«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La provocación de Picardo

24 de julio de 2014

La reciente visita que ha hecho Fabián Picardo a España ha sido un mal gesto, pero mucho peor ha sido que lo hayan recibido algunos de nuestros ineptos políticos. Picardo ha venido para convencernos de que Gibraltar es inglés, sin aportar ni una sola razón legal ni histórica que sustente su adoctrinada opinión, y nos pide que dejemos ya de ejercer el derecho al pataleo, que es todo cuanto hemos hecho desde siempre. Ahí radica la vergüenza del eterno problema de Gibraltar: los ingleses, sin razón, actúan con fuerza frente al derecho que nos asiste y defendemos con debilidad endémica.

Lo cierto es que Picardo no pinta nada en este asunto; el contencioso es entre España e Inglaterra, y con Gibraltar, en este asunto, no se puede contar para nada (con el máximo respeto que merece una población a la que han ofrecido asentarse en un terreno que no les pertenece) Picardo es un simple testaferro a las órdenes de quien ostenta hoy la responsabilidad heredada por la usurpación del Peñón hace trescientos años, que no es otro que el Primer ministro inglés, la única persona (o su Ministro de Exteriores) con la que nuestro Gobierno debería tratar el contenciosos. Es más, ni siquiera eso; el Gobierno español, si verdaderamente el problema de Gibraltar fuera un asunto prioritario como acaba de declarar cínicamente Margallo, se olvidaría por completo de Inglaterra e iniciaría las acciones legales para ejecutar la sentencia de las Naciones Unidas de 1946 que exige la devolución de Gibraltar a España; y existe, además, una  Resolución del Comité de los Veinticuatro, de 1.966,  también de las Naciones Unidas, que dice, textualmente: “No debe retrasarse más la terminación de la situación colonial de Gibraltar”. 

Nuestro derecho al pataleo consiste en ambigüedades, como criticar los abusos y el contrabando que se cometen en la Colonia, como si eso fuera argumento para la devolución del Peñón. Ese problema, y otros, se considerarán una vez que se restituya la propiedad del suelo a España. También es triste recordar las palabras del ministro cuando arrojaron los bloques de hormigón con pinchos de hierro al mar para arruinar la pesca en nuestras aguas. “Se acabó el recreo en Gibraltar”, dijo, y también: “Vamos a cobrar 50 euros por cruzar la verja”.  No cambió nada, sólo que  aumentó nuestra vergüenza y descrédito; de esta forma, el ministro García-Margallo le allanó el camino a Picardo para venir a provocarnos a nuestra propia casa ¡Qué vergüenza!

 

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