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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Pregunta engañosa

6 de octubre de 2014

No deja de ser curioso que cuando se piensa en la Península sobre Canarias, lo primero que se viene a la cabeza es: en Canarias, buen tiempo. Y es verdad; en ese sentido no nos podemos quejar. Pero, en ocasiones, también por aquí corren malos tiempos, como ocurre en estos momentos con respecto al problema del petróleo que ha creado el Presidente de nuestra Comunidad Autónoma, Paulino Rivero.

A principios de este año el Presidente del Gobierno canario pretendía hacer la siguiente pregunta al pueblo: ¿Está usted de acuerdo con las prospecciones de petróleo autorizadas a Repsol frente a las costas de nuestras islas? Esta pregunta era ya engañosa porque no reflejaba la realidad de la situación en Canarias. Hay que recordar que sólo un par de años antes, el Presidente, Paulino Rivero, era partidario de la extracción del crudo, como es lógico, ya que los problemas que han causado los vertidos incontrolados del petróleo en cualquier lugar del Planeta, no han terminado con el Turismo ni con la Naturaleza; al contrario, siempre han generado riqueza. Si bien, en Canarias, después de algún contacto con el Rey de Marruecos, el Presidente de esta Autonomía cambió de opinión, y, desde entonces, se muestra rotundamente en contra de la extracción, pero todavía no ha explicado al pueblo (como es su obligación) la razón de su repentina renuncia. La pregunta que pretendió hacer era engañosa porque, si al negarse nuestro Gobierno a extraer el petróleo no hubiera otro país que pudiera hacerlo, como ocurre en Baleares, se entendería nuestro posicionamiento en contra del crudo, pero si la realidad es que el petróleo saldrá a la superficie extraído por Marruecos (nos guste, o no) no se puede entender por qué nuestro presidente no hace frente al peligro de posibles vertidos bajo la responsabilidad directa del pueblo canario, que siempre demostrará mayor  interés sobre nuestra propia Naturaleza, Turismo, etc. que un País extranjero.  

Pero nuestro presidente, que cambia de opinión sin explicación alguna al pueblo, ha cambiado ahora la pregunta que desea formular a los ciudadanos canarios el próximo 23 de noviembre con la intención de confundirlos aún más: ¿Cree que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental o turístico por las prospecciones de gas o petróleo? Esta es la pregunta que pretende hacer ahora. Esto ya no tiene nombre dentro de las peores conductas políticas. No puede ser más engañosa ni tener mayor maldad política y social. Tal como está redactada, todos debemos manifestar nuestra negativa al petróleo, yo entre ellos, pero el hecho es que distorsiona, aún más, la realidad, pues no se trata de cambiar una cosa por otra, como insinúa la maliciosa pregunta. Si entendemos la situación real que se vive en Canarias con respecto al petróleo, la pregunta debería ir precedida de una breve exposición, tal como: “La extracción del petróleo en estas aguas atlánticas, lo queramos o no, será pronto una realidad por parte de Marruecos ¿Prefiere usted entonces que sea ese país quien lo extraiga, o que lo hagamos nosotros a fin de controlar mejor las consecuencias de los posibles vertidos? No habrá un sólo canario que se niegue a ejercer una responsabilidad de la que el presidente debería ser un ejemplo. 

Pongamos un ejemplo sencillo para la mejor comprensión del problema: Si a usted le tuvieran que darle 50 latigazos, y le permitieran elegir para su ejecución entre un verdugo titulado de 150 kilos de peso, y un amigo suyo de toda la vida, ¿a quien elegiría?  Bueno, pues Paulino Rivero ha elegido al verdugo (como decía el del chiste: si de todas, todas, me van a joder, que lo haga un profesional) aunque, en esta ocasión, los latigazos no serán para él, sino para el pueblo; de haber sido al revés, sin duda, que habría elegido ser azotado por un amigo, al tiempo que se hubiera posicionado en favor de que fuera Canarias quien extrajera el petróleo directamente. Ante estos hechos, yo, que soy persona bien pensada, me pregunto: ¿no estaremos ante un caso de asuntos propios?  

A estas alturas es evidente que Paulino Rivero no va a dar marcha atrás; él sabrá por qué, y algún día lo sabremos todo, pero cuando el posible daño esté ya hecho y sea tarde (quizá no para la Justicia). La actitud del presidente respecto al petróleo debería ser suficiente para que presentara su dimisión inmediata, o le fuera exigida desde sus propias filas. Yo pienso que este hombre, por otra parte, tiene bien cubiertas, financieramente, sus espaldas; no sé por qué arriesga tanto. Al mismo tiempo hay que reconocer que, en ocasiones, ¡qué tontos somos el pueblo! 

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