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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El PP se hace un Carmena

13 de julio de 2015

A mediados de octubre de 2014 se celebró la asamblea fundacional de Podemos; con ella los de los círculos cimentaban la II Transición. Éstos, hijos del sustrato abonado por tantos españoles indignados, marcaron el ritmo de la política, autoproclamándose con cada pedalada como el referente social de la ciudadanía desnortada pero sin elecciones, lo que se viene denominando empoderamiento. Su desparpajo a la hora de plantear el diagnóstico de los males de España, les granjeó las simpatías de muchos de los que hoy les chantajean fruto del ordeno y mando de Pablo Iglesias. Y es que el docente no quiere a nadie que le haga sombra. Se van retratando aquellos que se mimetizan con las formas de la casta. Es paradójico que los podemitas adopten los usos de los partidos herederos del consenso setentayochil, mientras los “viejos” se afanan por mostrarse tan democráticos y modernos como el que más.

El pasado fin de semana, fechas en las que se cumplían 18 años del espeluznante asesinato de Miguel Ángel Blanco, se celebraba la Conferencia Política del PP, precedida del estreno del nuevo logo, hasta en esto marcan tendencia los morados (por eso del círculo), en la que se han sentado las bases del contenido del próximo Congreso que se celebrará en 2016. Limitación de mandatos a 8 años, democratización interna del partido, prima a la gobernabilidad de la lista más votada…y la inoculación del miedo. Error.

Tengo empíricamente demostrado que si le digo a un niño: -niño haz esto, el niño hará sin temor a equivocarme lo contrario, máxime si quien lo sugiere es precisamente alguien cuyo bagaje de credibilidad queda cuanto menos en entredicho. La propia Cristina Cifuentes ha hecho un llamamiento a través de su: El Partido Popular que yo quiero, a luchar por los valores del PP pero sin nombrarlos: haberlos haylos. Yo no sé cuáles son aunque confieso que y si alguna vez creí saberlo, desde 1996 dejé de hacerlo. La promesa de regeneración democrática fue deslizándose sin hacer demasiado ruido por el sumidero; así hasta nuestros días.

La II Transición ha puesto encima de la mesa planteamientos que no estaban, ni por lo más remoto, en la agenda del Partido Popular. Simplemente vienen impuestos por la coyuntura. Se trata más bien de un conjunto de sugerencias que diría la flamante alcaldesa de Madrid. De esas que expone y patrocina pero con las que después no se identifica, ya saben. Y es que los de centro derecha se han marcado un Carmena en toda regla de cara a las generales. El PP debe optar, es lícito, por quemar todas las naves que estén a su alcance para lograr bien mayoría absoluta, bien mayoría suficiente para lograr un pacto con Ciudadanos. No obstante pienso que el esfuerzo es en vano: alea iacta est o lo que es lo mismo, previsiblemente finalizaremos el año con Pedro Sánchez de presidente del gobierno aupado por Iglesias. El PP cambia para que todo siga igual y mover a dos millones de votantes que se quedaron en casa el #24M, se me antoja tarea imposible cuando parece que Rajoy no se acaba de enterar de por qué prefirieron el sofá

Por Grecia, no se preocupen, como aseguré la noche del referéndum: después del NO de los ciudadanos griegos a la UE y al pago de la deuda, Grecia entró por segunda vez en la Unión como Estado miembro (la primera fue en el año 81). -Bienvenido, -le dicen con sonrisa pícara-, siéntate por ahí…

 

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