«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Papa, el marxismo y las buenas personas

16 de diciembre de 2013

Ayer nos encontrábamos con el Pontífice reinante, Francisco, respondiendo a una pregunta igual de obvia: no, el Papa no es marxista, ha tenido que contestar al diario italiano La Stampa, ante las inquietudes que han suscitado algunas declaraciones de su alocución Evangleii Gaudium en ciertos sectores de la Iglesia.

 

Es testimonio de la atroz tiranía que mantiene la política sobre nuestra cultura el hecho mismo de que se plantee esta pregunta y el Papa vea conveniente responderla, especialmente grave en unos fieles que, a estas alturas, deberían saber que la Iglesia habla a la eternidad, y esta no puede constreñirse en los estrechos y artificiales moldes de ideologías que, a vista de pájaro, son siempre flor de un día (o, lo que es igual, unos pocos siglos).

 

Pero la polémica en sí esconde aspectos muy positivos, sobre todo por el hecho de que nos recuerda, por un lado, que el Cristianismo es una fe superadora de las ideologías y, por otro, que la Iglesia nunca puede ni debe convertirse en rehén de partido o bandería algunos de la lucha política, por nobles que sean y acertados que resulten. En este sentido, el católico debe ser siempre un aliado poco fiable para un partido, porque jamás podrá dar su lealtad primaria e incondicional a las cambiantes tesis de un grupo que busca el poder.
 
Por otro lado, la polémica sirve para llamar la atención sobre la legítima, no, obligada injerencia de la Iglesia en la vida pública. El concepto antropológico que se deduce del Evangelio obliga al cristiano a elegir sus opciones políticas teniendo en cuenta lo que Benedicto XVI calificó de “principios irrenunciables”.
 
Por lo demás, es poco menos que escandaloso que la opción preferencial del Papa por los pobres, que no es otra que la que se encuentra en pasaje tras pasaje de la vida de Cristo, sea confundida de algún modo con una ideología que, históricamente, solo ha traído al mundo miseria, opresión y verdaderos mares de sangre.
 
En este sentido, es lamentable que muchos cristianos tradicionalistas ignoren las encíclicas en las que sucesivos papas han desarrollado la llamada Doctrina Social de la Iglesia como si fueran una excentricidad personal de los pontífices y de algún modo estuvieran fuera del Magisterio, cuando su actualidad se impone como nunca en nuestros tiempos de crisis de las ideologías y replanteamiento generalizado de los alineamientos ideológicos. No, el Papa no es marxista, ni puede serlo. Pero no esperen que haga campaña por su partido favorito.

 

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