«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Porrota

30 de diciembre de 2024

Hace unos días supimos que la Comunidad Autónoma Vasca ha dejado de participar en las evaluaciones impulsadas por la OCDE. Los alumnos vascos ya no se someten a los exámenes de competencias matemáticas ni a los que miden las habilidades digitales. El apagón es total, pues las provincias vascongadas, que destinan casi 11.000 euros por alumno frente a los 8.000 que gasta Castilla y León, tampoco publican los resultados de sus propias pruebas. Pese a tan gran desequilibrio entre dos comunidades vecinas, en realidad, pertenecientes a una misma entidad histórica, Castilla, los últimos informes PISA, sostienen que Castilla y León supera con creces en comprensión lectora y matemáticas al País Vasco, que se sitúa en mitad de la tabla regional. Los datos plantean una serie de interrogantes de entre los que se abre paso uno cuya sola invocación levanta ampollas: ¿el fracaso pudiera responder al modelo de inmersión lingüística?

La pregunta resulta ofensiva para los oídos piadosamente autonómicos, pues si hay algo sagrado en el régimen del 78 son las señas de identidad, la mayor parte de ellas fabricadas o normalizadas, que dan la coartada, en el caso vasco, acompañada por el terror etarra, para chantajear al Estado, un Estado plural, nos recuerdan machaconamente sus apóstoles, como si existieran Estados no plurales.

El ensimismamiento educativo vasco sorprende no sólo por lo infantil de tratar de ocultar tamaño fracaso, sino porque va en contra de la inercia histórica del europeísta PNV, partido protegido por potencias extranjeras durante el franquismo para tener preparada una vía alternativa al comunismo. No en vano, en 1950, la puesta de largo del proyecto cultural yanqui para Europa tuvo entre sus invitados en Berlín al sacerdote Alberto de Onaindía Zuloaga, que desarrolló un importante papel en el Pacto de Santoña y fue compañero de viaje de José Antonio Aguirrelehendakari en el exilio, y a la aristócrata Carmen de Gurtubay Alzola, que estuvo al servicio de Manuel de Irujo, ministro de la República española en el exilio y dirigente del Partido Nacionalista Vasco.

Contrariamente a esta trayectoria, los mandamases vascos han decidido autogestionar sus magros resultados académicos sin hacer autocrítica y sin ser conscientes de que su apuesta inmersiva a lo máximo a lo que alcanzará es a la sustitución del español por el inglés, herramienta fundamental para desenvolverse en esa Europa en la que se encontrarían con otras naciones liberadas del yugo español. Los síntomas ya son visibles, pues, aunque no es privativo de los hijos de Aitor, en la tierra de Elcano ya se puede leer Basque Culinary Center, rótulo con el que los cocineros vascongados tratan de ofrecer al mundo los platos de su genuino country.

El drama aumenta no sólo porque los vecinos castellanos y leoneses, maketos según la terminología xenófoba araniana, sacan mejores notas, sino por el hecho de que la propia configuración de la sociedad vasca se aleja cada día más de la homogeneidad necesaria para el adoctrinamiento en los dogmas peneuvistas. Con una tasa de natalidad bajísima, la euskorreposición se hace harto complicada y los nuevos vascos, al igual que los nuevos catalanes, no se ajustan al canon que, contra todos los baremos, se empeñan en mantener quienes han hecho de él una industria.

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