He sostenido siempre junto a otras personas que los cubanos debieran pedir lo que pidió José Martí, el cubano más grande y universal: “Patria y Libertad”. No puede existir otro clamor que ése, porque no hay clamor que defina mejor la necesidad del ciudadano cubano de vivir en su patria y en libertad. Lo merecemos después de seis décadas de sufrimiento y olvido.
En la denominación de Patria está sin duda alguna, Dios, también la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y por supuesto, nuestro mayor pensador, José Martí. Ellos tres son los símbolos más importantes, espirituales y culturales de la nación cubana, y los que debemos restaurar en el futuro, y restituir desde ya como fórmula e ideas.
La Libertad engloba, además de numerosos proyectos, los conceptos de constitución, democracia y república. La Constitución de 1940 es la herramienta vigente, en toda su legalidad, que poseemos para amparar la “justicia transicional” (como la llama Julio M. Shiling) y dirigirla hacia un proceso democrático que culminará con la república y su soberanía. Restituir la C40 restauraría a la patria-nación en su mayor alcance cultural, social, y de bienestar económico y político. Sin la cultura no alcanzaríamos lo que de verdad añoramos: que Cuba renazca en todo su esplendor, no sólo bajo las reminiscencias, la historia evocada y la memoria encendida de lo que fue, sino con perspectivas de lo que podría llegar a ser con el paso del tiempo.
Estados Unidos prefiere la continuidad de un régimen oprobioso y criminal que ellos mismos pusieron en el poder
Mientras que Patria y Vida es un concepto reductor del que el propio régimen pudiera agarrarse, puesto que fue una frase pronunciada en un discurso por el mismísimo Fidel Castro, como verán en este enlace, también daría pie a que la usasen con el propósito de maniobrar hacia un “cambio-fraude” (cito a Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación, Premio Sajarov, asesinado vilmente hace diez años en una guardarraya cubana junto al joven Harold Cepero), y urdir con la complicidad de Estados Unidos una vía de entendimiento mutuo, que empezaría por tumbarles el embargo, el que de hecho, apenas existe, y permitir que los herederos ideológicos tomen el poder ad aeternum.
Estados Unidos, tengámonos claro, no desea la libertad de Cuba. Estados Unidos prefiere la continuidad de un régimen oprobioso y criminal que ellos mismos pusieron en el poder, con tal de no tener que intervenir e invertir exclusivamente con fines humanitarios. El Patria y Vida les acomoda, les va como consigna revolucionaria.
El problema es cuando una frase o lema se programa con alevosía y se instala en los cerebros cual un mantra supuestamente deseado, que apuntaría a resolver, incluso como sucedáneo y alivio, una situación que se ha alargado demasiado en el tiempo.
El Patria o Muerte perduró más de sesenta años, era el padrenuestro de cada día, lo que es decir bastante acerca de un pueblo que todo lo transforma en religión —hasta un reguetón—; porque los cubanos convirtieron el marxismo-leninismo en religión, en credo y en altar. Recuerden que quitaron la imagen enmarcada del Corazón de Jesús de las salas de sus casas para clavetear en las paredes la del mayor tirano que ha tenido Cuba: Fidel Castro. Desvestir a un santo para vestir otro, decía mi abuela, esa Sabia humilde y desconocida.
Repitan conmigo, las veces que sean necesarias: “Patria y Libertad”. No les cobraré nada
Sólo la letra mediocre de un pésimo reguetón pudo desterrarles el antiguo Patria o Muerte del cerebro para al instante atornillarles el Patria y Vida, que tampoco desobedece tanto, pues Fidel Castro está, como señalé al inicio del artículo, en el origen de la frase. Se podría ver hasta como póstumo homenaje.
Ahora, ¿cómo desincrustarles de nuevo el Patria y Vida para reinsertarles el Patria y Libertad de José Martí, solamente a golpe de cultura noble y verdadera? Será difícil, no, lo siguiente, casi imposible, una tarea para Supermán, o SuperZoé, por eso, aunque sin criptonita, insisto…
Cuba me recuerda demasiado a aquella mujer, habanera, por cierto, que jamás llegaba a discernir de forma correcta entre lo realmente importante y lo trivial. De modo que podemos imaginar que, si por azar iba caminando apresurada por una calle del Vedado, y le anunciaban que su madre había muerto de repente, y al mismo tiempo se le partía la cambrera que sostenía el tacón del zapato, ella titubeaba, no podía elegir entre dirigirse a un Consolidado de zapatero que le reparara el tacón o correr a preparar los funerales de la madre fallecida.
Repitan conmigo, las veces que sean necesarias: “Patria y Libertad”. No les cobraré nada, ni mucho menos les venderé un disco por debajo del tapete. Tampoco me darán un Grammy, pero, eso sí, tendremos una Cuba radicalmente Libre.