«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.
Periodista, escritor e historiador. Director y presentador de 'El Gato al Agua' de El Toro TV.

Por qué la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa

12 de septiembre de 2023

(Nota para millennials, lectores extranjeros, “nuevos españoles” y zoomers: hay una célebre jota que reza “La Virgen del Pilar dice/ que no quiere ser francesa./ Que quiere ser capitana/ de la tropa aragonesa“. Antes la sabía todo el mundo. Vale).

Francia ha hecho balance de los gravísimos altercados que vivió el país entre los pasados 27 de junio y 7 de julio. Se acordará usted: la Policía mata en un control a un pequeño delincuente común de origen magrebí y las masas se lanzan a quemarlo todo con el aplauso de la extrema izquierda y los medios woke. Al margen de la evaluación económica de los daños (730 millones de euros, más de quinientos municipios afectados), los datos que han ofrecido la Inspección General de la Administración y la Inspección General de Justicia son bastante elocuentes. Ha habido 58.000 infracciones denunciadas y un total de 12.000 personas imputadas. Según la Prefectura de Policía de Paris, «una gran mayoría de los violentos detenidos —cito textualmente— son jóvenes de nacionalidad francesa, pero originarios de la inmigración (segunda o tercera generación), principalmente del Magreb o de África subsahariana».

La adrenalina

La edad de la mayoría de los detenidos oscila entre los 18 y los 24 años (contra los menores se renunció, en general, a emprender acciones legales). El 87% de ellos son solteros, precisa la Prefectura de forma un tanto estúpida. Más de un tercio de los imputados está en el paro (se omite el dato de qué subsidios cobran), el 29% carece de titulación alguna y un 38% posee un título de educación inferior al bachillerato. La Prefectura, con fina capacidad de penetración psicológica, concluye que los violentos eran fundamentalmente «oportunistas» animados por la «curiosidad» y la «búsqueda de adrenalina» (sic, sic y resic). ¡Ah, la adrenalina…! ¡Cuántos desmanes no se habrán perpetrado en su nombre! No hay un equivalente directo en francés para la expresión «manda huevos», pero puede añadirla usted en el idioma que más le guste, como en nuestro Congreso de los Diputados.

Francia está en una tesitura morrocotuda, que pronto veremos también en España, y es que su casta política ha creado un problema que ahora no sabe cómo resolver. Uno no puede modificar el mapa social de un país, poner boca abajo su estructura demográfica, cultural y moral, importar masivamente población alógena a la que se renuncia a integrar (entre otras cosas, porque esa gente ni puede ni quiere integrarse) y pretender que no pase nada. Ahora se ha hecho imposible mantener la ficción de que no pasa nada, de manera que la respuesta del poder es el camuflaje: lo que pasa no es lo que parece que pasa. O sea, la adrenalina.

El pasado 23 de agosto, Emmanuel Macron, presidente de la República que aspira a perpetuarse en el cargo, concedía una entrevista a Le Point y decía algo que la prensa española ha callado como eso que está usted pensando. Lo que decía era literalmente esto: «Hay que reducir significativamente la inmigración y en particular la ilegal». Y también: «Hay que emplearse a recivilizar». ¿A quién? A los «descivilizados», y todo el mundo entiende que se trata sobre todo de las generaciones más jóvenes de los suburbios. Es decir, precisamente a las generaciones nacidas de la inmigración. Las de la adrenalina.

La trampa de Macron

Del equívoco sobre la descivilización ya hemos hablado aquí. Fijémonos en ese otro asunto, el de la inmigración. Lo que dice Macron parecería de sentido común… si no fuera porque este Macron es el mismo que, desde el poder, ha estimulado una entrada masiva de población extranjera con el argumento de que «cada inmigrante es una oportunidad para Francia». Hay que ser cara dura. Dispuesto a utilizar en provecho propio el problema que él mismo ha creado, Macron ha anunciado incluso contactos con los demás partidos políticos para convocar un referéndum sobre la cuestión migratoria. No es sólo un pirómano metido a bombero; es que además quiere que las víctimas del incendio le paguen el agua.

¿Todo esto significa, al menos, un giro, una rectificación en la descabellada política de inmigración francesa? Sería milagroso. Más bien parece que Macron se propone recuperar algunos de los temas fundamentales de la Unión Nacional de Marine Le Pen y del Reconquista de Zemmour, que ya son sin duda mayoritarios en la percepción social, y apropiárselos… para neutralizarlos (grandes dosis de inhibidores de adrenalina). En la mencionada entrevista de Le Point, Macron saca la baraja y en las cartas se leen nombres que suenan muy bien en la derecha: volver a la exigencia en la educación, proteger a la familia, fortalecer la nación… Lo dice el mismo tipo bajo cuyos gobiernos se ha deteriorado todo eso de forma galopante. Macron se pone a la cabeza de la manifestación contra sí mismo. Terminará expulsando de la multitud a los que desde hace decenios piden reducir la inmigración, fortalecer la nación, reformar la educación y proteger a la familia. Y una vez expulsados, hará una nación, una educación, una familia y una inmigración a su medida, es decir, a la medida del discurso globalista, que es exactamente lo que Macron representa. 

Con frecuencia se dice que la mayor astucia del diablo consiste en hacer creer que no existe. Quizá. En política, sin embargo, las cosas funcionan de otro modo: en política, la mayor astucia del diablo consiste en hacer que la gente crea que el diablo es el otro.

Y por eso le digo yo que la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa: con la que está cayendo allí, no es de extrañar. Lo malo es que, esta vez, ser capitana de la tropa aragonesa no parece una alternativa mucho más seductora.

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