«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Politiqueo

4 de diciembre de 2021

Nuestro actual presidente del Gobierno hace gala constante de haber perdido el -por llamarlo de alguna manera- sentido de la realidad. La última de tantas patrañas es la de proclamar un escenario de crecimiento de la economía y de los ingresos públicos que no sólo no tiene sustento alguno, sino que contradice el expuesto por las principales instituciones financieras. Pero esta práctica de huir de la realidad no es monopolio de Pedro Sánchez. Otros líderes políticos caen en lo mismo y así Andoni Ortuzar, del PNV, afirma muy rimbombante que la independencia llegará al País Vasco en 2050. También los dirigentes de la autonomía catalana mantienen sus ambiciones secesionistas, aunque ya ni ellos mismos se lo creen. Resulta poco verosímil pretender una secesión que no tiene cabida constitucional ni tampoco en el marco de la UE, donde es un auténtico tabú tratar de convertir en miembro de la Unión un país que procede de otro.

Tampoco se libra Pablo Casado de esta práctica que tanto desprestigia a la clase política cuando manifiesta que gobernará dentro de dos años y en solitario, como si VOX no existiera y no hubiera hecho posibles los importantes gobiernos autonómicos y municipales que gestiona su partido y que han sido esenciales para su propio mantenimiento como presidente del PP y líder de la oposición.

Vaticino que tras cuatro largos años del Gobierno de Sánchez no quedará nada para el recuerdo salvo mucha y tóxica palabrería

El estupor que producen estas declaraciones tiene un efecto muy pernicioso en un momento en el que cada vez es más necesaria la credibilidad. Hay que diferenciar la gravedad de la seriedad. Hemos tenido políticos muy graves o severos en su conducta que luego han llevado a cabo políticas muy poco serias. La genial obra de teatro de Oscar Wilde “La importancia de llamarse Severo” (y no “Ernesto”, como traducía Borges el título) es un tratado al respecto. Se puede ser muy serio desde la extravagancia, pero cuando se dicen necedades desde la gravedad del cargo el daño es profundo. La crisis de liderazgo es percibida por todos. No es el momento de andarse con estos juegos, pues la crisis social y económica es muy profunda y la ciudadanía necesita al menos que se les trate con respeto.

Este Gobierno de Sánchez que sufrimos es, recordando al profesor Domínguez Ortiz, parecido al de aquel del Duque de Lerma durante el reinado de Felipe III, un gobierno de un “mezquino ir tirando”. Vaticino que tras cuatro largos años del Gobierno de Sánchez no quedará nada para el recuerdo salvo mucha y tóxica palabrería, demasiado guerracivilismo. Su manual de socialdemócrata de los años sesenta está completamente caducado y, lo que es peor aún, no se lo cree ni él.

Politiqueo del peor, que genera serias dudas sobre el presente y que ahuyenta las inversiones, que son el futuro. Son tiempos en los que más que nunca necesitamos orientación para modernizar nuestra sociedad y nuestra economía, para enfrentarnos a un mundo cada vez más volátil con nuevos retos como son los ocasionados por China, la digitalización, la deuda desorbitada y la inflación, los bajos y estancados salarios, la cada vez más necesaria flexibilidad de un mercado cada vez más acelerado… y frente a esto nada de nada, salvo palabrería y politiqueo. ¡Una decepcionante pérdida de tiempo!

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