La frustrada tentativa de alcanzar una paz a cualquier precio en Colombia, una nación Ā importante, un estado estructurado, jurĆdica y socialmente, con historia, Ā que ha participado durante siglos en el seno del equilibrio internacional, rebajado a negociar con una banda de narcotraficantes disfrazados de guerrilleros proletarios, para llegar a una rendición y dar cabida en una sociedad civilizada a una cuadrilla de delincuentes, cuya Ćŗnica legitimidad viene dada por la ingente cantidad de dinero que apalean y la fuerza de la violencia de las armas, de haber llegado a tĆ©rmino para satisfacción de los seƱores de la guerra, hubiera sido un fracaso de dimensiones mayĆŗsculas, desde un punto de vista polĆtico con repercusiones internacionales. Ā Ā Ā Ā
Al legitimar el uso de la fuerza como medio de alcanzar el poder, una vieja estrategia Ā que se suponĆa superada como forma de acceder legĆtimamente al poder, volverĆa a instalarse en el seno de naciones civilizadas. ĀæO es que vamos a legitimar de nuevo tales mĆ©todosā¦? Eso serĆa abrir la caja de pandora. Ā
Este hecho es grave en sĆ, pero milagrosamente ha fracasado, a pesar de haber tenido, y esto es lo asombroso, el apoyo de todo un corifeo nacional e internacional pasmados ante la palabra āpazā, como si esta sin mĆ”s condiciones, fuera un valor aceptable sin condiciones. Me recuerda otro Ā discurso muy cercano, como para que no me sorprendan las loas y alabanzas a semejante rendición. Con esa misma lógica, hoy por ejemplo, les recordarĆa a los entusiastas de tales comportamientos que de haberse aceptado ese criterio hoy estarĆan todos marcando el paso de la ocaā¦los mĆ”s afortunados.
Para colmo de conspiraciones retorcidas, Ā porque estas decisiones no merecen otro calificativo, el comitĆ© del Nobel noruego va y le da Ā”el premio nobel de la paz! Ā Cuando ese engendro de rendición por parte de un estado serio, ni es paz ni es nada; quizĆ” hubiera convenido, para que tales próceres calentitos en su nirvana nórdico, gracias a su petróleo regalado y la protección militar de Occidente, en caso de algĆŗn percance con sus vecinos del norte o del sur, hubieran aprendido una lección difĆcil de olvidar: haberles dejado solos para quitarse a los alemanes de encimaā¦
Pero tras esas decisiones, Ā igual que la de dar el mismo galardón en su dĆa al Presidente Ā Obama, cuando ni siquiera habĆa comenzado su mandato, al igual que otras muchas, en todos los órdenes de nuestra sociedad actual, no son casualidades, se entroncan en un movimiento generalizado en la misma dirección y cada vez menos disimulado.
Estamos asistiendo al intento sistemĆ”tico de erosionar aquellos valores que constituyen la base del pensamiento filosófico, polĆtico y económico de la cultura occidental. Estamos ensalzando principios y criterios que hubieran sido rechazados por inaceptables tan solo hace una generación, pues entraƱan la rendición y la decadencia mĆ”s descarada del cuadro de principios y del orden de prioridades Ā de cualquier sociedad.
Lo mĆ”s llamativo es que quien ha emprendido semejante camino son instituciones y personas destacadas, representativas, nĆŗcleos de poder que pertenecen incuestionablemente a esta misma sociedad, organismos, organizaciones, que nos aseguran que son los legĆtimos representantes de una āvoluntad popularā y que detentan el poder tanto a nivel estatal como corporativo. Fuerzas que pretenden alterar el curso de la historia en un sentido determinado y redefinir las relaciones de los hombres entre sĆ y con el mundo, sin consideración a las condiciones efectivas y a la naturaleza del hombre real.
Se predica acabar con aquellos valores que son los que precisamente han elevado a los ciudadanos de Occidente en general a disfrutar del mƔs alto nivel de vida y altura intelectual de todos los tiempos y lugares que en la historia han sido, defectos incluidos.
La pregunta calve serĆa: Āæpor quĆ© surge este movimiento? ĀæPor quĆ© se pretende destruir lo que tantos esfuerzos, sacrificios y fatigas ha costado alcanzar? y la segunda pregunta crucial: Āæpara quĆ©? ĀæSustituirlo todo por una nueva utopĆa, Ā o simplemente es el suicido cultural de una colectividad decrĆ©pita y decadente? Ā