Ochenta rosas blancas honran en Angrois la memoria de los fallecidos en el malhadado accidente del Alvia en Santiago de Compostela hace ahora un año, el 24 de julio de 2013. Ochenta vidas que fueron segadas dejando a sus amigos y familiares hundidos en el dolor y bañados en lágrimas. Nada podrá devolver a la vida a quienes nos dejaron, pero nuestro homenaje en su recuerdo les mantendrá vivos en nuestra memoria y en la eternidad.
En estos días, al cumplirse un año de la tragedia, es cuando todos revivimos el fatídico instante que nos robó el aliento de un ser querido. Uno de los viajeros del tren era Enrique Beotas. Periodista polifacético, brillante conversador, fino analista, irónico observador, florido orador e infatigable trabajador que reposa ya junto al Apóstol Santiago.
Nos deja como legado “La Rebotica”, espacio decano de radio, pionero en información socio-sanitaria, que sigue en antena tras haberse emitido durante más de dos décadas en todas las emisoras de España. También “Galicia, sexta provincia”, compendio de sus entrevistas “a modiño” a gallegos ilustres. Y muchas otras iniciativas, como “Castellano Leoneses”, “Extremeños”, Autores de la Vida” y “Autor, autor”. Y brillantes ideas en fase de proyecto, como “La ruta de la Plata” o la “La Orden de Caballeros de Olmillos”. Ésta última ha visto la luz. Quienes nos honramos con su amistad decidimos llevar adelante su iniciativa, como póstumo homenaje a quien fue su inspirador.
Los Caballeros de la Orden del Castillo de la Flor de Lys se han reunido esta semana en Olmillos de Sasamón, en Burgos, para recordar la figura de Enrique Beotas y proceder al cruzamiento de espada de los nuevos Caballeros que, en virtud de sus méritos y bonhomía, se han hecho merecedores de tal distinción.
La Orden se constituyó dos meses después del accidente del Alvia, el 5 de octubre de 2013, con el espíritu de preservar el Honor y los ideales caballerescos, de los que Beotas hizo gala a lo largo de su vida. En su ideario, los Caballeros se comprometen a preservar las esencias de la Castilla eterna, embrión de la nación española, engendradora de pueblos y cuna de hidalgos al servicio de causas justas; defender la unidad de España y la universalidad de la lengua castellana.
La ceremonia de Olmillos fue un compromiso con los principios de lealtad, honor y caballerosidad que tan arrinconados se encuentran en nuestra sociedad de hoy. Fue un homenaje a Enrique Beotas, amigo de sus amigos, abulense de nacimiento y gallego de corazón. Pero fue también un recuerdo a esas ochenta familias que hoy lloran la pérdida de un ser querido en esa maldita curva de A Grandeira en la que un tren, a más velocidad de la debida, hizo descarrilar sueños, ilusiones, proyectos y anhelos de muchos.
Hoy, en el castillo de Olmillos de Sasamón, la flor de lys forma con sus pétalos ochenta rosas blancas que, al igual que en Angrois, evocan la memoria de los que ya nos sonríen desde el cielo de las personas buenas.