«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Orígenes

26 de diciembre de 2022

Minutos después de que Felipe VI finalizara su mensaje navideño, Gabriel Rufián dejó en Twitter el siguiente trino: «No hay que olvidar nuestros orígenes». La frase iba acompañada de una imagen de Felipe VI, cuando todavía era niño, saludando a Francisco Franco, bajo la paternal mirada de un Juan Carlos de Borbón que no había sido proclamado rey. La frase de aquél que en diciembre de 2015 dijo que en 18 meses dejaría su escaño para regresar a la República Catalana, apuntaba a una realidad incontestable: la continuidad entre el régimen franquista y la actual democracia coronada. Una continuidad condensada en la fórmula «de la ley a la ley», bajo la cual el régimen se transformó, abriendo la puerta a facciones netamente sediciosas como aquella en la que se encuadra el diputado Rufián. Una formación, ERC, que en su día pactó con ETA dejar fuera de su alcance terrorista a Cataluña.

La rufianesca evocación ofrece una excelente oportunidad para rememorar que en 1931, las Juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña se miraron en el espejo del duce

El pasado siempre vuelve, aunque a menudo –«Oh memoria, enemiga mortal de mi descanso»– bajo una fórmula quijotesca. Por ello, resulta oportuno recordarle a don Gabriel los orígenes del partido en el que milita para menoscabo de la nación española. La rufianesca evocación ofrece una excelente oportunidad para rememorar que en 1931, las Juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña se miraron en el espejo del duce. Enfundados en camisas verde oliva, inspiradas en las camisas negras mussolinianas, los predecesores del de Santa Coloma de Gramanet, los escamots a quienes Gerald Brenan tildó de fascistas, desfilaron marcialmente en el Estado de Montjuich el 22 de octubre de 1933 y organizaron unas nada democráticas milicias que entonaban una adaptación la Giovinezza, himno del partido fascista italiano.

Un pasado, aquél, al que los catalanistas de diverso pelaje no han renunciado, tal y como demostró Joaquín Torra que, antes de convertirse en heraldo de la ratafía y hacer públicos los flatulentos efectos de la butifarra con judías, se declaró admirador de Miquel Badía, apodado El Capitán Cojones, implicado en una frustrado atentado contra Alfonso XIII en 1925, y de José Dencás, devoto del fascismo italiano y destacado impulsor de la autoproclamación del Estado catalán en 1934, tras la cual, la pareja huyó, cual dupla de roedores, por las alcantarillas barcelonesas, en claro y subterráneo precedente de la fuga de Puigdemont a bordo de un maletero. Dos años después de ese viaje por las cloacas, los hermanos Badía fueron asesinados en la calle Muntaner el 25 de abril de 1936 a manos de los anarcosindicalistas a los que consideraban agentes del españolismo.

Casi un siglo después, ERC es, junto a los bildutarras, el principal socio del Gobierno de un Pedro Sánchez a quien Unidas Podemos hace el trabajo sucio

Casi un siglo después, ERC es, junto a los bildutarras, el principal socio del Gobierno de un Pedro Sánchez a quien Unidas Podemos hace el trabajo sucio que le permite presentarse, al menos ante su parroquia, como un presidente equilibrado al que últimamente no se le cae la Constitución de la boca. Una Constitución cuyos orígenes se hunden, al haber propiciado las condiciones materiales necesarias para su redacción, en el propio régimen franquista y que permiten la existencia de un sistema partitocrático en el que, inexplicablemente, tienen cabida aquellos que trabajan con denuedo para destruir la Nación española.

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