«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

Sin piernas y a la gamba

11 de diciembre de 2013

Dentro de las ocurrencias más absurdas de los últimos tiempos, les llamo la atención por la que dijo José Ricardo Martínez –en otro tiempo sobrecogedor en Caja Madrid y luego Bankia (a 180.000 euros)– el que quería mandar a Esperanza Aguirre “a su puta casa”, ayer cuando el temporal arrecia sobre la UGT se descolgaba con el anuncio de que los sindicalistas de la UGT no se doblegan y “para hincarnos de rodillas tendrán que partirnos las piernas y ni aun así lo van a conseguir”. ¡Qué actitud! Si no fuera porque Martínez nos tiene acostumbrados a la doble moral y a eso de defender en la calle la escuela pública, pero llevar a sus hijos a la privada, nos asustaría. ¿Quién quiere romperle las piernas a este tipo? Pues nadie, si acaso lo que queremos es que pida perdón por no haber sabido salvar Bankia, por haber dilapidado su estancia en el consejo, dispuesto a cobrar pero no a defender a los trabajadores, ni al prestigio de la entidad que tan bien le paniaguaba.
Eso es lo peor de la UGT y de sus líderes. No han sido ejemplares en su trayectoria. Le guste a Martínez o no, los indicios de corrupción en el sindicato son más que flagrantes y ahora esperamos de él, que se pregunte públicamente qué ha hecho por los desempleados de este país. Que busque a su alrededor cuántos comedores sociales, para las familias de esos desempleados se sostienen con el dinero y el impulso de la UGT. Cuántos voluntarios de la UGT están metidos en harina tratando de echar una mano a los desempleados.

¿Esos métodos de “partir piernas” se aprenden en los piquetes informativos? No salgo de mi asombro; debe ser que los consejeros dolce far niente se olvidan del acto de contrición, del propósito de enmienda y de la penitencia. ¿No le parece, Martínez, que le debe al menos eso a sus afiliados decentes? Así de arrogante es el sindicalismo de mandarines. Por lo demás es obvio que Martínez no es Antonio Gramsci y que sus elucubraciones rozan el fin de la historia que predecía Francis Fukuyama o, si me apuran, parte del choque de civilizaciones contra el que nos prevenía Samuel Huttington.
Lo que pasa es que las civilizaciones que chocan son la decimonónica de Martínez y la de la sociedad española post-crisis que se pregunta ¿para qué sirven los sindicatos?

Los españoles aprecian salir de la crisis, pero saben que ha sido con su esfuerzo, con su precarización salarial, laboral, social y que en ese proceso de empobrecimiento de salarios ajustados, los sindicatos no han sabido renunciar ni siquiera a sus liberados, a esos que cobran si ir a trabajar. Martínez, no te preguntes qué ha hecho por ti tu país; sino qué has hecho tu para que tu país, y sus trabajadores, mejoren. Y recuerda que si no eres parte de la solución, eres parte del problema.

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