«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.
Amando de Miguel es catedrático emérito de Sociología en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de México (DF). Ha publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. El último libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su último trabajo inédito: “La pasión autoritaria de los españoles contemporáneos”.

Paparruchas de la España vaciada

1 de diciembre de 2021

Una de las simplezas más notorias de la actual política española es la consideración de la “España vaciada” como una manifestación de atraso, una especie de accidente en nuestra historia poblacional. Se refiere a un amplio espacio de la España peninsular con una densidad muy rala de habitantes. Se considera que es una desgracia histórica. Tanto es así, que el fenómeno demográfico se utiliza como la base de un nuevo partido político, un conjunto heteróclito o centón de retazos geográficos, en el fondo, de índole caciquil. Lo fundamental es que constituya un alivio para sumar votos de la izquierda. El precedente exitoso fue un partidillo con el pintoresco marbete de “Teruel también existe”. En su día, fue la clave para el ascenso al poder de nuestro amado presidente, el doctor Sánchez, asociado, además, a los separatistas vascos y catalanes y a los comunistas.

Vamos a los hechos demográficos. En 1953, el economista Román Perpiñá publicó un luminoso estudio sobre la tendencia a la despoblación de grandes espacios de las provincias interiores de la Península. Demostró que esa pérdida continua de población (o su menor crecimiento respecto a la media nacional) era correlativa de un novedoso movimiento migratorio interior. Se dirigía hacia el centro madrileño y las zonas costeras urbanas.  Perpiñá llamó corología a ese fenómeno estructural, por cora, una voz arábiga y griega para “espacio, territorio”. Contando con el espacio del Portugal continental, ajustó una figura hexagonal con los vértices atractores de población (dasicoras). Estos eran los núcleos urbanos de: Barcelona-Tarragona, Valencia-Alicante, Sevilla-Cádiz-Málaga, Lisboa-Oporto, Pontevedra-La Coruña, Vizcaya-Guipúzcoa. Se añadía el centro del hexágono: Madrid. El resto del espacio, alejado de las dasicoras, constituía las areocoras o zonas de baja densidad y tendía a perder población o, por lo menos, a expandirse de forma muy débil. El proceso lo observó, detenidamente, Perpiñá (quien más tarde sería Premio Príncipe de Asturias de Economía), para la primera mitad del siglo XX, diríamos, en su status nascens.  Partimos de una zona europea tan atrasada y poco poblada, como la Península Ibérica. La necesaria condición para que prendiera la industrialización era la de ir concentrando la población en el centro y los vértices del hexágono.

No tiene sentido la idea de repoblar la “España vaciada”(la “areocora”, en la terminología de Perpiñá), como se proponen algunos políticos de la izquierda

No, solo, se cumplió el modelo de la inicial industrialización de la Península, sino que, con los datos de la segunda mitad del siglo XX, se afianzó. Es, entonces, cuando el fenómeno adquirió un verdadero ímpetu; significó el decidido desarrollo de los países ibéricos. Por lo que respecta a España (con la excepción de algunos núcleos capitalinos, como Zaragoza o Valladolid), se fue dibujando el relativo “desierto interior”. Ahora, recibe la etiqueta política de “España vaciada”. Lejos de ser un atraso, tal proceso ha sido uno de los requisitos esenciales para el imponente desarrollo económico de las dos últimas generaciones (unos 60 años). Es más, ante el nuevo problema de la extrema congestión de las “dasicoras”, es un alivio pensar que quedan grandes zonas interiores, lejos de las zonas urbanas, como reservas de la naturaleza. Pensemos en la caza, el turismo interior, los parques naturales, el senderismo, etc. Pocos países de la Unión Europea pueden contar con una oportunidad semejante. 

El modelo estructural del hexágono de Perpiñá se corresponde con el sistema de autopistas, ferrocarriles y aeropuertos en la Península. Lejos de ser “desequilibrado”, como se ha dicho, el modelo hexagonal es el más inteligente para el tardío desarrollo económico de España y Portugal. Lástima que, todavía, no se haya planeado la línea ferroviaria de alta velocidad entre Lisboa y Madrid. Más inexplicable es, todavía, el retraso en la construcción del tren de alta velocidad (AVE) Madrid-Bilbao-San Sebastián-Irún para enlazar con la red francesa. El nacionalismo es mala cosa.

Una cosa es cierta: carece de sentido la idea de repoblar la “España vaciada”(la “areocora”, en la terminología de Perpiñá), como se proponen algunos políticos de la izquierda. Otro cantar es que la necesidad de que la población de algunas “dasicoras” se desparrame en una radio de unas docenas kilómetros desde los centros metropolitanos correspondientes. Pero, ese es otro problema.

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