Artur Mas, atrapado en sus propias contradicciones, cree que puede convencer a Rajoy de que acepte pulpo como animal de compañía. Empujado por los más radicales de su partido, como Francesc Homs; por los extremistas de Esquerra Republicana; por los fanáticos de las CUP; y hasta por muchos incautos ciudadanos que, inocentemente, han creido en sus fantasiosas promesas, se ve impelido a una constante huida hacia ningún sitio.
Ante tal tesitura y consciente de que no puede seguir con la farsa de un referéndum ilegal, ha decidido involucrar a Mariano Rajoy para que el presidente le ayude a salir del atolladero. Igual que en el anuncio del Scattergories, en el que los participantes están dispuestos a aceptar pulpo como animal de compañía, a cambio de que el dueño del juego no se lleve el tablero, Artur Mas pide a Rajoy que le autorice la consulta, y a cambio le ofrece negociar la fecha y la pregunta.
Es el último cartucho del que dispone el presidente de la Generalitat: negociar como sea, y al precio que sea, la posibilidad de celebrar ese referéndum. Porque, si no cuenta con legitimidad para hacerlo, sus socios y acólitos le obligarán a convocarlo saltándose toda legalidad, lo que daría argumentos a las autoridades del Estado para poner en marcha los mecanismos correspondientes para impedirlo.
Los equipos de Mariano Rajoy y Artur Mas trabajan ya en cerrar una fecha para el encuentro de ambos. Pero en esa reunión hay pocas probabilidades de que prospere un acuerdo. El presidente del gobierno no puede aceptar, bajo ningún concepto, la posibilidad de someter a referéndum la unidad nacional, que es patrimonio del pueblo español, a no ser que la consulta se realice entre los ciudadanos de todo el Estado.
Ante el cariz que están tomando las cosas, más de cincuenta intelectuales, escritores, periodistas y políticos han firmado un manifiesto, en la plataforma Libres e Iguales, en el que piden a PP, PSOE, UPyD y Ciutadans que actúen contra el desafío secesionista. La plataforma cívica apuesta por rechazar cualquier negociación que limite la soberanía del conjunto de ciudadanos y el ejercicio de sus derechos. Entre sus firmantes, figuras procedentes de un amplio espectro, como Mario Vargas Llosa, Albert Boadella, Jon Juaristi, Nicolás Redondo Terreros, Joaquín Leguina, Adolfo Suárez Illana, Arcadi Espada, Carlos Herrera o Federico Jiménez Losantos.
Pero, en un país como el nuestro, el sainete es inevitable y, veinticuatro horas después de esta declaración, otro grupo presentaba una diferente abogando por “una España federal en una Europa federal”. Este “contramanifiesto”, inspirado claramente por la izquierda, con personajes como Cristina Almeida, Ángel Gabilondo, Nacho Escolar o Joaquín Estefanía, incluye algún nombre polémico, como el de Baltasar Garzón, que fue expulsado de la carrera judicial por prevaricación.
Los activistas del secesionismo han conseguido dividir a los españoles, y en concreto a catalanes contra catalanes, creando una fractura social en España de difícil arreglo. Pero la solución no puede venir por la rendición del Estado de derecho ni por la cesión de soberanía. Aunque Artur Mas haya decidido hacer trampas al solitario, ni el gobierno ni los ciudadanos podemos aceptar pulpo como animal de compañía.