cambio, sino que acumula el sobrante en un monedero virtual para su posterior utilización; o bien mediante tarjeta de crédito, si no falla la conexión telemática con la entidad bancaria. Hay también aplicaciones para pagar a través del teléfono móvil, pero son incompatibles entre barrios, con lo que el usuario puede resultar multado aunque crea que ha abonado la tarifa correspondiente.
Los nuevos aparatos empezaron a instalarse el 26 de mayo, y su funcionamiento ha entrado en vigor el 1 de julio, creando corrillos de despitados usuarios en torno a los mismos, compartiendo información privilegiada cuando uno de ellos ha conseguido culminar el proceso con éxito.
Cuando Alejandro Magno se enfrentó al misterio de Gordias, seguro que no imaginó que podrían existir enigmas de mayor complicación que un nudo cuyos cabos se ocultan en su interior, dificultando enormemente la posibilidad de desatarlo. Los frigios se enfrentaron a persas, romanos, árabes, cruzados, selyúcidas, otomanos y mongoles; y participaron en la destrucción del reino hitita y la caída de Troya; pero nunca instalaron parquímetros. De haberlo hecho, Alejandro Magno puede que nunca huibiera llegado a Gaugamela, batalla que marcó el final del imperio persa y es considerada como su mayor victoria.