«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Odio a raudales

23 de agosto de 2013

Un coche ha arrollado a una moto en Madrid, y la conductora ha pasado de las dos ruedas a las cuatro de una cama de hospital. Se trata de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que se encuentra en una situación grave. No sufre daños cerebrales, pero el impacto le ha roto varias costillas, los pulmones, y la vecindad de su corazón que, con todo, sigue latiendo.Nada late al ritmo de Twitter. Es una corriente oceánica de mensajes en 140 caracteres o menos. Una herramienta muy potente para poner en común opiniones, sentimientos e información, de un modo rápido y sencillo. Twitter albergó las primeras noticias sobre el accidente de Cristina Cifuentes. Yo no quise entrar. Por higiene. Es más, me puse a despotricar contra esos hideputas sin necesidad de hacerlo. Como si no les conociera…Avanzada la tarde del miércoles, entré en el blog de Arcadi Espada (¡es gratis!) y vi que había hecho una recopilación de los tuits más sinceros y abyectos sobre el accidente. Búsquenlo, porque es todo desperdicio. @cometelasopa, por ejemplo, dice: “Cristina Cifuentes herida en un accidente de moto. Toda mi fuerza y mi cariño hacia los amantes de las motos. Seguro que tiene arreglo”. @Empotradorheter: “Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, ingresada por un accidente de moto… tres hurras por su accidente”. @pacoviera01: “¡Pobrecita Cristina Cifuentes! ¡Ojalá y se muera!”, @CaballVir: “Ahí se joda bien jodida la Cifuentes.Casos, casos, como el de un Máximo Pradera que dice: “La vida de Cristina Cifuentes no corre peligro. Ojalá muchos madrileños pudieran decir lo mismo de la suya”. O Gaspar Llamazares, que entre otras cosas dijo: “A todo traumatizado le deseo que mejore, pero si además ha traumatizado a otros, le deseo que mejore y que no vuelva a conducir”. Tiene gracia que Llamazares sea su apellido, y no un apodo.Para qué seguir. Ahí la tienen, la página del odio. Espada zarandea al F5 porque “Twitter no sólo exhibe el mal, sino que también lo organiza y lo alienta”. Y clava la estocada con un “es indiscutible que sin Twitter nunca habríamos sabido quién es realmente el diputado Llamazares”.No, hombre, no, amigo. El mal ya se había inventado ¡y descubierto! Antes de Abel y Caín, mira Eva. Y el mal organizado lo hay ya en los periódicos, mira Vpériod. Lo característico de Twitter es la convivencia en torrente. Y con respecto a Llamazares, le conocemos bien desde hace años. Desde el último desfile frente a Kim Jong-un y desde los rojos Jemeres, e incluso antes, desde la Guerra Civil o la Revolución Rusa, o es más, desde Jan Matthys y la rebelión de Münster, qué te diría yo de la Revolución Francesa que no sepáis tú o tu jefe. Ahí están todos, expuestos, dejando caer sus miserias indistinguibles de sus ideales, avisándonos de lo que nos aguarda si, en un pliegue de la historia, otro, pudiesen llevarlos a la práctica.

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