Multitud de compañías, sobre todo aquellas que son empresarialmente relevantes en los sectores en los que operan, planifican de modo estratégico la denominada “arquitectura de marca global”.
Para ello, estas empresas intentan proyectar sus valores corporativos por mediación de un determinado código ético, previamente estructurado en virtud de los mismos.
Del mismo modo, suelen diseñar una política de comunicación, publicidad y marketing reputacional tendente a resaltar mediáticamente un concreto lema institucional, dirigido tanto al cliente interno (el empleado) como al externo, y enfocado en los citados valores. Éstos, además, también se verán reflejados a través del logo corporativo, que se diseñará para conseguir tal objetivo.
Y, finalmente, el proceso de construcción de una potente marca finaliza cuando estas compañías se comprometen, ante todos sus grupos de interés, con la responsabilidad social.
No obstante, el valor y la reputación de una marca, que tanto cuesta posicionar, se devalúa por completo si los empleados o los clientes descubren que la declaración de principios que vende la compañía al mercado no se corresponde con la práctica empresarial.
En España, Banco Madrid constituye el penúltimo ejemplo en relación a lo expuesto anteriormente, puesto que esta entidad, filial de Banca Privada de Andorra y actualmente en concurso, vía intervención del BdE, se presentaba corporativamente como “la mejor entidad de gestión de patrimonios de España”, sin embargo y según el Departamento del Tesoro de USA, la misma era especialista en blanqueo de capitales.
Desgraciadamente para los españoles y a diferencia de lo que sucede en el entorno empresarial, las marcas de nuestros dos partidos políticos tradicionales, aún estando desprestigiadas y representando ambas a la corrupción, han conducido al PSOE y al PP hasta la victoria electoral en múltiples ocasiones. Todo ello, independientemente de las contradicciones en las que han incurrido estas formaciones durante décadas, y que básicamente han consistido en ejecutar políticas contrarias a las plasmadas en sus programas.
En la actualidad, el PP y el PSOE están intentando disimular sus constantes corruptelas y engaños a los ciudadanos, puesto que perciben que la sociedad española está demandando cambios democráticamente regeneradores y, por ende, tienen miedo a perder las próximas elecciones.
Pero aún así y debido a que verdaderamente no apuestan por la regeneración democrática, estos dos partidos quedan retratados una y otra vez. Los acuerdos que se están negociando en Andalucía son prueba de ello.
¿Pacto de poder, que respaldaría la corrupción en la Junta de Andalucía, entre el PP y el PSOE?
En principio, el PP de Andalucía podría haber propuesto al PSOE andaluz el apoyo a la investidura, como presidenta de la Junta, de Susana Díaz a cambio de acordar por escrito que ambos partidos respetarán la lista más votada en los ayuntamientos y diputaciones, evidentemente, en relación a las próximas elecciones municipales (y autonómicas, excepto en Andalucía).
Este supuesto pacto, de llegar a producirse, supondría, por parte del PP, apoyar la corrupción del PSOE en Andalucía a cambio de conservar el poder en determinadas ciudades y diputaciones andaluzas (suponiendo que el PP ganara las elecciones municipales), salvaguardándose de esta manera de posibles alianzas entre PSOE y Podemos.
Pacto anticorrupción y a favor de la democracia propuesto por Ciudadanos
Por el contrario, Ciudadanos podría estar planteándose la posibilidad de supeditar un posible apoyo a la investidura de Susana Díaz a la expulsión del PSOE de Chavéz y Griñán, previa dimisión y abandono de sus respectivos escaños en las Cortes Generales.
Sin duda, el enfoque del pacto que podrían refrendar el PP y el PSOE define la corrupta y vieja política española. En cambio, el planteamiento del pacto supuestamente instado por Ciudadanos abre la esperanza a la aparición de una nueva política.
De cualquier forma, en el caso que finalmente Ciudadanos tenga la llave de la gobernabilidad en Andalucía e, igualmente, desee potenciar su marca política, esta formación debería aprovechar dicha oportunidad para obligar al PSOE andaluz a desmontar su corrupto e improductivo régimen clientelar, basado en la subvención y en la compra de votos.