No le recomendaría a nadie con problemas depresivos que presenciara la Comisión de las Comunidades Autónomas del Senado que ha tenido lugar este jueves. Estaban en la misma sala ese señor que juega a ser presidente del gobierno de la inexistente república de Cataluña, —con sus embajaditas de juguete y todo— y que tiene nombre de fruta, y María Guardiola, la Irene Montero pepera.
El pleno lo había ideado el Partido Popular, con mayoría absoluta en la Cámara, en teoría para criticar la amnistía a los golpistas catalanes. En la práctica ha servido para que los presidentes populares de las regiones con lenguas autonómicas se hagan los progres y el PSOE los pueda criticar a ellos por oponerse a su uso en el Congreso de los Diputados, aprobado recientemente por el PSOE y sus socios parlamentarios. No se puede negar que se lo buscan a conciencia.
También para que Pere —léase pera—, hiciera un feo al presidente del Senado y se fuese sin saludar, y después de soltar su rollo patatero el primero no se quedase a escuchar a los otros. Él es así. Considera que lo que tiene que decirnos por la nariz nos interesa muchísimo. Nos interesa lo mismo que lo que nos dijo López Miras: nada. Pero el resto están un poco mejor educados que él y no tienen esos aires de Napoleón con fenotipo de Quim Torra. Bueno, con medio fenotipo de Quim Torra. Porque Aragonés mide 1,63 y el otro 1,78. Napoleón también era un gigante a su lado: medía 1,68. Tenía fama de bajo porque creó una guardia que lo custodiaba en la que había que medir lo que Torra. En comparación era enanito, claro. Pero era más alto que la media de los franceses e ingleses de su época.
Aragonés es mucho más bajo que la media de los hombres de la suya —los españoles andan ya en general por encima del 1,76—. Vamos, que si lo ve Marta Ferrusola, la xenófoba mayor de la no-república, lo confunde con un castellano de esos cualquiera. Sospecho que de cociente intelectual también anda mucho peor que la mayoría. Sólo así se explica que vaya al Senado a seguir dándonos la turra con el referéndum insistiendo en que deben votar los catalanes: No, pera. De ponernos a hacer ilegalidades y votar, debemos votar todos los españoles. Es la única forma de que algunos como él reciban la patada en el trasero que merecen. ¿O quizá pera entiende muy bien esto y por eso insiste en que el futuro de una región de España no puedan decidirlo todos los españoles?
Tiene nombre de pera, pero lo que dirige, en realidad, es la manzana podrida del cesto: Cataluña es la región más corrupta de España según un informe apoyado por la Comisión Europea. Es la que más dinero recibe —13.566 millones de euros sólo en 2023 de los 71.958 del sistema de financiación autonómica—. La que más exige, y por tanto, la más insolidaria. La que más insulta al resto de España y la que más tensiona la convivencia entre todos. Basta con él solito al frente para dirigir toda una macedonia de despropósitos. Pero claro, Pedro Sánchez necesita lo que sin su sobrerrepresentación en el Congreso sería un poder ridículo de una pandillita también bastante ridícula. Y entonces pueden robarnos alegremente al resto lo que les parezca, desde soberanía a comisiones como las del 3%.
Y aún así lo que se le ha ocurrido hacer al PP para combatir el discurso intragable de Aragonés ha sido ponerle un atril para que nos diga a todos que nos vamos a tragar la amnistía y el referéndum, porque él lo vale, y luego sacarle a sus propios presidentes a hablar en lengüitas varias de la Constitución. Menos María Guardiola que habló de sí misma. Yo si con esta estrategia el PP no nos salva, ya no sé. Parece que el plan lo haya diseñado Borja Sémper.
