Olvidado ya el salario universal por el hecho de existir, Podemos sigue lanzando señuelos a los votantes. Permiso paternal de cuatro meses por nacimiento de un hijo, paga periódica por hijo con independencia de la renta de los padres, equiparación total del servicio doméstico con el régimen laboral general, entre otras promesas demagógicas. El problema de todas estas medidas es que tienen un coste y no precisamente pequeño, además de provocar, como suele suceder con cualquier intervención en el libre juego del mercado, consecuencias no deseadas y contraproducentes. Por supuesto, la vaca a muñir serían “los ricos”, a los que se les impondría un impuesto específico para los grandes patrimonios. Sin embargo, Iglesias y sus compañeros chavistas deberían saber que una tributación excesiva a las capas de mayor renta y fortuna acarrea de inmediato una fuga masiva de capitales porque, a no ser que tengan pensado establecer restricciones a los movimientos de capital, cosa imposible en el seno de la Unión Europea, para los titulares de voluminosos depósitos no hay nada más fácil hoy en día que irse con su dinero a otra parte. El efecto cantado es menos inversión y más paro. En cuanto a los que tienen mucho, eso no significa que ese mucho les rente demasiado. Hay personas con un gran volumen de propiedades inmobiliarias, por ejemplo, que sacan muy poco rendimiento de sus pisos, fincas y terrenos. Si se les castiga con un fuerte gravamen sobre la propiedad, se les conduce a la ruina o a malvender, lo que implica también mayor desempleo.
En cuanto a asignar un subsidio por hijo sean los progenitores gente afluente o modesta, dejando aparte el esfuerzo presupuestario que represente, no se entiende que una formación política que dice defender la igualdad, propicie tal absurdo. Pasando a las empleadas de hogar, a las que Podemos quiere redimir de una imaginaria situación de discriminación, desempeñan una labor que no puede ser homologada a un empleo en una empresa. Suelen trabajar para familias, en su inmensa mayoría de clase media, en un tipo de relación muy personal que requiere una considerable flexibilidad en beneficio de las dos partes. Si se introducen cargas sociales más elevadas o se dificulta en demasía la entrada y salida de un puesto de trabajo en este sector, el resultado será que decenas de miles de mujeres que ahora tienen un sueldo regular y una cierta protección, quedarán en la calle. Además, un número considerable de madres jóvenes que pueden desarrollar carreras profesionales gracias a que disponen de ayuda en casa, se verán obligadas a renunciar a ellas con el consiguiente deterioro del PIB. También en este caso Podemos se convertiría en una fábrica de paradas por partida doble, las empleadas de hogar despedidas y las empleadoras que no podrían seguir trabajando.
El conocimiento del mundo a través de las actividades docentes e investigadoras en un Departamento de Ciencia Política o de asesoramiento a regímenes populistas no permite conectar con la realidad. Cuando una de las más destacadas dirigentes de Podemos hace el cálculo elemental del aumento de recaudación que se conseguiría igualando en España la presión fiscal sobre PIB a la media europea, ignora que el parámetro significativo no es ese, sino la parte de sus ingresos que cada individuo o cada empresa dedica al pago de los impuestos de todo orden que soporta y ahí los españoles no estamos para nada favorecidos. Si lo que nos están diciendo desde Podemos es que en nuestro país hay demasiado fraude fiscal, sería bueno que se preguntasen si esa opacidad frente a la Hacienda pública es mala voluntad o una maniobra de supervivencia para muchas unidades familiares o pequeños negocios. La seria amenaza que encarna Podemos para las posibilidades de España de recuperar el crecimiento y la ocupación no deriva tanto de sus dogmas ideológicos probadamente fracasados, sino de que simplemente no saben de lo que hablan.