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Nahem Reyes (venezolano, 1979). Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello, Certificate of Strategy and Defense Policy of William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies of National Defense University (Washington, D.C.). Analista y Consultor político, especialista en Relaciones Internacionales y, actualmente es Miembro Asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.
Nahem Reyes (venezolano, 1979). Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello, Certificate of Strategy and Defense Policy of William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies of National Defense University (Washington, D.C.). Analista y Consultor político, especialista en Relaciones Internacionales y, actualmente es Miembro Asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

Putin y el ajedrez geopolítico

24 de mayo de 2022

La sangrienta invasión rusa de Ucrania que comenzó con fuertes aires triunfalistas de Rusia dada su sólida superioridad tanto numérica como de poder armamentístico se ha venido empantanando por su derrota en la conquista de Kiev, por su alto número de bajas y el prolongamiento del conflicto.

Aunque Rusia ha tenido importantes éxitos en el sur de Ucrania en sentido este/oeste, primero controlando el Donbas, siguiendo por el litoral ucraniano hacia Mariúpol donde finalmente se rindió el último bastión de su resistencia, entregándose alrededor de 260 combatientes, no todo es color de rosa para Putin por lo extremadamente costosa que es una operación militar, que, sin duda, se ha dilatado en el tiempo por amplio margen.

Si bien es cierto que Rusia es política e institucionalmente un sistema totalitario, la guerra en sí misma tiene un rechazo pasivo de la población por el impacto que tiene en los bolsillos de millones de rusos.

A los reveses rusos en el teatro de operaciones debemos sumar el complicado y peligroso tablero geopolítico. Comenzamos por el giro del canciller alemán Olaf Sholz, quien inicialmente rechazó la tesis de imponer un bloqueo al gas ruso y hoy es uno de los mayores impulsores de una medida que apenas cuenta con la resistencia de Hungría y Eslovenia. Aunque la medida no se concretado en el seno de la Unión Europea, tarde o temprano se materializará y Rusia perderá uno de sus mercados de gas más importantes.

La guerra en sí misma tiene un rechazo pasivo de la población por el impacto que tiene en los bolsillos de millones de rusos

A lo anterior hay que sumar la firma de Joe Biden de la «Ley de Defensa de la Democracia de Ucrania», el mismo instrumento que firmó Roosevelt durante la II Guerra Mundial para combatir el nazismo en Europa y el histórico giro de Suecia, país que mantuvo durante dos siglos su política de neutralidad. Y la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, logró que el Parlamento aprobara su proyecto de ingreso a la OTAN, decisión a la que se sumó Finlandia.

Esto marca un serio revés para la geopolítica de Rusia puesto que significa la pérdida de espacios históricamente vinculados pasivamente a su espacio de influencia.

La reacción del Kremlin fue convocar a una Cumbre de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una suerte de cónclave de países exURSS o mejor dicho, fieles pajes de Putin (Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, etc). En la lúgubre cumbre, Putin se refirió al ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN. «Rusia no tiene problemas con estos Estados (…), pero la expansión de estructura militar a estos territorios provocará nuestra respuesta».

El viejo proyecto que Mao esbozó durante su visita a Stalin en 1949 se consolidará imponiendo una nueva realidad geopolítica poderosamente peligrosa para todo Occidente

Parece que Putin esta vez no movilizará tropas, ni invadirá, evitando así los enormes costos financieros y una humillación militar que conduciría al debilitamiento aún más de su papel dentro del tablero mundial.

Estamos ante signos naturales de un rifirrafe diplomático entre Rusia y Occidente en el marco del conflicto en Ucrania. Pero resulta evidente que a Rusia no sólo le ha resultado complicada y altamente onerosa la invasión a Ucrania, sino que está perdiendo terreno en el ámbito geopolítico, Dicha situación terminará llevándola a estrechar cada vez más lazos con el régimen totalitario de la China comunista. El viejo proyecto que Mao esbozó durante su visita a Stalin en 1949 se consolidará imponiendo una nueva realidad geopolítica poderosamente peligrosa para todo Occidente.

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