No deja de ser curioso que cuando se piensa en la PenĆnsula sobre Canarias, lo primero que se viene a la cabeza es: en Canarias, buen tiempo. Y es verdad; en ese sentido no nos podemos quejar. Pero, en ocasiones, tambiĆ©n por aquĆ corren malos tiempos, como ocurre en estos momentos con respecto al problema del petróleo que ha creado el Presidente de nuestra Comunidad Autónoma, Paulino Rivero.
A principios de este aƱo el Presidente del Gobierno canario pretendĆa hacer la siguiente pregunta al pueblo: ĀæEstĆ” usted de acuerdo con las prospecciones de petróleo autorizadas a Repsol frente a las costas de nuestras islas? Esta pregunta era ya engaƱosa porque no reflejaba la realidad de la situación en Canarias. Hay que recordar que sólo un par de aƱos antes, el Presidente, Paulino Rivero, era partidario de la extracción del crudo, como es lógico, ya que los problemas que han causado los vertidos incontrolados del petróleo en cualquier lugar del Planeta, no han terminado con el Turismo ni con la Naturaleza; al contrario, siempre han generado riqueza. Si bien, en Canarias, despuĆ©s de algĆŗn contacto con el Rey de Marruecos, el Presidente de esta AutonomĆa cambió de opinión, y, desde entonces, se muestra rotundamente en contra de la extracción, pero todavĆa no ha explicado al pueblo (como es su obligación) la razón de su repentina renuncia. La pregunta que pretendió hacer era engaƱosa porque, si al negarse nuestro Gobierno a extraer el petróleo no hubiera otro paĆs que pudiera hacerlo, como ocurre en Baleares, se entenderĆa nuestro posicionamiento en contra del crudo, pero si la realidad es que el petróleo saldrĆ” a la superficie extraĆdo por Marruecos (nos guste, o no) no se puede entender por quĆ© nuestro presidente no hace frente al peligro de posibles vertidos bajo la responsabilidad directa del pueblo canario, que siempre demostrarĆ” mayor Ā interĆ©s sobre nuestra propia Naturaleza, Turismo, etc. que un PaĆs extranjero. Ā
Pero nuestro presidente, que cambia de opinión sin explicación alguna al pueblo, ha cambiado ahora la pregunta que desea formular a los ciudadanos canarios el próximo 23 de noviembre con la intención de confundirlos aĆŗn mĆ”s: ĀæCree que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental o turĆstico por las prospecciones de gas o petróleo? Esta es la pregunta que pretende hacer ahora. Esto ya no tiene nombre dentro de las peores conductas polĆticas. No puede ser mĆ”s engaƱosa ni tener mayor maldad polĆtica y social. Tal como estĆ” redactada, todos debemos manifestar nuestra negativa al petróleo, yo entre ellos, pero el hecho es que distorsiona, aĆŗn mĆ”s, la realidad, pues no se trata de cambiar una cosa por otra, como insinĆŗa la maliciosa pregunta. Si entendemos la situación real que se vive en Canarias con respecto al petróleo, la pregunta deberĆa ir precedida de una breve exposición, tal como: āLa extracción del petróleo en estas aguas atlĆ”nticas, lo queramos o no, serĆ” pronto una realidad por parte de Marruecos ĀæPrefiere usted entonces que sea ese paĆs quien lo extraiga, o que lo hagamos nosotros a fin de controlar mejor las consecuencias de los posibles vertidos? No habrĆ” un sólo canario que se niegue a ejercer una responsabilidad de la que el presidente deberĆa ser un ejemplo.Ā
Pongamos un ejemplo sencillo para la mejor comprensión del problema: Si a usted le tuvieran que darle 50 latigazos, y le permitieran elegir para su ejecución entre un verdugo titulado de 150 kilos de peso, y un amigo suyo de toda la vida, Āæa quien elegirĆa? Ā Bueno, pues Paulino Rivero ha elegido al verdugo (como decĆa el del chiste: si de todas, todas, me van a joder, que lo haga un profesional) aunque, en esta ocasión, los latigazos no serĆ”n para Ć©l, sino para el pueblo; de haber sido al revĆ©s, sin duda, que habrĆa elegido ser azotado por un amigo, al tiempo que se hubiera posicionado en favor de que fuera Canarias quien extrajera el petróleo directamente. Ante estos hechos, yo, que soy persona bien pensada, me pregunto: Āæno estaremos ante un caso de asuntos propios? Ā
A estas alturas es evidente que Paulino Rivero no va a dar marcha atrĆ”s; Ć©l sabrĆ” por quĆ©, y algĆŗn dĆa lo sabremos todo, pero cuando el posible daƱo estĆ© ya hecho y sea tarde (quizĆ” no para la Justicia). La actitud del presidente respecto al petróleo deberĆa ser suficiente para que presentara su dimisión inmediata, o le fuera exigida desde sus propias filas. Yo pienso que este hombre, por otra parte, tiene bien cubiertas, financieramente, sus espaldas; no sĆ© por quĆ© arriesga tanto. Al mismo tiempo hay que reconocer que, en ocasiones, Ā”quĆ© tontos somos el pueblo!Ā